sábado, 6 de enero de 2007

VI - Filadelfia (1a. parte)

Capítulo VI
F I L A D E L F I A
(1a. parte)


SINOPSIS DE FILADELFIA

La etapa final de la restauración de la Iglesia
Conclusión de lo iniciado en la Reforma - Precursores de la restauración: Los Hermanos Bohemios, el conde Nicolás Zinzendorf y los Moravos - Primeras reuniones en Plymouth, Dublín, Italia, Georgetown en amor fraternal.

Restaurando la unidad de la Iglesia
Dejando de ser episcopales, presbiterianos, wesleyanos, bautistas y otros, empezaron a restaurar la unidad del Cuerpo de Cristo, la unidad del Espíritu - Restaurando la iglesia normal bíblica con sus santos, obispos y diáconos - Los que empezaron a guardar la Palabra de Dios y a no negar el nombre del Señor por sustituirlo por otro.

Una promesa especial para Filadelfia
Los hermanos de Filadelfia, quienes hayan guardado la palabra de la paciencia del Señor, serán guardados de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, esto es, la gran tribulación.

Nombres destacados entre los Hermanos
Hermanos pioneros: Eduardo Cronin, Wilson, Timms, Hutchinson, Anthony Groves, Juan G. Bellet, Juan Nelson Darby, S. P. Tregelles, Andrés Jukes, W. Kelly, Carlos Mckintosh, C. Stanley y J. B. Stoney - También es relevante el hermano Benjamín Wills Newton.

Nombres destacados en el siglo XX
En China: Watchman Nee, Witness Lee, Stephen Kaung - En América: Geofredo Rawling, Jack Schisler, Keith Benson, Orwille Swindoll, Iván Baker, Juan Cralos Ortiz, Jorge Himitian, Ángel Negro, Augusto Ericson, Gerson C. Lima, Gino Iafrancesco.

Los vencedores de Filadelfia
Sexta recompensa: Serán hechos columnas en el templo de Dios - Sobre ellos serán escritos los siguientes nombres: el de Dios, el nombre de la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, y el nombre nuevo del Señor Jesucristo. Todo eso son recompensan que se recibirán en el reino milenial.

LA CARTA A FILADELFIA
"7Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: 8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. 10Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. 11He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 12Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Ap. 3:7-13).

Amor fraternal
"7Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre".
Como las otras localidades, Filadelfia también estaba ubicada en Asia Menor. La ciudad fue fundada por el rey persa Atalo Filadelfo II, rey de Pérgamo (reinó del 159 al 138 a. de C.), alrededor del año 150 a. C.; de ahí su nombre. Dice Matthew Henry: "Filadelfia fue fundada por Atalo II, rey de Pérgamo, cuya lealtad a su hermano Eumenes le ganó el epíteto de ‘Filadelfo’, que en griego significa ‘amigo del hermano’" (Matthew Henry, op. cit, pág. 362). La palabra Filadelfia viene del griego phileo, amar, y adelfos, hermano, y significa amor fraternal; y esta carta prefigura a la etapa histórica de la Iglesia, que se caracteriza precisamente por la comunión en amor y en el Espíritu entre los hermanos, y la restauración práctica de otros aspectos importantes en la vida de la Iglesia, como el sacerdocio de todos los creyentes, donde no hay divisiones entre clero y laicado, conforme los auténticos y verdaderos parámetros bíblicos. Con Esmirna, Filadelfia es una de las dos iglesias que el Señor no reprende, sino que para ambas el Señor tiene palabras de aprobación y alabanza. Al período de Filadelfia algunos exégetas lo llaman la era de la piedad.
Haciendo una síntesis del proceso de postración y restauración en la vida histórica de la Iglesia, transcribimos las acertadas palabras del hermano Raúl Marrero: "La historia nos dice que el Cuerpo de Cristo pasó por una seria cirugía, pero salió más fortalecido y más decidido que nunca. Como la estrategia sangrienta no dio resultado, los planes de hacer caer a la Iglesia cambiaron, y comenzó un período de grandeza y reconocimiento, tanto político como económico. La supuesta conversión del gran emperador romano Constantino puso la Iglesia en un estado de comodidad y apoltronamiento. Llegó un momento en que la Iglesia dejó de ser mensajera del camino angosto de la redención para convertirse en la religión popular de aquellos tiempos. La Iglesia dejó de ser itinerante, para convertirse en una fuerza político-religiosa. Fue durante estos siglos siguientes cuando la iglesia dejó de ser católica universal para convertirse en la Iglesia católica romana. El plan era hacerla engordar; hacerla famosa. Las glorias de las que disfruta la Iglesia romana después de tantos siglos, se las debe a aquellos años en los cuales la Iglesia se convirtió en un sistema religioso mundial. Dejó de ser la Iglesia que se reunía en callejones polvorientos, para reinar desde los palacios y caminar sobre alfombras costosas. Este aparente progreso se fue convirtiendo lentamente en un peligroso cáncer. Era como un cáncer interno; difícil de detectar. Nadie sabía que la Iglesia estaba bajo el ataque de un cáncer de popularidad y grandeza humana. Por muchos siglos, la Iglesia estuvo sentada sobre tronos y disfrutó de popularidad mundial. Pero todo era una plaga escondida que aquejó al Cuerpo de Cristo por más de mil doscientos años, hasta que llegó nuevamente el momento en que la Iglesia entró en otra etapa de sanidad interna. Los agentes que combaten a favor del cuerpo entraron en operación nuevamente. Llegó el momento de recuperación del Cuerpo de Cristo que se conoce bajo el nombre de Reforma".*(1) Todo se va preparando para que llegue Filadelfia, que es un despertar en la cristiandad para la definitiva restauración del Cuerpo de Cristo.
*(1) Raúl Marrero. Cómo escapar del laberinto religioso sin dejar de ser fiel a Dios. Editorial Vida - 1998. Pág. 31.

