sábado, 6 de enero de 2007

IV. Tiatira (4a. parte)

Capítulo IV
TIATIRA
(4a. parte)


La condición de Tiatira no mejorará
"He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella" (v.22).
Cuando la Iglesia decidió mezclarse con el paganismo, le fue infiel al Señor, hubo adulterio, fornicación, esto es, confusión, entonces la iglesia de Tiatira cayó en una grave condición espiritual. Es arrojada en cama a causa de una enfermedad incurable, y sobreviene gran tribulación para los que adulteran con ella, tribulación por cierto diferente a la que la Iglesia ha sufrido a lo largo de su existencia desde el día de Pentecostés, y diferente también a la que sobrevendrá sobre todos los moradores de la tierra (cfr. Mateo 24:21). Nótese que ella no se arrepiente; ese sistema seguirá apartado de Dios hasta los días postreros, pero el Señor llama a que se arrepientan los que adulteran con ella, a que se arrepientan de las obras de ella. Los que adulteran con ese sistema deben arrepentirse de las obras de ese sistema. El sistema católico romano no se contaminó sólo en el pasado romano; ha seguido contaminándose a largo de toda la historia, absorbiendo y asimilando todos los rasgos del paganismo y las cosas relacionadas con la idolatría en dondequiera que va. Por ejemplo, asimiló la Navidad y todas las fiestas paganas babilónicas y europeas y sacratiza todos los rituales indígenas en las tierras en las que tiene influencia.
Vemos entonces que en tiempos de Tiatira se ha perdido la expresión de muchas cosas que el Señor dejó en Su Iglesia, como el sacerdocio de todos los creyentes, la vida en el Espíritu, la expresión de la vida del Cuerpo y la Iglesia como templo vivo de Dios, cambiado por la construcción de grandes templos materiales; también se había perdido lo de un candelero en cada localidad, fue prohibida la lectura de la Biblia y se ocultó la doctrina de la salvación por gracia por medio de la fe. Desde la edad del oscurantismo con sus conversiones superficiales y bautismos en masa, su carga de superstición y creencias en astrología, aún en nuestro tiempo se sigue empleando cierto tipo de ceremonias religiosas, "sacramentos" y símbolos externos asociados con el fetichismo como medios mágicos para evitar el desastre y lograr objetivos deseados.
Asimismo vemos cómo surgieron hombres paganos que se enseñorearon de la grey del Señor bajo un falso ropaje. Para nadie es un secreto, y menos para ellos, que el papado es una institución profana, y los papas, lejos de ser vicarios de Cristo y sucesores de Pedro, no son sino sucesores directos de un sacerdocio pagano, muchos de ellos cargados y convictos de fornicación, sodomía, adulterio, asesinato, violación, borracheras, intrigas, y hasta satanismo, que a menudo han sido de todo menos los hombres santos que han proclamado ser.
No es el propósito de este libro entrar en detalles, pero se han escrito miles de libros refiriéndose a esa institución y sus inmoralidades, con minuciosos detalles y nombres propios de los protagonistas, y querer negar esos hechos históricos aun de los tiempos contemporáneos, es como pretender tapar el sol con los dedos, como se dice. Hay una larga y negra lista de esa clase de romanos pontífices de la oscura Edad Media. En este versículo la Biblia nos dice que en la gran tribulación serán halladas personas en la cristiandad en el estado de Tiatira, es decir, asociadas o vinculadas con el estado del sistema religioso católico romano y con los sistemas religiosos de tipo denominacional de él derivados, que han querido emular al catolicismo romano en sus ritos o algún aspecto de liturgia, diferencia entre clero y creyentes laicos, prebendas del poder temporal, reverencia excesiva a los pastores, templos hechos con manos humanas, efectos de sonidos y luces para manejar anímicamente a las masas, etcétera.
Hay en este momento un llamado del Señor para que las personas que están allí enredadas se arrepientan, se desvinculen de ese sistema, y se afiancen en el Señor, y dentro de las cuatro que permanecerán hasta la venida del Señor, busquen la iglesia que el Señor no condena, Filadelfia, para que busquen el estado del cristianismo que representa a la iglesia bíblica.

