sábado, 6 de enero de 2007

V. Sardis (3a. parte)

Capítulo V.
S A R D I S
(3a. parte)

Los grandes movimientos y denominaciones
Los orígenes de los diferentes movimientos y organizaciones eclesiásticas del protestantismo no fueron puramente religiosos. Entraron en juego otros factores como los políticos, nacionales, sociales y personales. Las iglesias nacionales se interesaron más por perpetuar su institución que en serle fieles al Señor y servirle conforme la enseñanza de Cristo, y por eso es que en el siglo XVIII surge una nueva reacción aún dentro de Sardis. Se trata de los que se negaron a seguir participando de las iglesias nacionales, ora porque tuvieron nuevas luces sobre ciertas verdades bíblicas, ora porque se negaban a seguir participando del pecado ajeno u otras razones, pero optaron por abrirse paso con otro avivamiento, pues del primero sólo había quedado el recipiente donde había bebido la primera generación; sólo quedaba la conformación externa, y se abrieron bajo la bandera y pretexto de doctrinas resaltadas, abriendo primero iglesias disidentes, las que más tarde dieron lugar a la formación de las grandes denominaciones históricas, pero estas grandes organizaciones denominacionales corrieron la misma suerte, de tal manera que se siguen disputando la posesión de la mejor organización, del vaso más reluciente, donde a duras penas quedará alguna gotita de la primera bendición de Dios. Para que el vaso sea perfectamente lleno de la gracia y bendición genuina de Dios, es necesario ir al principio bíblico, a la norma de Dios. Por eso es que las obras de Sardis resultan ser buenas, pero no perfectas. Es necesario saber cómo se recibieron las cosas de Dios al principio. Ahí están en la Biblia. Ahí está el depósito completo. Claro que los reformadores restauraron la lectura de la Biblia a los idiomas vernáculos pero con el agravante de que no fue entendida y obedecida en su justa medida. Los hombres prefirieron abrir los estatutos, las normas hechas por los otros hombres, seguir las herencias y tradiciones religiosas, los compromisos políticos, que abrir el libro de los Hechos, las epístolas apostólicas, el Apocalipsis y seguir el derrotero fijado por el Señor.
Dentro del panorama reformista inglés hubo una época en que se vislumbraban tres diferentes tendencias: el elemento romanista, que propugnaba por una nueva unión con Roma; el anglicano, que estaba de acuerdo con la moderada reforma de Enrique VIII e Isabel I, y un tercer grupo de protestantes radicales, de donde surgieron los puritanos, congregacionales, bautistas, cuáqueros, metodistas, y otros. Al comienzo las personas que organizaron las iglesias independientes fueron sometidas a severa persecución y oposición por parte de los dirigentes de las iglesias nacionales europeas, acusándolos de causar divisiones y tildándolos de sectarios. Pero téngase en cuenta que las iglesias nacionales, habiendo acabado muertas, además de los verdaderos hijos de Dios, los que entraban a pertenecer por la fe, incluyeron por el bautismo a los no creyentes; entonces los que se apartaron fueron de los que en verdad habían creído, y habiendo sido tocados por el Espíritu Santo, salían de en medio de las hijas de la gran ramera. Pero las nuevas congregaciones también acabaron muertas. ¿Está el protestantismo muerto del todo? No, porque hay en su seno unas pocas personas sin contaminarse, las cuales son usadas por Dios poderosamente.
Queremos dejar sentado que círculos religiosos romanistas, para defender su postura y otros oscuros motivos, han insistido en la desinformación de que los movimientos protestantes que han penetrado en los países del tercer mundo y en especial a los de América Latina, se apegan a la Biblia como criterio único e inefable de fe y moral y la siguen literalmente porque se basan en un fundamentalismo norteamericano. No es raro que se trate de una secuela de algún coletazo del fantasma de la famosa teología de la liberación, y soterradamente se identifique con suspicacia al protestantismo con el capitalismo asociado con el imperialismo norteamericano. En el presente estudio no hacemos un análisis exhaustivo del asunto, pero sí tratamos de presentar la verdad de tal manera que se aclare que los grandes movimientos protestantes mayormente se originaron en Europa, incluso antes del desarrollo de los países en el territorio norteamericano, y que los movimientos protestantes norteamericanos, por principios constitucionales, no fueron oficializados ni relacionados con el Estado. Se sabe que los colonizadores pioneros de Norte América fueron muchos de los hermanos protestantes que huían de las persecuciones de que eran objeto por parte de los intolerantes magnates religioso políticos europeos.