La iglesia primitiva recibió el depósito, la fe una vez dada a los santos; esa fe fue la semilla que se sembró (Mt. 13:3), y esa semilla empezó a germinar en la historia de la Iglesia. Primero brotaron las hojitas (la Trinidad, la divinidad de Cristo, Su humanidad, sus naturalezas, Su relación con el Padre), después fueron saliendo el tallo y las ramas (la obra de Cristo, la salvación, la expiación), después brotaron las espigas y el grano (la Iglesia, el Reino, los vencedores, el Cuerpo de Cristo). Vemos que el Señor ha ido avanzando para que la Iglesia vuelva a la Palabra, a la fe una vez dada a los santos, a la madurez. Con la Reforma apenas se comenzó a conocer la obra de Cristo. Si la Iglesia hubiera conocido la obra de Cristo antes de la Reforma, no hubieran llegado a comerciar con la salvación, vendiendo indulgencias, por ejemplo. Una vez que hubo claridad sobre la obra de Cristo, sobre la salvación como un regalo de Dios por la fe y la justificación por la fe, en la Reforma, fue cuando el Espíritu Santo empezó a dar claridad sobre la Iglesia en Filadelfia. Una vez entendida la Iglesia, qué es realmente la Iglesia, es como se puede entender el Reino, los vencedores, el Cuerpo de Cristo. El denominacionalismo de Sardis son las ramas de la planta, pero todavía no es la espiga con los granos.
Sí, en Sardis hemos visto comienzos de restauración, pero todo queda sin terminar; por lo cual la iglesia del amor fraternal es una reacción del Señor por el estado de muerte de la iglesia reformada o protestantismo degradado y el catolicismo apóstata, para que en la Iglesia del Señor se continúe la obra perfecta de Dios, algo que sobrepase lo realizado en la Reforma. A raíz de la Reforma, la restauración se inicia con la justificación por la fe; a ello y con el tiempo se siguió proclamando el evangelio de la gracia. Esta reacción habrá de continuar hasta la venida del Señor. Filadelfia es la Iglesia restaurada conforme los propósitos y la economía del Señor. Como Sardis (el protestantismo) sale de Tiatira (el sistema católico) sin que ésta deje de existir, así también Filadelfia sale de Sardis y ésta sigue existiendo hasta la venida del Señor. Aunque, como lo exponemos más adelante, ha habido anteriores movimientos precursores semejantes aun antes de la Reforma, sin embargo, se afianza el período de Filadelfia en Inglaterra y otros países del mundo a comienzos del siglo XIX, con un movimiento llamado de los Hermanos, en el cual se restaura la posición de los hijos de Dios, ya no con relación a una de las tantas organizaciones de factura humana, sino con relación a la verdadera comunión del verdadero Cuerpo de Cristo. Sin desconocer los preludios moravos, afirmamos que los albores de Filadelfia tuvieron también lugar en Inglaterra por considerarlo el país más influyente, pero casi que simultáneamente el Espíritu empezó a inquietar a diferentes hermanos de distintas denominaciones, incluso ministros ordenados, y se dieron reuniones de los hermanos en diferentes lugares como Plymouth, y Londres en Inglaterra, Dublín (Irlanda), Italia, Georgetown (Guayana Inglesa) y otros, en el lapso comprendido entre 1812 a 1818. Eso ocurría sin que tuvieran conocimiento y contacto entre los varios grupos durante la etapa inicial.
Así como de Babilonia regresa tan sólo un remanente del pueblo hebreo a restaurar el templo y la nación de Israel, asimismo hacia Filadelfia sale un pequeño remanente, que no alcanza la fama y el renombre de la Reforma, pues hay diferencia en los medios usados en la reacción de ambos movimientos. Estos hermanos se preocuparon por la degradación espiritual y las prácticas anti-bíblicas de las organizaciones cristianas. Filadelfia surge como un movimiento en contra del mero ceremonialismo y el formalismo del luteranismo y otras vertientes protestantes, bajo la vivencia espiritual de la piedad interna, la práctica del amor ágape y una realidad moral subjetiva y un testimonio verdadero por encima y por contraste de las vacías prácticas ceremoniales. En su despertar, Filadelfia es marcadamente neotestamentaria en forma integral, haciendo a un lado las alienantes y desviadoras tradiciones religiosas. En la restauración que Filadelfia despierta, los hermanos viven "solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Ef. 4:3), porque con Lutero se había restaurado el evangelio pero no la unidad del pueblo de Dios como lo encontramos en el libro de los Hechos. Filadelfia pretende destruir las separaciones denominacionales entre los hijos de Dios, porque la Escritura nos enseña que el denominacionalismo es un error y una obra de la carne. Las denominaciones son organizaciones desconocidas en el Nuevo Testamento. Si la unidad de la Iglesia no se da por medio del Espíritu Santo, y es expresada en una iglesia por cada ciudad en el nombre del Señor Jesús, no hay unidad.
La Iglesia de Jesucristo había vivido muchos siglos de mentirosa orientación e hipocresía, y Él se presenta ahora como el Santo y el Verdadero, como una invitación a la iglesia en Filadelfia a caminar por el camino correcto de la santidad y la verdad, y la doctrina ortodoxa bíblica y apostólica; abriéndose paso la restauración de la Iglesia con la predicación de la Palabra de Dios y no por medio de la espada, como había ocurrido en el período de la Reforma. Sólo con Cristo la Iglesia puede ser santa; sólo con la unción y comunión del Señor, la Iglesia puede caminar por este mundo en perfecta separación del mundo, y andar en la verdad, es decir, ser la verdadera, en la fidelidad al Señor. No es posible alcanzar al Señor por caminos diferentes a lo planteado por la Palabra de Dios; los otros caminos son sucios, falsos, torcidos, inventados, hipócritas, envueltos en una religiosa apariencia de santidad y rectitud.