El juicio de la Gran Ramera
"Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras" (v.23).
En la Palabra de Dios está previsto un juicio y una sentencia contra el cristianismo apóstata e infiel, "la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación". El sistema católico romano ha continuado exactamente la misma táctica empleada por el paganismo babilónico de todos los tiempos, de dominar a los mismos sistemas políticos y a los gobernantes de las naciones, práctica que viene operando desde Asiria, Egipto, Babilonia, Medo-Persia, Grecia y el Imperio Romano. El romanopapismo en toda su historia lo ha practicado, y lo hará aun con el mismo Anticristo por un poco de tiempo.
"3Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5y en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. 6Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro" (Ap. 17:3-6).
La bestia representa al sistema de gobierno de las naciones sobre el cual se sienta, ha dominado, el sistema religioso babilónico, y en particular se refiere al que ha surgido de la mezcla del paganismo con el cristianismo romano, y a la que la Palabra llama la gran ramera. Se ha adornado de oro, piedras preciosas y perlas; pero eso es una apariencia, no es su edificación sólida e interior; es sólo una fachada superficial y atrayente, pero que bajo ese ropaje oculta las profundidades de Satanás. Se ha hecho reina y se ha vestido de vestiduras reales, se ha hecho rica y poderosa, pero ha derramado mucha sangre de los santos mártires de Jesús y la Biblia anuncia su fin, su muerte. ¿Cuándo será ese fin de la ramera? ¿Quién destruirá la ramera? La Palabra de Dios dice que las mismas naciones que le dan el poder a la bestia, sobre las cuales ha dominado el papado, éstas se encargarán de destruir al gran sistema católico romano, y parece que esto ocurrirá sin fórmula de juicio.
"Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego" (Apocalipsis 17:16). Claro que hasta última hora, aun en tiempos del anticristo, ese sistema religioso estará confiado en su poder, sus influencias y sus riquezas, y jamás espera algo semejante. Pero Dios ha determinado que ese sea su fin "5porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. 6Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. 7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; 8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga" (Ap. 18:5-8). Es la ramera porque en lugar de tener relaciones espirituales con el Rey del cielo, se ha echado en los brazos de los reyes o gobernantes de la tierra.
"Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites" (Ap. 18:3). Téngase en cuenta que la Iglesia de Jesucristo no es de este mundo. "14Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 16No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Jn. 17:14,16). De manera que Su Iglesia no debe establecer compromisos con el mundo, ni comprometerse en intereses políticos y económicos. Al hablar del falso sistema eclesiástico profesante, notemos que Egipto simboliza el mundo de donde salimos y el desierto que pasamos, y Dios es clemente aun con Egipto (Is. 19:22-25), pero Babilonia representa la religiosidad natural y un sistema espiritual de origen satánico. Téngase en cuenta que un creyente puede ser pasado de Egipto directamente a Babilonia (Hch. 7:42-43), sistema que será destruido para siempre (Is. 14:23; Ap. 18:21).
Dice Olabarrieta: "Los hijos que tuvo Jezabel son la jerarquía eclesiástica con el papa a la cabeza, y a éstos sí les dará muerte".*(1) Históricamente se sabe que el sistema católico romano sufrió un duro revés cuando muchos de sus seguidores encontraron la muerte durante las famosas cruzadas a Tierra Santa, y más tarde durante las guerras que sobrevinieron después de iniciada la Reforma. A raíz de esos duros golpes comenzó una decadencia de la cual no ha podido sobreponerse, o por lo menos no ha vuelto a ser lo que fue antes de la Reforma.
*(1) Cristo y Su Iglesia. Santos Olabarrieta. P.O. Box 24472, Fort Lauderdale, Fl. 33307, USA.