Anabaptistas. Ya hemos comentado que por razones de herencia proféticamente analizadas, el luteranismo y la Reforma en general en muchos aspectos constituyeron una continuación del sistema católico romano, pues en principio el luteranismo rechazó sólo aquellas características del catolicismo que al parecer de los reformadores iban en contrasentido de las Escrituras. En muchos territorios europeos las iglesias reformadas pretendieron ser "la iglesia" en su respectivo país, tratando de hacer entrar en la iglesia visible a todos los que naciesen en la comunidad, no obstante que uno de los principios fundamentales de la Reforma era la salvación por la fe. Incluso en la Dieta de Augsburgo, hubo alguna disparidad entre las confesiones de fe presentadas por separado por Lutero y por Zwinglio. En medio de toda esa confusión, se levantaron grupos de reformadores radicales (unos más radicales que otros), que tenían a las Escrituras como su autoridad y deseaban volver al cristianismo primitivo, rechazando todo lo que había venido por medio del catolicismo romano, trabajando en la formación de iglesias no identificadas con el mundo, compuestas por personas que hubiesen experimentado el nuevo nacimiento.
En los comienzos de la Reforma, entre los que lideraban a los más radicales, estaban Andrés Carlstadt y Tomás Müntzer, cercanos colaboradores de Lutero al comienzo, quienes estaban ansiosos por acabar con todos los remanentes de la "iglesia papista" y de los opresores de toda índole; le dieron a los laicos tanto el pan como el vino, rechazaron las imágenes, algunos sacerdotes y monjes se casaron (esto lo dejaron a la conciencia individual), cayeron en desuso la confesión y los ayunos, se permitió el idioma germano en el sermón y la eliminación gradual de los altares, se abolieron las asociaciones religiosas, suprimieron el bautismo de niños por ser contrario a las Escrituras, y volviendo a bautizar a los adultos, razón por la cual fueron llamados anabaptistas (rebautizadores). Recuérdese que el bautismo de niños es basado en las doctrinas de Agustín de Hipona. No se puede determinar con precisión cuándo se originaron los anabaptistas; pero se tiene conocimiento de que un centro de los primeros anabaptistas fue Zürich, pues se asociaron con Conrado Grebel (1498-1526), Félix Manz y Jorge Blaurock, integrantes de prominentes familias y antiguos colaboradores de Zwinglio en Sürich, Suiza, pero que iniciaron un movimiento aun más radical que el de Zwinglio, movimiento que se conoce como los Hermanos Suizos, quienes establecieron contacto con Carlstadt. Grebel fue ejecutado, ahogándolo, por orden del concejo municipal.
Los anabaptistas fueron perseguidos tanto por el papado como por protestantes, porque veían en ellos unos revolucionarios peligrosos, que transtornaban el orden establecido; además, debido a que bautizarse de nuevo era un delito que se pagaba con la muerte, de acuerdo con el código de Justiniano, incorporado en el Corpus Iuris Civilis (Código Civil vigente en Europa en esa época). Los anabaptistas también rechazaron el modelo de la simbiosis iglesia-sociedad estatal, identificando el bautismo con la profesión de fe de un creyente en Jesucristo. Reunían a los creyentes en congregaciones separadas del mundo, deseando volver al cristianismo del primer siglo y liberarlo de las corruptas innovaciones de Roma. Lutero los llamó fanáticos, en parte porque algunos, los más radicales, quisieron llegar a extremos peligrosos como el de incitar a matar a ciertos impíos. Los anabaptistas constituyen asimismo las raíces del posterior surgimiento de importantes movimientos como los bautistas y los cuáqueros.

Menonitas. Este movimiento tuvo sus raíces en el anabaptismo. Toma su nombre de Menno Simonis (1496-1561), nacido en Frisa Occidental, quien originalmente fue ordenado ministro anabaptista después de haber sido consagrado sacerdote al servicio del catolicismo romano, pero un año después de haber sido ordenado sacerdote tuvo dudas en cuanto a la eficacia de la misa. Todavía al servicio del romanismo, y estudiando la Biblia, fue conmovido profundamente por la ejecución de anabaptistas en su región. Por otro lado, por su estudio escriturario, tuvo el convencimiento que tanto el catolicismo romano como las corrientes protestantes estaban en error en cuanto a la práctica del bautismo infantil. El 30 de enero de 1536, Menno Simonis renunció públicamente a sus vínculos con el catolicismo romano. Se refugió muchos años en los países bajos, víctima de persecuciones, pero pese a éstas, extendió sus labores misioneras hasta Alemania, Dinamarca, Holanda, escribiendo, organizando congregaciones, y fueron redactadas varias confesiones de fe. Los menonitas llegaron a ser numerosos en Holanda y en varias regiones de Alemania. Obligados por la persecución, y negándose a la resistencia armada, los menonitas se dispersaron extensamente, llegando incluso a establecerse en el territorio del continente americano.