En Filadelfia la regeneración llegó a ser vida en los santos y no sólo doctrina dogmática, porque la ortodoxia exige la ortopraxia. Lo que aquí se expone no es novedoso, sino sencillamente lo que fue instaurado y enseñado en la Iglesia desde el principio, antes de que cayera sobre ella las corruptas corrientes innovadoras y perturbadoras, que estorban la legítima economía del Señor. La Palabra de Dios no ha caducado, ni ha perdido vigencia ninguno de sus principios normativos. La gracia de Dios que salva al hombre por Cristo sigue siendo un misterio insondable, y sigue siendo ese don inmerecido que debe ser recibido en humilde gratitud. La Iglesia sigue siendo el Cuerpo de Cristo, y para su edificación sobran las nuevas estrategias, los nuevos métodos, los nuevos planes y las nuevas organizaciones, todo lo cual se aparta del genuino método de Dios y del único y original plan del Señor. Esto lo dice el Santo, el Verdadero, el único que tiene el poder para orientarte correctamente en tu ministerio. En la Iglesia, el llamamiento al ministerio recae primeramente como una responsabilidad personal sobre los llamados, que los obliga a tomar decisiones de tipo personal, para lo cual poco serviría el consejo ni la orientación de quien no conozca el llamamiento; aquí sólo sirve la orientación del Señor, sin negar por ello la colegialidad del ministerio.
También a Filadelfia se presenta el Señor como el que tiene la llave de David, lo cual representa la autoridad del Señor para abrir y cerrar, y con esa llave cuida a la iglesia recobrada. La llave de David representa el dominio de Dios sobre todo Su universo, ese señorío que Dios le otorgó a Adán, pero que éste perdió con la caída; mas todo fue restaurado con Cristo, el verdadero David, que como Su ancestro, libró la batalla por el establecimiento del reino de Dios y por la construcción del templo, la Iglesia. Había una puerta cerrada, una gran dificultad para que se llevara a la práctica esa vida en el Espíritu y el trabajo en la reconstrucción de la casa de Dios, pero se presenta el Señor con la llave, y le dice que al abrir Él nadie podría cerrar. Tanto la iglesia apóstata como la reformada habían llegado a cierto grado de ruina espiritual, que no les preocupaba sino lo material, las ventajas y ganancias terrenales, que se compara con cierta situación del pueblo hebreo en tiempos de Isaías, época próxima al eventual cautiverio a Asiria del reino del norte. Sebna, cuyo significado es vigor juvenil, a la sazón mayordomo y tesorero de la casa de Dios, no atendiendo las advertencias de Dios sobre el inminente exilio, seguro de su estabilidad en su alto cargo religioso, manda a excavar un sepulcro para sí mismo, por lo cual la Palabra de Dios dice:
"12Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó a este día a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio; 13y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. 14Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: Que este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos. 15Jehová de los ejércitos dice así: Vé, entra a este tesorero, a Sebna el mayordomo, y dile: 16¿Qué tienes tú, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña? 17He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro. 18Te echará a rodar en ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor. 19Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré. 20En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías, 21y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá. 22Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá. 23Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre. 24Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros" (Is. 22:12-24).
Eliaquim significa: Dios restaurará, o Dios establecerá; es un prototipo de Cristo, y líder del remanente que seguía creyendo y obedeciendo a Dios, contrastando así con los que como el mundano Sebna, hacían alianzas con el mundo idólatra. Por eso recibió la llave de David; es decir, la llave de la casa de Dios, de las riquezas del Señor, a fin de que las suministrara a todos los necesitados. El Señor le hizo responsable de los tesoros de Su casa. El Señor, en Cristo y por Su Espíritu, le entrega a Filadelfia las llaves de Su Casa, para que administre todos los tesoros que están siendo restaurados en Su Iglesia.
Debemos tener presente también que en Asia Menor se practicaba mucho el culto a Janos, el dios que abre y cierra. Janos era el dios pagano de las puertas y las bisagras, el de las llaves babilónicas que dice tener el papa romano, y era también llamado el dios de los principios, de ahí que enero (en inglés january) sea el principio del año, primer mes; por eso Janos era conocido como el dios que abre y cierra, o sea, el portero, y pensamos que de alguna manera se relaciona este culto con las palabras del Señor Jesús a la iglesia de la localidad de Filadelfia, cuando les dice: "7Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: 8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre" (Ap. 3:7-8). El dios pagano Jano era un dios falso; Jesús es el Dios verdadero que abre y cierra. Cristo es el centro neurálgico de la economía y de los propósitos de Dios.