El remanente de Tiatira
"24Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga" (vv.24-25).
En tiempos de la Jezabel veterotestamentaria, después de haber matado a espada a todos los profetas de Baal, el profeta Elías recibe un mensaje de Jezabel en el sentido de que sería eliminado por ella así como él había hecho con los profetas paganos. Ante semejante peligro, el profeta de Dios huyó para salvar la vida, pero por otro lado se sentía abatido y deseaba morirse, por lo que le pedía a Dios que le quitara la vida, pero habiéndose metido en una cueva para pasar la noche, "9vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida" (1 Re. 19:9-10). Elías se sentía apesadumbrado, asustado, creyendo que había quedado solo, y, además, perseguido por la reina de la nación para matarlo. Pero el Señor, después de haber alentado al profeta y de haberle dado algunas órdenes, le dijo: "Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron" (v.18).
Semejante a la queja del profeta Elías referente a lo ocurrido en Israel, ocurrió con la Iglesia del Señor Jesucristo. Los hijos de Dios en Cristo empezaron a dejar su fe y sus principios bíblicos. No contentos con dejar el primer amor, también dejaron la comunión y unidad en el Espíritu, la vida corporativa de la Iglesia, la obediencia absoluta a la voluntad de Dios, el gozo en la comunión de los santos, la expresión de la unidad de la Iglesia y un candelero en cada localidad, el señorío de Cristo, la autoridad espiritual, la Biblia como fuente y principio rector y normativo, la justificación por la fe, las reuniones de la iglesia local en las casas, la mutualidad de las reuniones de los santos; como esas palabras de Elías cuando dice, han dejado tu pacto, han derribado tus altares, pues ya había dejado de considerarse que la verdadera Iglesia del Señor somos nosotros, y no una organización terrenal y jerárquica con que habían pretendido reemplazarla; ni son los templos y las grandes basílicas y catedrales, herencia de los sagrarios de origen babilónico.
Por medio de esa descarada mezcla fueron aun más lejos, también mataron a espada, hoguera, potros, horca y otros medios, a los profetas del Señor; declararon la Biblia un libro de prohibida lectura por la sencilla razón de que en el Sagrado Libro Dios desenmascara todas sus mentiras y abominaciones. Cambiaron la adoración a Dios por la idolatría, y le prenden velas a las imágenes de María, de alguna imaginativa forma de Dios, de santos y mártires muertos y de todo el que vayan canonizando en el Vaticano. Contrariando la voluntad de Dios, les llamaron padres, papas, maestros, doctores y reverendos a los hombres, y los que no pueden hacerse llamar sacerdotes, curas, padres o párrocos, se hacen llamar pastores, como si este título designara a quien ejerce el ministerio o función de pastor. Además, se colocan como la autoridad máxima de su respectiva denominación u organización religiosa, siendo que para la administración y funcionamiento de la iglesia local, los apóstoles nunca designaron pastores asalariados, sino ancianos (obispos) y diáconos, dentro de los hermanos de mayor madurez espiritual de la misma iglesia, a fin de que ejercieran el gobierno plural o colegiado. En la misma iglesia estaban los hermanos que tenían los distintos dones y ejercían los diferentes ministerios. El apóstol Pablo nunca dirigió una carta a un pastor determinado como tal, sino siempre a los santos. Por ejemplo, en Filipenses, además de los santos, se dirige a los ancianos (obispos) y diáconos. Jamás una iglesia local fue pastoreada por un pastor enviado de la sede de la obra.
Siendo que la Palabra de Dios dice que la salvación es un regalo de Dios, se atrevieron a comerciar con la salvación de los hombres, y muchas otras cosas. A toda esa mezcla de judaísmo y paganismo babilónico, a ese cautiverio llevaron los tesoros de la casa del Señor. Los tesoros de la casa de Dios no deben ser usados para la fornicación en sistemas religiosos rebeldes. En Babilonia fueron usados mal los tesoros de Jerusalén, y ¿qué sucedió en la historia con Babilonia? Así como Elías se creía el único creyente en Jehová que había quedado en Israel, esa misma situación se presenta en Tiatira. El Señor le dice que aún quedan siete mil que no han doblado sus rodillas a Baal; aunque Elías no los vea, ahí están en Israel fieles al Señor; asimismo uno muchas veces ha pensado si realmente hay hijos de Dios en un sistema infiel a Dios, pero Dios dice: "Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás...". Eso significa que en Tiatira hay hijos de Dios que no se han contaminado con esas profundidades, esas filosofías de los misterios satánicos y doctrinas profundas, que son usados por el mismo diablo para corromper a la Iglesia.
Están allí de buena fe, creyendo que están haciendo lo correcto, y si no saben mayor cosa del Señor, si han recibido poco, si de pronto desconocen mucho de la Palabra de Dios o han sido mal orientados por los sacerdotes católicos y dirigentes religiosos de denominaciones o presuntos feudos que dividen al Cuerpo de Cristo e impiden la comunión entre los santos de una localidad o ciudad con sus mandamientos de hombres, el Señor, que los conoce íntimamente y los ama como son, les dice: "No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga". Son suficientes las enseñanzas del evangelio para la salvación. No es necesario otra carga. Si alguien lleva la carga impuesta por los hombres, deja la carga de Dios. La carga impuesta por las organizaciones eclesiásticas pueden entrar fácilmente dentro de las profundidades de Satanás, con sus profundos misterios, prácticas ceremoniales y rituales, aun cuando los clérigos las cataloguen de profundidades de santidad. Es necesario retener el verdadero depósito de Dios, el apostólico, hasta la venida de Cristo, sin añadirle las invenciones que los hombres han creado con el devenir del tiempo. Desde el momento en que Satanás introdujo en la iglesia apóstata su propio trono y sentó en él a su sumo pontífice, fue fácil que se introdujeran las enseñanzas babilónicas de las profundidades de Satanás.
A partir de Tiatira se opera un cambio. En las tres primeras edades de la Iglesia: Efeso, Esmirna y Pérgamo, que comprende la iglesia primitiva, la patrística, la de las persecuciones, la llamada imperial o constantiniana (católica antigua), el Señor les menciona primero lo de que tienen que oír lo que dice el Espíritu, y luego les menciona sobre el galardón. Pero a partir de Tiatira hay un cambio de ese orden, y aparece primero el galardón. ¿Por qué? Porque a partir de Tiatira se menciona la venida del Señor, y eso significa que en la cristiandad habrá personas que seguirán en el estado de Tiatira hasta que venga el Señor. Cuando venga el Señor no habrá personas en el estado de Pérgamo, pues Tiatira salió de Pérgamo, pero Efeso pasó, Esmirna pasó y Pérgamo pasó, finalizó, como cuando un animal pare un hijo y muere. De acuerdo con el versículo 25, el estado profético de Tiatira, el catolicismo tridentino, el papado romano, toda esa situación no pasa, pues seguirá hasta la venida del Señor; y ya al final, el Señor le dice a la parte de su pueblo que se encuentra en ese sistema babilónico: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" (Ap. 18:4). El catolicismo romano durará hasta el tiempo mismo en que venga Cristo, la gran piedra no lanzada por mano humana, y rompa y desmenuce todo el andamiaje del poder humano, de los reinos de este mundo, trayendo consigo una repentina culminación de la historia.