Una puerta abierta
"8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre".
Las obras de Filadelfia eran encomiadas por el Señor, pues ese pequeño grupo, un remanente reducido en número como aquel que se inició en 1828, no tenía otra ambición que servirle al Señor, conocerle, tener comunión con Él, estudiar y poner en práctica la Palabra del Señor. El Señor levantó algunos hermanos en Inglaterra para que comenzaran a vivir la práctica de la Iglesia restaurada, la adecuada vida del Cuerpo, fuera de toda denominación y sistema divisivo, restaurando asimismo el amor entre los hermanos, la comunión en el Espíritu en su posición original. Además se fueron restaurando muchas verdades bíblicas, como: la verdadera naturaleza de la Iglesia del Señor, el ministerio del Espíritu Santo en relación con el individuo y el Cuerpo de Cristo, la posición del creyente en Cristo, la suficiencia del nombre de Cristo, el sacerdocio de todos los creyentes, el rapto de la Iglesia, la segunda venida del Señor Jesucristo y su reino milenario en la tierra, la unidad del Cuerpo de Cristo. Recuérdese que a medida que la Iglesia se establecía en el mundo para poner su morada en él, se fue perdiendo en los cristianos la visión del regreso del Señor Jesús; enseñanza que le había dado fuerza y ánimo a los primeros cristianos. Todo fue cambiando, hasta que llegó el momento en que muchos de los llamados "padres de la Iglesia", interpretaron las profecías apocalípticas como ya cumplidas en la vigencia del Imperio Romano.
Muchas de estas verdades restauradas en Filadelfia se empezaron a predicar desde los púlpitos evangélicos, aunque no todas, porque Filadelfia ha vuelto a la Palabra de Dios y ha sido fiel a ella, y de Filadelfia han aprendido nuestros hermanos de Sardis, pero infortunadamente esas enseñanzas han sido en parte mal usadas. Por ejemplo, el sacerdocio de todos los santos ha sido aceptado a medias por el protestantismo. El funcionamiento de un clero ordenado dentro de la congregación, tiene el nefasto efecto de apagar el control que el Espíritu Santo ejerce sobre las actividades sacerdotales de los miembros del Cuerpo. Los hermanos pioneros en la restauración de los principios bíblicos, quienes han adoptado una posición definida en la vertiente bíblica por convicción y no por conveniencia, los que han sufrido una fuerte y hasta violenta oposición, aprecian mucho esas verdades y no abandonan esa posición, porque el precio ha sido muy alto.
El Señor tiene la llave de Su casa, y por eso ha abierto una puerta a la iglesia restaurada, la cual nadie puede cerrar. El organizacionalismo sectario que se ha apoderado de la gran parte de la cristiandad, ha tratado de cerrarla, de oponerse a la restauración de la Iglesia de Jesucristo, pero es una puerta que se va abriendo más para que más hermanos entren por ella, pues solamente el Señor, que es Cabeza de la Iglesia, tiene la llave; no hay más llaves. Las iglesias orientales actuales son una mezcla del cristianismo primitivo y del paganismo griego y oriental; el catolicismo romano es una mixtura del cristianismo primitivo grecorromano y germano-sajón, del paganismo y del judaísmo; el protestantismo trató de restaurar el cristianismo primitivo, pero se quedó a medias, ante lo cual el Señor reaccionó restaurando Su Iglesia por encima de los límites del protestantismo.
"Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre" (v.8b).
El Señor encomia a la iglesia restaurada y le dice que ha guardado Su Palabra aunque tiene poca fuerza. Aquí se refiere a la fuerza física y humana, no a la fuerza espiritual, de lo cual es rico. Filadelfia tiene poca fuerza, pero es mejor esa poca fuerza cuando se tiene el pleno respaldo del Señor, que gozar de una buena reputación no merecida, como en el caso de Sardis. La iglesia comenzó a ser restaurada por un pequeño remanente; aunque careciendo de los grandes medios económicos y relaciones políticas de la cristiandad organizada; no hace parte de los fuertes de este mundo; al contrario, sufre la oposición de organizaciones reformadas, de donde ha salido. Se puede pensar que al Señor le agrada cuando hacemos muchas cosas por Él; pero eso es discutible. A veces se obra para satisfacer la vanidad egoísta. No es necesario intentar ser fuerte; ni el Señor quiere que seamos fuertes. El débil (David) venció al fuerte, al gigante (Goliat). Al Señor le interesa que seamos fieles en lo poco, que trabajemos con lo que hemos recibido de Él, no de otro. "9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Co.12:9-10).
Las organizaciones poderosas pueden menospreciar los comienzos modestos de la restauración de la Iglesia, cuando ha llegado el momento de reconstruir el templo del Señor, el verdadero testimonio de la iglesia en esta tierra. Pero sucede exactamente igual a lo ocurrido al pueblo judío después de setenta años de cautiverio en Babilonia. De ellos iban regresando a la Tierra Santa pequeños grupos en tiempos de Zorobabel y Josué, Esdras y Nehemías. No regresaron con muchas riquezas materiales, pero sí llenos de la necesaria confianza en Dios para emprender la reconstrucción de la nación, la ciudad y el templo. Hubo mucha oposición por parte de los que estaban allí organizados, como Sambalat, Tobías y Gasmut, porque no tenían la debida relación con Dios y no había legitimidad en sus raíces. El Señor estaba viendo todo eso, y dispuso allí del ministerio de los profetas Hageo y Zacarías para alentar al pueblo para que continuara la obra de restauración, y Dios habló por medio de Zacarías a Zorobabel, diciéndole: "6No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. 9Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros. 10Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel" (Zac. 4:6,9-10). Con Filadelfia está ocurriendo eso. Los pequeños grupos, mas no reducidos a meras personerías jurídicas, que integran las incipientes iglesias en las localidades, pero que se ajustan a la Palabra de Dios, son menospreciados. Pero ahí está esa puerta abierta, y nadie la podrá cerrar.
La iglesia restaurada sirve al Señor guardando Su Palabra. Las reglas de conducta de la Iglesia, como todo lo que tenga que ver con ella, son las que están establecidas en la Palabra de Dios, porque por medio de ella, Él se expresa. La principal causa de que siglos antes de que muchas organizaciones hubiesen apostatado, fue porque se desviaron de la Palabra del Señor. Sardis en la Reforma, hasta cierto punto restauró la Palabra de Dios, pero negó Su nombre. Filadelfia se ha sostenido en la línea de la restauración, regresando enteramente a la Palabra, y por eso no ha negado el nombre del Señor; la iglesia restaurada abandonó esos nombres diferentes al del Señor Jesucristo. Se ha puesto de moda en el protestantismo que un cristiano no se contente con ser solamente cristiano; es necesario que sea wesleyano, bautista, pentecostal, carismático, luterano, presbiteriano, anglicano, copto, metodista, asambleísta y mil etcéteras más, y no pueden concebir que un cristiano no esté bajo la cobertura de una organización dotada de un nombre y de una personería jurídica. Si al que pregunta se le responde a secas que se es un cristiano, eso no le basta. Parece que no aceptaran ni concibieran que puedan existir cristianos sin que pertenezcan a una denominación determinada. Todos estos nombres están dividiendo a los hijos de Dios. Como dice Watchman Nee: "Los dos milenios de la historia de la Iglesia son un triste registro de las invenciones humanas para destruir la unidad de la Iglesia" (La Iglesia Normal, Watchman Nee, Tipográfica Indígena, Cuernavaca, Morelia, México, 1964, pág. 93).
La única separación que necesitamos es del mundo, cuando sólo nos interesa llevar el nombre del Señor Jesús. Cuando la Iglesia, la desposada con Cristo, toma otro nombre, fornica espiritualmente, "porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo" (2 Co. 11:2). La iglesia restaurada guarda la Palabra del Señor, y guardándola y entendiéndola, en medio de ellos no hay credo, ni doctrina, ni tradición, ni opiniones de los hombres, ni enseñanza diferente de la Palabra de Dios. A veces puede darse el caso de entenderse muchas doctrinas o aceptar un credo particular, sin que necesariamente se conozca la Biblia. Se suele tratar de encuadrar, simplificar y limitar la Biblia reduciéndola a un credo. ¿Por qué se dan estas cosas? Porque la Biblia la entiende el que tenga la vida de Dios, y un credo lo entiende cualquiera sin mucha complicación.