El ladrillo y la piedra
"26Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi padre" (vv.26-27).
Ya hemos visto a grosso modo que así como en el Antiguo Testamento una mujer pagana se unió en matrimonio ilegal y prohibido por Dios, con un hebreo, lo mismo sucedió entre la iglesia y el mundo, engendrando así una gran ramera, pero en medio de una condición institucional mundana, bajo la férula de una organización religiosa dominante, ambiciosa y contemporizada, inclinada al dominio temporal y que llegó a dominar al mundo y recibir la gloria de los hombres. Individualmente a cada cristiano del tiempo de Tiatira, ramera que llegó a sentarse sobre los lomos de la bestia, el Señor le muestra otra alternativa: dejar ese camino de Jezabel, vencer sobre la tentación de hacerse gobernante temporal, guardar Sus obras hasta el fin y serle fiel, no contaminarse con la idolatría en cualquiera de sus expresiones, dejar de morar en la tierra, donde el príncipe es Satanás, y retomar como cuerpo la condición de Iglesia peregrina en esta tierra. En una palabra, vencer todo lo que encierre ese sistema católico romano.
¿Qué promesas hay para el vencedor de Tiatira? Gobernar, reinar con Cristo en el Reino venidero. Los vencedores de Tiatira, los que vencen al catolicismo y a todo el sistema religioso denominacional de él derivado, también se relacionan con el "hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones" de Apocalipsis 12:5, y con "los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás" del Salmo 2:9. ¿Cuándo estarán los vencedores recibiendo esa autoridad de quebrantar las naciones como vaso de alfarero? Durante el eventual reino milenial. ¿Por qué relaciona el Señor las naciones y el sistema religioso dominante con vasijas de barro? La respuesta la tenemos desde el Génesis. El diablo y los hombres que siguen su corriente quieren imitar la obra de Dios. Satanás y sus seguidores inician la construcción de la ciudad terrenal, Babilonia, y su sistema político religioso, no con piedras, sino con ladrillos (barro cocido). "3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue hasta el cielo; y hagámonos un nombre..." (Gén. 11:3-4).
Lo que el hombre produce, sus sistemas políticos, religiosos, sus aparatos militares, todo lo que se aparta de Dios, es ladrillo, es destructible; en cambio las obras del Señor Dios se refieren a la edificación de la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén, el edificio de Dios que es la Iglesia, con piedras vivas y preciosas. Las obras de los hombres, por mucho que traten de imitar la obra de Dios, no dejan de ser ladrillo. El Señor invita a vencer guardando las obras de Dios por encima de las obras de los hombres, y el vencedor recibirá la misma autoridad para gobernar que recibió el Señor Jesús del Padre. Las obras de la iglesia apóstata se realizan bajo la influencia de Satanás.
Dice el jesuita Alfonso Llano Escobar en su columna dominical del periódico El Tiempo, hablando de si existe el infierno: "Nunca han faltado en la historia de la Iglesia algunos fundamentalistas, quienes en vez de interpretar, se apegan a la letra de los textos, haciéndolos decir no lo que quiso el escritor sagrado, inspirado por el Espíritu Santo, sino la mera letra. Olvidan que los textos sagrados son mensajes de Dios, expresados en una cultura distinta de la nuestra, y con un lenguaje cargado de mitos, símbolos e hipérboles, todos al servicio de un mensaje que necesita ser leído críticamente y "traducido" a nuestra época. Hoy en la Iglesia se trabaja en hacer la "traducción" de la fe en el infierno, a nuestra cultura moderna" (EL TIEMPO, Santafé de Bogotá, D.C., Agosto 18 de 1996, página 4A).
Una vez más, y no sólo es asunto del supersticioso medioevo, el catolicismo romano sigue manifestando que pretendidamente se ha arrogado el derecho de interpretar, "traducir" y hacer su acomodada exégesis de las Escrituras. Siempre he sabido que los textos bíblicos sencillamente quieren decir lo que allí está escrito, y esto para todos los tiempos; y si alguna simbología encierra algunos textos, la misma Palabra de Dios se encarga de interpretarla y darnos su correcta exégesis y explicación, pues los textos claros pueden aclarar los pasajes oscuros. La perspicuidad de las Escrituras hace que sean entendidas por cualquier persona espiritual que quiera conocerlas. Para entender el significado de las Escrituras no se necesita que la Iglesia las interprete por medio de su magisterio, porque eso sería poner a la Iglesia por encima de las Escrituras y negar la acción u obra del Espíritu Santo, que nos enseña todas las cosas. El orden es a la inversa, de conformidad con Efesios 2:20, que dice: "Edificados (la iglesia) sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (las Escrituras), siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo".
No es verdad que Dios haya inspirado Su Palabra para que fuera comprendida solamente por las culturas pre-cristiana y apostólica, pues en su calidad de eterna, la Palabra de Dios fue revelada igualmente para todos los tiempos, con la diferencia de que el hombre "moderno" no acepta en su interpretación verdadera el significado bíblico que no le conviene, que choca con sus intereses, y es por eso que doctores del cuño de Alfonso Llano Escobar llamen mitos a verdades eternas que son tan válidas para las tribus hebreas del tiempo del César Augusto como para los genios cibernéticos contemporáneos. No es de extrañar que en nuestra presente generación haya aparecido en titulares de primera página de los más prestigiosos periódicos del mundo, dando la capciosa "noticia" de que el papa romano cree en la existencia del diablo, como si la existencia del diablo dependiese del eventual veredicto papal. Con todo lo que ha sucedido en la historia, tampoco es de extrañar que se nos diga que la mater et magistra está trabajando para hacer la contemporizada "traducción" de la fe en el infierno para la cultura moderna, como si lo que Dios ha revelado sobre el infierno en su Santa Palabra hubiese que acomodarlo a los deseos y caprichos del sofisticado y a menudo agnóstico hombre contemporáneo. A pesar del aggiornamento*(2) intrínseco del concilio Vaticano II, Tiatira no ha podido sacudirse del todo el lastre de sus estructuras anacrónicas, producto de la caduca civilización medieval con la cual se entretejió inextricablemente. Por último, recordemos lo que la Escritura dice: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias". Es falso atribuir a una superestructura universal como la Iglesia Romana, los epítetos de "madre y maestra", partiendo de la base bíblica que el Espíritu Santo es el único Vicario de Cristo en la tierra (Juan 14:16), de modo que Su voz es la que se ha de oír.
*(2) Aggiornamiento es una palabra italiana con la connotación de puesta al día, actualización.