En virtud de que a nada de lo comenzado en la Reforma se le ha dado feliz cumplimiento, por esa razón la iglesia de Filadelfia es la encargada de acabar la obra de restauración total de la Casa de Dios. Filadelfia no ha negado el nombre del Señor. No negar el nombre del Señor, entraña también no negar Su persona, confesándolo con valor y afrontando cualquier riesgo. Los sistemas denominacionales de Sardis han sustituido el nombre del Señor por otros nombres de fabricación humana. La Iglesia de Filadelfia no excluye a los hermanos denominacionales; tiene comunión con ellos, con los santos, porque es inclusiva, pero no participa del sistema que niega el nombre del Señor. Se puede hacer parte del sistema denominacional y mediante el Espíritu y la Palabra del Señor recibir claridad sobre lo que no es legítimo, sobre lo que no está de acuerdo con la Palabra, sobre lo que no debe permanecer, ni aprobarse ni respaldarse, y se empieza a sentir el deseo de no seguir participando en muchas de esas cosas. Se tiene por bendición el que ingrese mucha gente a nuestro círculo cristiano, pero no es eso lo apropiado cuando el camino no es estrecho. La puerta abierta que el Señor ha puesto delante de la Iglesia, nadie la puede cerrar, y de hecho han intentado cerrarla pero no lo han podido, porque quien tiene las llaves es el Señor Jesús.
La Iglesia tuvo su nacimiento e inició su crecimiento y desarrollo con un mínimo de forma institucional y credal, si es que se puede asegurar que algo de eso había en su estructura, salvo alguna dosis de procedimientos heredados en sus albores en mayor porcentaje del judaísmo, pues más que formas fijas de organización y culto externo, lo fundamental en la Iglesia del Señor desde aquel primer día de Pentecostés, lo que en realidad la hacía atractiva, su verdadera riqueza, era y sigue siendo el Señor Jesucristo encarnado, crucificado, resucitado, glorificado y manifestado en Su Iglesia por Su Santo Espíritu. Los demás aspectos han sido colocados en un lugar secundario en el curso de la verdadera construcción del templo de Dios. En la práctica la Iglesia universal de Jesucristo es espiritual, es un organismo vivo y no meramente una multiplicidad de sistemas organizacionales.
La Iglesia es expresada por las iglesias locales, las cuales, por tener los ancianos y diáconos, están organizadas. Si se asocia la palabra "iglesia" (ekklesia) con el edificio o lugar de reunión, o con una institución, nos desviamos de la verdad escritural. Es necesario empezar a asociar el término iglesia con la comunión de los santos, con la realidad del pueblo de Dios en Cristo por el Espíritu, del Cuerpo del Señor Jesús. El término griego ekklesia viene de la preposición ek, que significa fuera y klesis que significa una llamada, de manera que los santos son los llamados fuera de, lo cual no se relaciona para nada con los edificios o las organizaciones eclesiásticas. "Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular" (1 Co. 12:27). "22Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y los dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Ef. 1:22,23). Las instituciones son de factura humana y no están implícitas en la economía divina, por mucho que se les pretenda defender. Se puede hacer parte de la asamblea institucional sin que necesariamente se haga parte de la Iglesia de Jesucristo, y esto debe saberlo cualquiera que medianamente estudie la Escritura. El error de la denominación consiste en que no son todos los que están, ni están todos los que son. Bíblicamente debemos asociar el termino iglesia primeramente con la asamblea inclusiva de los creyentes regenerados en la localidad, y luego con la de todos en todo el universo, lo cual lleva implícito, o está conectado con la unidad en Cristo y la comunión en el Espíritu.
La Iglesia tiene su Cabeza que es Cristo, tiene su jurisdicción que es la localidad o ciudad, incluye todos los hijos de Dios de una ciudad sin excluir a ninguno por razones sectarias, de posición social o económica, de razas, de énfasis doctrinarios; así también tiene la Iglesia su contenido bíblico, su servicio propio, la disciplina legítima y bíblica, el gobierno, la comunión, la unidad, las finanzas, las reuniones, las relaciones; todo esto lo tiene la Iglesia en un marco bíblico y normal, como está en el plano de Dios, como está en la Biblia, sin los farisaicos aditamentos estatutarios. La Iglesia de Jesucristo no funciona porque la autoridad civil le otorgue personería jurídica. Personalmente me enteré de cierta congregación cristiana que, para tramitar lo de la personería jurídica y tener unos estatutos o reglamento interno, encargó su redacción a un abogado sin conversión, en los cuales no aparecía el nombre de Dios ni de Su Cristo. Y me consta que se regían por ese documento para dirimir muchos de sus asuntos.