Los vencedores de Tiatira
"28Y le daré la estrella de la mañana. 29El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (vv.28-29).
En este sistema eclesiástico condenado por Dios también hay vencedores, como los que hemos mencionado arriba y a esos vencedores de Tiatira el Señor promete darles la estrella de la mañana. ¿Cuál es esa estrella de la mañana? Es el Señor Jesús mismo. "Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana" (Ap. 22:16). El Señor le está hablando a todas las iglesias, no sólo a la de Tiatira, no sólo al sistema católico romano. En todo período profético hay vencedores. En Tiatira, aunque esté allí Jezabel, y haya fornicarios e idólatras y los que han conocido las profundidades de Satanás, a pesar de todo eso, allí está el candelero de oro, y hay santos de Dios llenos de Su gracia.
El estado moral de la cristiandad del medievo había llegado tan bajo, que algunos opinan que se estaba disipando cualquier progreso aparentemente adquirido, tanto a nivel clerical, como monacal y laical, tanto que obras literarias como el Decamerón de Bocaccio (1313-1375) y El Príncipe de Maquiavelo, fueron reflejo de la vida de ese tiempo; y hay quienes llegan a plantear la duda de que si en la práctica la Europa occidental realmente había llegado a ser cristiana. Pero a pesar de las apariencias, en muchos vasos de barro se manifestó y estuvo obrando "la excelsa grandeza de Su poder". Personas piadosas como las místicas Catalina de Sena (1347-1380) y Juana de Arco (1412-1431), eminentes catedráticos y místicos como Pedro d’Ailly (1350-1420), Juan Gerson (1363-1429), participantes activos en el concilio de Constanza, y Nicolás de Cusa (1401-1465), quien obtuvo su primera preparación bajo la dirección de los Hermanos de la Vida Común, relacionados a su vez con la Imitación de Cristo, obra atribuida a Tomás de Kempis.
Aunque ya hemos tratado algo de esto, sin embargo, explicamos que hay algo curioso y digno de tener en cuenta, y es que en las cartas a las iglesias de Efeso, Esmirna y Pérgamo, las palabras "el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias", van presidiendo la promesa a los vencedores, pero a partir de Tiatira ese orden se altera, apareciendo primero la promesa a los vencedores, significando con ello que a partir de Tiatira las últimas cuatro corresponden a otro tipo de iglesias. Las últimas cuatro iglesias tienen la promesa de que existirán personas en esa condición hasta la venida del Señor, no así de las primeras tres, que carecen de esta indicación, y eso se explica porque la historia de Esmirna se produce después que ha terminado la época de Efeso, y lo mismo ocurre con Pérgamo con relación a Esmirna. Tiatira también empieza cuando ha terminado el tiempo histórico de Pérgamo, pero Sardis empieza a existir sin que haya pasado el tiempo de Tiatira, pues Sardis sale de Tiatira y continúan existiendo paralelamente; a su vez Filadelfia sale de Sardis y Laodicea de Filadelfia, de tal manera que las cuatro continúan hasta la eventual segunda venida del Señor Jesucristo. La misma historia nos está demostrando la veracidad y el testimonio profético de este cumplimiento.

Los prerreformadores
En la Edad Media, el cristianismo se identificaba más con una gran institución secular o temporal que con Jesucristo, y era más representativo de la ciudad terrenal que de la celestial. Era tan vasta la distancia que separaba la vida del cristiano ordinario de las altas demandas impuestas por Jesús para el discipulado, que no cabe duda que urgía un regreso de ese cautiverio babilónico en que se encontraba la Iglesia, para reiniciar la construcción y recuperación de todas las cosas perdidas. Por eso el Señor levantó a unos cuantos santos para que empezaran a hacer una labor subterránea, preparando la Reforma que se avecinaba.
En la época de Tiatira hay vencedores. En todas las épocas en que la Iglesia se desvió de los propósitos de Dios, hubo reacciones, y en el período de Tiatira se levantaron muchos santos que reaccionaron en contra del poder pontificio, del enriquecimiento de la iglesia, de la corrupción del clero, y en medio de toda aquella confusión, muchos optaron por la vida monástica y proliferó la creación de nuevas órdenes religiosas como una forma de huir de aquella contemporización eclesiástica; pero casi todos los que intentaron buscar de nuevo las fuentes del evangelio eran persuadidos, reprimidos, perseguidos, encarcelados y hasta muertos por su osadía. La mayoría de estos hermanos realmente fueron precursores de quienes más tarde Dios levantó para que se diera lo que en la historia se conoce como la Reforma.
En tiempos de Inocencio III, por ejemplo, surge en Italia el carismático Francisco de Asís (1182-1226), fundador de los Hermanos Menores, una orden monástica mendicante, quien sin abandonar el cristianismo católico reaccionó en alguna manera ante ese sistema, y de tal forma influyó en sus seguidores que el ala extrema de los franciscanos, compuesta por los más fieles a los ideales de Francisco, tendía a criticar amargamente al sistema católico romano, con el cual algunos llegaron a romper, porque trataban de mantenerse fieles a la Palabra de Dios. Entre otros dignos de mención y que a principios del siglo XII fueron tenidos por herejes por el romanismo, tenemos a:

Pedro de Bruys, cura de una pequeña parroquia de los Alpes franceses, quien cuando conoció más profundamente las verdades del Nuevo Testamento, pudo entender la sencillez y seguridad de la salvación por la fe en Cristo, y por veinte años de ministerio itinerante estuvo predicando y trayendo a la gente a una fe sencilla, pues él mismo practicaba un sistema de vida ascético; y sus seguidores se bautizaban después de hacer su profesión de fe. Pedro de Bruys rechazaba el bautismo de los párvulos, la transubstanciación en la eucaristía, los templos, las ceremonias eclesiásticas, las oraciones por los muertos y la veneración de la cruz. Fue apresado mientras predicaba en el pueblo de San Gilles, en un motín promovido por las turbas católicas, y este varón, que fue uno de los más esclarecidos precursores de la Reforma, fue quemado vivo.

Enrique de Lausana, contemporáneo del anterior. También predicó en Francia. Condenó al clero de su tiempo como amantes de la riqueza y del poder.

Arnoldo de Brescia. Este italiano estudió teología en París, llegando a ser sacerdote. Desde joven practicó la pureza de vida y la pobreza, y ansiaba que se viviera el ideal cristiano. Atacó los obispos por contemporizar con el mundo, por su voracidad, por sus ganancias ilegales, y les exhortaba a que renunciasen a la propiedad y al poder político. Atacó al papado y a instancia de Adriano IV fue arrestado por orden del Santo Emperador Romano Federico I (Barbarroja), y ahorcado en 1155 por las autoridades civiles de Roma, siendo su cuerpo quemado y sus cenizas arrojadas al Tiber.