Precursores de la restauración
Ante la tragedia de la Guerra de los Treinta Años surgieron algunas corrientes de avivamientos emanados de pequeñas fuentes como la de los Hermanos Bohemios o Unitas Frátum, que habían sufrido mucho durante la guerra. Las corrientes protestantes establecidas oficialmente en muchas partes de Europa, en el siglo XVIII habían caído en un letargo espiritual, debido en parte a una ola de racionalismo asociado con el deísmo, y también al enfriamiento del avivamiento inicial. En esas circunstancias, en 1722 un grupo de hermanos que había seguido los principios de vida espiritual practicados y enseñados por Juan Huss, emigraron de Moravia (al sur de la república Checa, norte de Austria y oriente de Eslovaquia) y Bohemia, a Sajonia, conducidos por Cristiano David. El conde Nicolás Luis Zinzendorf (1700-1760) los acogió amorosamente en su feudo, pues habiendo recibido su educación en la escuela teológica de la Universidad de Halle, estuvo bajo la influencia del piadoso Augusto Hermann Franke (1663-1727), prominente en el movimiento pietista. De principios luteranos, Zinzendorf cursó estudios de derecho en Wittenberg, llegando a ser un viajero infatigable; se distinguía por su sensibilidad, capacidad y una imaginación comprensiva universal; pero lo que más llama la atención es que desde su juventud se despertó en él una inconformidad frente a la situación espiritual en que había caído la moribunda iglesia oficial. El pietismo en este joven noble tomó la forma de una ardiente devoción al Señor Jesús. Para acoger a los hermanos, Zinzendorf destinó su propiedad en Berthelsdorf, en Lusace, a unos treinta kilómetros de Dresden, para crear el llamado "feudo de Dios".
En medio de todo eso, allí los Hermanos Moravos empezaron algo diferente, algo así como una célula viva ya no de una organización más, sino de la expresión corporal de la Iglesia de Jesucristo; y se ocuparon de derribar los árboles de los bosques circundantes, drenaron algunos terrenos pantanosos, y edificaron una ciudad comunitaria cristiana, Hernhut ("Sombrero o sombra del Señor"), que se convirtió con el tiempo no sólo en un gran centro industrial, sino también de vida espiritual y corporativa, cuyas ganancias comunitarias eran reservadas enteramente para la obra misionera. Seiscientos cristianos comunitarios producían no sólo para sí mismos, sino para mantener hasta mil misioneros en todo el mundo.
El conde Zinzendorf se estableció en Hernhut y la tuvo por centro y sede de sus actividades misioneras y para promover la vida espiritual con los hermanos, pues tuvo el anhelo de esparcir la fe cristiana a través de muchas partes del mundo, y en aquel grupo de hermanos refugiados y perseguidos, él vio una oportunidad que el Señor le daba de realizar sus deseos, identificándose con ellos. Allí construyeron casas para los santos pobres y fundaron un seminario teológico para educar a los misioneros que habrían de llevar las buenas nuevas a lejanas tierras, y cuando llegaban a la ancianidad, regresaban a ese su hogar a pasar el resto de sus días. A fines del siglo XIX continuaba allí la vida tranquila y feliz, como la meca de los Hermanos Moravos, quienes, además de la herencia de Huss, se relacionaban con el pietismo y con la Unitas Frátum, y se distinguían por su integridad moral y su vida espiritual inclinada hacia el pietismo. En cierta forma se asemejaban mucho a los puritanos ingleses del siglo XVII, cuidándose siempre de conformarse lo más posible a los principios bíblicos de vida corporativa como iglesia. Como es de suponer, esto generó fuertes protestas por parte de los círculos eclesiásticos oficiales alemanes, consiguiendo que el conde fuese desterrado.
En 1732 los misioneros moravos llegaron a territorio de Groenlandia bajo el liderazgo de Hans Egede; a Norte América en 1733, y un poco después de 1750 extendieron sus operaciones hasta el Labrador. Inauguraron una colonia que tenía su centro en Bethlehem (Pennsylvania). Allí su principal dirigente era Spangenburg, pero fueron visitados por Zinzendorf. Es curioso registrar que el dirigente cuáquero, Guillermo Penn, fundó a Pennsylvania como un "santo experimento" con Philadelfia, la Ciudad del Amor Fraternal, como su capital, operando bajo una forma de gobierno que buscaba colocar los cimientos de una sociedad construida sobre principios cristianos y gobernada por ideales cristianos. También se registra que en 1732, por la iniciativa de Zinzendorf, los moravos empezaron unas misiones entre los negros de las Indias Occidentales Danesas, y en 1735 en las colonias holandesas de la costa norte de América del Sur.
Al morir el conde en 1760, la labor apostólica de un equipo de 220 misioneros repartidos en 24 países, se reflejaba en unos 30.000 creyentes que constituyeron la avanzada del futuro trabajo de restauración de la Iglesia del Señor en nuestros tiempos. Juan Wesley estableció contacto con los Hermanos Moravos, lo cual le produjo una experiencia significativa, haciendo de él el promotor de un gran despertamiento evangélico y el iniciador del Metodismo.