Los Valdenses, llamados así por Pedro Valdo o Valdez, su primer líder, rico comerciante de Lyon (Francia), quien en 1176 procedió conforme al joven rico del evangelio al cual el Señor le recomienda vender lo que tenía y darlo a los pobres, para luego subsistir pidiendo su comida diaria. Vivió una vida piadosa, vistiendo pobremente, tratando de imitar a Cristo y dedicándose a predicar, por lo que atrajo muchos discípulos, "los pobres de Lyon". Tratando de conformarse al Nuevo Testamento, no tuvieron del papado sino la excomunión. Los Valdenses se adelantaron al movimiento reformador y enseñaban que el corrupto papado no era la cabeza de la Iglesia; que las mujeres y los laicos podían predicar; que las misas y las oraciones por los muertos carecían de respaldo bíblico; que el purgatorio consiste en las tribulaciones que nos sobrevienen en esta vida. Fueron considerados herejes y las autoridades civiles procuraron eliminarlos. Los que sobrevivieron a la persecución se refugiaron en los valles del Piamonte. Más tarde, ya en tiempos de la Reforma, entre los años 1530 y 1540, conocieron las ideas de la reforma, las acogieron con entusiasmo y experimentaron un avivamiento. La confesión valdense de 1655 era de orientación calvinista.

Los Cátaros. También surgieron en el siglo XII en el norte de España, sur de Francia y norte de Italia, los Cathari ("los puros"), grupo antirromano en principio no cristiano asociado con los Albigenses, quienes se consideraban los propios, los puros, provenientes de la línea novaciana. Los cátaros estaban relacionados con las ideas gnósticas, pues eran dualistas con cierta mezcla maniquea. Aparte de los principios gnósticos y maniqueos que hemos esbozado en capítulos anteriores, los cátaros enseñaban que había dos iglesias, una buena, (la de ellos) la de Cristo, y la otra mala, la de Roma. Los Albigenses, llamados así por Albi, uno de sus principales centros, se oponían a las doctrinas romanas del purgatorio, a la adoración de las imágenes y a las pretensiones sacerdotales. En 1179, el tercer concilio Lateranense proclamó una cruzada contra ellos y otros grupos considerados por el papado como herejes; cruzada esta que se dice haber sido la primera vez en que se empleara este método en contra de quienes se llamaban cristianos. Todo eso fue por orden de Inocencio III. Estos grupos fueron extirpados usando el método de arrasar con toda la población de la región, asesinando así tanto a católicos como a cátaros y albigenses. Un concilio eclesiástico reunido en Tolosa en 1229 prohibió a los laicos la posesión de ejemplares de la Biblia, con excepción de los salmos y los pasajes que se hallaban en el breviario, condenando las traducciones vernáculas. Ese mismo concilio sistematizó y elaboró el proceso inquisitorial.

Juan Wycliffe (1320-1384). Nació en Yorkshire (Inglaterra) el llamado "estrella matutina de la Reforma", hijo de una familia de la aristocracia rural. Desde la edad de 15 años sus padres lo dedicaron a la vida eclesial y fue llevado a estudiar teología en la Universidad de Oxford, en ese entonces la segunda en Europa después de la de París, llegando a ser un brillante maestro de la filosofía escolástica y teología. En su formación teológico filosófica fue profundamente influido por Agustín y el platonismo; también recibió influencia de Tomás de Aquino y Duns Escoto. En 1372 obtuvo el grado de doctor en teología y en 1374 recibió del rey la parroquia de Lutterworth, cargo que ocupó hasta su muerte. En ese mismo año hizo parte de una comisión real enviada a Brujas (Bélgica) a fin de discutir con delegados papales lo relacionado con los abusos por el envío a Inglaterra de tantos eclesiásticos extranjeros, asunto que tenía relación con lo de las provisiones o impuestos, grandes sumas de dinero, que Roma exigía al pueblo inglés. Esas conversaciones fracasaron, pero sirvieron a Wycliffe para madurar sus pensamientos y convertirse en un severo crítico y enemigo acérrimo del sistema eclesiástico establecido y en especial de la jerarquía romana.
En 1376, en su tratado De Civili Dominio (El dominio civil) así como en el Determinio quædam de Dominio (sobre el dominio divino), explica que toda propiedad es de Dios y que Dios concede el uso de los bienes temporales al recto y fiel, de lo contrario se pierde. Consideraba indigno el sistema eclesiástico de su tiempo, de modo que si un miembro del clero tenía por hábito abusar, perdía sus derechos. Asimismo sostenía que los romanos pontífices eran falibles y no los consideraba indispensables para administrar la iglesia, y que un papa mundano era un hereje que debía ser quitado del puesto. Es de suponer la lluvia de quejas y acusaciones en su contra, a tal punto que en varias ocasiones fue citado que compareciera ante las autoridades eclesiásticas para responder por sus actos. En 1377 el arzobispo Sudbury ordenó a Wycliffe comparecer ante el obispo de Londres, pero fue acompañado por varios protectores con influencia en la corte, entre los cuales se armó una disputa tal que impidió que se continuase con el juicio.
El hecho de que el parlamento inglés se inspirara en sus tratados para corregir los abusos eclesiásticos y cercenaran la recolección de rentas papales del avariento pontificado aviñonés, que desangraba las arcas inglesas, fue favorable a Wycliffe ante las pretensiones papales en su contra. En 1378 se dio el "gran cisma de occidente", cuando el catolicismo romano se dividió por más de cuarenta años. En ese año unos cardenales abogaban a favor de Urbano VI como papa y por Roma como sede, y otros por Clemente VII, con residencia en Avignon. Esto acabó de destruir la confianza y credibilidad de Wycliffe en el papado romano, llegando a afirmar que el papado era identificable con el anticristo.
En uno de sus tratados sobre eclesiología, abordó la doctrina agustiniana de la predestinación, concluyendo que la verdadera iglesia es integrada sólo por los elegidos de Dios, y en consecuencia ninguna iglesia visible puede negar la entrada ni excluir a los miembros. Criticó al sistema monacal. Enseñó el sacerdocio de todos los elegidos, afirmando que el Nuevo Testamento no reconoce distinción alguna entre sacerdotes y obispos. Condenó el culto a los santos, las reliquias y las peregrinaciones. Su Summa Theologiæ es una recopilación de sus tratados en latín; y una serie de opúsculos reunidos en el Trialogus, en donde denuncia la transubstanciación como precedente de la doctrina de la consubstanciación, de Lutero. Para Wycliffe, el Señor está en el pan sólo en un sentido sacramental, espiritual y virtuoso. Repudió las indulgencias y las misas por los muertos, no obstante creyó en la existencia del purgatorio. Varios de estos argumentos no encontraron apoyo entre el equipo de teólogos de Oxford, y muchos de ellos se opusieron a Wycliffe, sobre todo cuando la universidad pasó a manos de sus enemigos, y fue cuando se vio forzado a retirarse a su parroquia de Lutterworth hasta su muerte.
Wycliffe tradujo la Biblia (Vulgata) al inglés e insistía en que las Escrituras son la autoridad suprema, debiendo ser estudiada tanto por los eclesiásticos como por los laicos. Despachó "predicadores itinerantes", los cuales no llevaban denominación uniforme, y predicaban las sencillas verdades de la Biblia por los caminos, en las plazas, en los patios de los templos, cosa inusitada en ese tiempo por los párrocos; comían y se abrigaban con lo que se les ofreciera. Los escritos de Wycliffe y el fruto de sus predicaciones produjo un gran número de seguidores, los lolardos. Algunos de ellos fueron quemados vivos en la hoguera, pero ejercieron gran influencia en Bohemia y fueron uno de los factores que contribuyeron a la Reforma.
En 1415, el concilio de Constanza condenó a Wycliffe por 260 diferentes cargos, ordenando la quema de sus escritos y que sus huesos fuesen exhumados y arrojados del cementerio. En 1428, cumpliendo una orden del papa Martín V, el obispo Fleming se encargó de desenterrarlos, quemarlos y arrojar las cenizas en un río cercano. De esa manera, la ramera, la supuesta representante de Cristo en la tierra, ebria de la sangre de los santos de Jesús, no respetaba ni los despojos mortales de un hombre que creía en la veracidad de la Palabra de Dios.

Juan Huss (1373-1415). Habiendo sido en Inglaterra fuertemente reprimido el movimiento de los lolardos, las ideas de Wycliffe fueron difundidas y ampliamente aceptadas en Bohemia (República Checa), en especial por la predicación del sacerdote Juan Huss, a la sazón rector de la universidad de Praga, quien aceptó moderadamente las ideas reformadoras de Wycliffe, y predicaba contra los abusos del clero y el primado romano, en una época cuando el clero católico romano era el mayor terrateniente de Europa. Huss insistía en la Biblia como regla de vida.
De humilde cuna, quedó huérfano de padre a temprana edad y su madre se esforzó para que estudiara filosofía y teología en la recién fundada Universidad de Praga, llegando a ser profesor allí mismo, enseñando las Sentencias de Pedro Lombardo. Rodeado de un clero mundano y corrompido, Huss, como sacerdote, ni aun sus más despiadados enemigos pudieron haber hallado nada malo en su vida privada y empezó a ser mal visto porque desde su púlpito en la capilla de Belén denunciaba los males existentes en la jerarquía, desde el cura párroco hasta el papa. En su obra Tractatus de Ecclesia afirmaba que la cabeza de la Iglesia no es Pedro, sino sólo Cristo, que los papas son falibles y muchos habían sido herejes.
Su predicación motivó que en el año 1410 se condenasen 75 proposiciones de Wycliffe, y Huss protestó ante una orden del papa Alejandro V de quemar esos escritos, y esos hechos provocaron que el arzobispo Sbinko lo excomulgara. Huss apeló ante el antipapa Juan XXIII*(3) (elegido en el concilio de Pisa), pero éste también lo excomulgó poniendo a la ciudad de Praga en interdicto, debido a que Huss también se le opuso por la bula que expidió otorgando indulgencias a todos los que contribuyeran y/o se alistaran en la cruzada contra Ladislao rey de Nápoles y protector de Gregorio XII, el papa rival en Roma. Huss dejó la ciudad de Praga en 1412, pero siguió predicando sus ideas. Por petición del emperador Segismundo aceptó presentar su caso ante el concilio de Constanza, siempre que se le proveyera salvoconducto imperial, lo cual no fue respetado, pues allí fue arrestado y encarcelado. Allí Juan Huss apeló a Cristo como juez supremo, pero no quiso retractarse y el concilio condenó 45 proposiciones de sus escritos y después de varios años, el 7 de junio de 1415, fue condenado como hereje, quemado vivo en la hoguera, siendo sus últimas palabras audibles: "Kyrie Eleison, Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu".
*(3) Baltasar Cossa, quien como papa romano tomó el nombre de Juan XXIII, figuró en la historia del catolicismo romano como un antipapa, y por tal razón, cuando en 1958 Angel José Roncalli fue elegido papa, tomó el nombre de Juan XXIII, para continuar con la "legitimidad".