La moderna historia de José
"9He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado".
La palabra judío se deriva de Judá, la que a su vez en hebrero es yadáh, que significa alabar a Yahveh, entonces etimológicamente los judíos son aquellos que alaban a Dios, y esa es la connotación profética en el presente versículo. La iglesia histórica de Filadelfia estaba compuesta en su mayoría por judíos, y, además, principalmente por esa causa, fue perseguida también por la sinagoga de los judíos que no se habían convertido, y calificaban a los hermanos de apóstatas, de traidores de su pueblo, de herejes, de sectarios, de que se habían alejado de Dios y del cumplimiento de la ley, y por eso ellos, los de la sinagoga, recalcaban que eran auténticos judíos, pero el Señor mismo revela su falsedad, diciendo que definitivamente no eran verdaderos judíos, sino mentirosos que no reverenciaban a Dios. ¿Qué significado puede tener todo esto para el momento actual? Ya lo explicamos en el capítulo segundo cuando estudiamos la carta a Esmirna y las connotaciones de la palabra judío. Ahora se trata de las instituciones eclesiásticas que pretenden poseer la legítima sucesión establecida por Dios. En cierta manera el cristianismo se desprende del judaísmo, pues allí hay raíces, así como la iglesia restaurada se desprende de la iglesia reformada.

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