Jerónimo Savonarola (1452-1498). Nació en Ferrara (Italia), hijo de padre humilde y de madre de noble carácter y nieto de un piadoso médico, que solía ayudar a los pobres. Por el desengaño de un temprano amor, este apasionado joven, pasados los veinte años se unió a los dominicos en Bolonia, interesándose por los escritos de Tomás de Aquino y distinguiéndose por sus cualidades oratorias; pero los seis años que permaneció allí ejercieron en él la influencia necesaria para desarrollar su indignación por la disipación y frivolidad reinante en los círculos eclesiásticos. Eventualmente fue enviado a Ferrara a predicar, pero entre sus coterráneos al parecer impresionó muy poco.
Una guerra lo obligó a irse a Florencia en 1481, pero su traslado también guarda relación con el hecho de que el gran humanista Pico de la Mirandola, impresionado por su predicación, lo recomendó ante Lorenzo de Médicis, de la aristócrata familia gobernante en Florencia, y en donde se estableció en el convento de San Marcos, casa de los dominicos reformados, y en donde asimismo tuvo el encargo de instruir a los novicios, a quien de paso contagió con su ardiente celo por la justicia de Dios. Su verdadera fama como predicador la adquirió después de unos diez años de haberse hecho miembro de la comunidad de San Marcos, y en 1492, año en que murieron Lorenzo de Médicis y el papa Inocencio VIII, fue nombrado prior en San Marcos.
Savonarola se había sublevado contra la corrupción de los papas Sixto IV (Francesco della Rovere) e Inocencio VIII, quienes eventualmente promovieron la guerra a los Estados italianos en su afán de conquistar reinos para sus hijos, y el dominico en sus prédicas también denunciaba que estos pontífices romanos habían hecho de la corte papal un lugar de citas de rameras y libertinos. Solía llamar a sus oyentes al arrepentimiento antes de un inminente juicio de Dios sobre la tierra como castigo divino por los pecados y frivolidades de los hombres. Tomó parte activa en la formación del nuevo gobierno de Florencia, una república democrática, impulsando un programa de reformas que dio su fruto sin derramar una sola gota de sangre, pues los Médicis habían sido expulsados de la ciudad, llegando a ser Savonarola en su momento el personaje más influyente de Florencia.
Las costumbres mundanas de la ciudad fueron cambiadas por una sencilla vida ciudadana. Las mujeres dejaron sus joyas y lujosos vestidos; la gente dejaba los vicios, y la música mundana dio paso a los himnos en las calles y la lectura de la Biblia; los comerciantes y banqueros devolvieron sus ilícitas ganancias; los templos se veían repletos en aquel avivamiento, y en la celebración del carnaval de 1497, las gentes quemaron en la plaza pública los libros obscenos y cuadros indecorosos, las máscaras y disfraces, las pelucas y postizos, etcétera, y todos afluían a la plaza al canto de himnos piadosos, lo que dio en llamarse la "quema de vanidades". A menudo Savonarola decía que la Iglesia sería renovada después de un período de azotes.
Rogaba a los florentinos aceptar a Cristo como su Rey; y a toda Italia, a los príncipes y prelados, a que se arrepintieran y volviesen a Cristo. Pero todo esto le atrajo enemigos, y muchos se fueron a Roma, y el papa Alejandro VI (el español Rodrigo Borgia) quiso atraérselo astutamente ofreciéndole el capelo cardenalicio, y luego con varias convocatorias a presentarse a Roma, y la respuesta siempre fue negativa; en consecuencia el papa lo excomulgó y amenazó a Florencia con el interdicto si no lograban hacer callar a este dominico. Esto, los enemigos políticos y el deseo de muchos de volver a sus antiguas costumbres licenciosas, hizo que la opinión pública aumentara en su contra. Savonarola apeló a los reyes de España, Francia, Inglaterra, Hungría y Alemania solicitándoles que convocaran un concilio general que declarase que Alejandro VI ni era papa ni verdadero cristiano, pero muchas de esas cartas cayeron en manos del papa.
Un franciscano, Francisco di Puglia, desafió públicamente a Savonarola a que probara que no era un hereje, ni un falso profeta, ni un cismático; que lo probara mediante las antiguas ordalías del fuego. Savonarola cayó en la trampa y consintió, pero un temporal de lluvia y disputas en cuanto al motivo de procedimiento, este espectáculo fue suspendido y las veleidosas multitudes tuvieron al dominico por culpable, quien tuvo que refugiarse en su convento, pero fue encarcelado y sometido a juicio por unos comisionados papales, quienes traían la orden de que el fraile de todas maneras muriese. Después de cuarenta días de cárcel y tortura, se decidió su muerte junto con dos de sus más fieles seguidores, Fray Domenico y Fray Silvestre. El 23 de mayo de 1498 fueron ahorcados y sus cuerpos quemados en la gran plaza de Florencia. En el momento de la ejecución, el obispo de Vasona, le dijo: "Yo te separo de la iglesia militante y de la iglesia triunfante", a lo cual Savonarola le respondió: "Eso está por encima de vuestros poderes".
Habiendo vivido en la época conocida como el Renacimiento y su implícito humanismo, Savonarola escribió libros, tratados, poemas y sermones; trata sobre filosofía y teología, sentando la doctrina de la salvación por la fe, no por las buenas obras; de la vida cristiana según la enseñanza de la Palabra de Dios más bien que en tradiciones y costumbres. Doctrinalmente no aportó nada nuevo, pero su valeroso enfrentamiento con la mundanalidad implícita en la organización católica romana y su sistema corrupto, la contribución literaria y denuncia pública de los males morales de su tiempo, lo destacan como indiscutible figura de los que prepararon el camino de la Reforma del siglo XVI.

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