Los puritanos y el Nuevo Mundo. En Inglaterra gran parte de los protestantes se identificaron con el calvinismo, dando origen a los llamados puritanos, que más tarde colonizaron muchas de las tierras de América del Norte. Recuérdese que el barco Maryflower zarpó de Inglaterra en 1620 con un grupo de Separatistas que fundaron a Plymouth; eran los llamados padres peregrinos. Sus raíces se remontan desde el reinado de Enrique VIII. Muchos de ellos se refugiaron durante el reinado de María Tudor, hija de Catalina de Aragón, y reinando Isabel I tuvieron contactos con los hermanos de Basilea, Estrasburgo y otras ciudades donde se había desarrollado la Reforma. Enseñaban los puritanos la teología de los convenios o pactos, en la cual las promesas que Dios les había hecho a los hombres, estaban condicionadas a la obediencia del hombre. Comprendía el pacto de gracia entre Dios y Sus elegidos, y el pacto de obras entre Dios y Adán como representante de toda la humanidad. Reprobaban el episcopalismo en favor del presbiterianismo y no deseaban dejar de pertenecer a la Iglesia Anglicana, aunque un grupo importante de ellos anhelaba una iglesia más autónoma, igual a aquellas establecidas en Ginebra y Escocia. Durante el reinado de Isabel, Tomás Cartwright, nombrado profesor en divinidad en Cambridge en 1569, fue uno de los grandes exponentes del puritanismo presbiteriano.
Durante el reinado de Jacobo I (reinó entre 1603 a 1625), sucesor de Isabel, influyeron para que se realizara la más famosa de las traducciones bíblicas al idioma inglés, la versión del Rey Jacobo, hecha por cincuenta y cuatro eruditos de la época, por encargo de este monarca y publicada en 1611. Se destaca la figura del puritano Juan Milton, íntimamente relacionado con el gobierno de Cromwell (1653-1658), quien se escapó de la horca, y es muy conocido por su obra El Paraíso Perdido, en la que describe el drama humano bajo la perspectiva cristiana. En esa época se impuso el elemento independiente o congregacional en las toldas puritanas. Después de la guerra de 1688, se protocolizó su independencia de la Iglesia de Inglaterra, obteniendo derechos como organizaciones separadas. De los puritanos surgieron tres grandes denominaciones, la Presbiteriana, la Congregacional y la Bautista, las cuales, como todas las demás agremiaciones protestantes inglesas, ya para la primera mitad del siglo XVIII en un frío formalismo, llevados más por una creencia intelectual que por una vida de fe subjetiva. El racionalismo y el materialismo lo iban invadiendo todo, y las organizaciones protestantes oficialmente establecidas en muchos países europeos entran en una especie de letargo y aburguesamiento.

Bautistas. Los bautistas tuvieron su origen en Inglaterra en tiempos de Jacobo I, y su nombre les vino porque rechazaban el bautismo infantil, y hacían énfasis en que fuese administrado solamente a los creyentes cristianos, de ahí su apelativo. Ese fue el principal aporte bautista en el trabajo de la restauración de la Iglesia, y su teología fue originalmente de carácter calvinista. Los primeros bautistas se contaban dentro de los separatistas (congregacionales) anglicanos, los cuales abogaban por la formación de iglesias "reunidas", no compuestas por los habitantes de un área dada, sino sólo por los que conscientemente eran cristianos. La primera iglesia bautista inglesa comenzó en Amsterdam bajo el liderazgo de Juan Smith (murió en 1612), un graduado de Cambridge, de corriente teológica arminiana. Fueron los ascendientes espirituales de los Bautistas Generales de Bretaña. Tomás Helwys, antiguo discípulo de Smith, después de haberse desasociado de los menonitas, fundó en 1612 fuera de los muros de Londres la que parece haber sido la primera iglesia bautista en suelo inglés.
Después de la muerte de Jacobo I, como una secesión de los separatistas, surgen los llamados Bautistas Particulares, pues creían en una expiación restringida, particular, limitada sólo para los elegidos, de teología de la línea calvinista. Estas dos corrientes bautistas, la de carácter general de la expiación de Cristo (arminiana) y la particular (calvinista), continuaron separadas hasta fines del siglo diecinueve. La característica actual del movimiento bautista es más bien simple. Cada congregación es autónoma de tipo democrático, regidas por un pastor y un consejo de diáconos, encargados del cuidado espiritual y material de la comunidad, y por lo general son enemigos de la centralización. Existe una Alianza Bautista Mundial que se reúne periódicamente con delegados de todo el mundo. Fue famoso el predicador bautista de Bedford, Juan Bunyan (1628-1688), autor de su autobiografía La Abundante Gracia para el Primero de los Pecadores, donde narra la ardiente fe que experimentó después de una prolongada lucha ante una honda depresión; pero es más conocido por su difundida obra escrita en la cárcel, El Progreso del Peregrino, una hermosa alegoría de la conversión y la vida cristianas, hoy conocida hasta por versiones cinematográficas.
Los bautistas se han caracterizado por ser grandes misioneros, y en 1638, Roger William y Juan Clarke, fueron los primeros bautistas de relevancia llegados a territorio americano. Actualmente en Estados Unidos están divididos en la Convención del Norte y la Convención del Sur, a raíz del conflicto racial llamado la Guerra de Secesión.
En 1792 fue organizada la Sociedad Misionera Bautista, impulsada principalmente por el británico Guillermo Carey (1761-1834), de una humilde familia, maestro autodidacto, zapatero, misionero en la India y pastor espiritual. Empezó su trabajo con la sola ayuda de unos pocos amigos, partiendo para la India en 1793. En 1801 tradujo el Nuevo Testamento al bengalí, llegando a fundar más de 150 escuelas, dos sociedades agrícolas y una caja de ahorros.
En el siglo XIX corren en Europa fuertes vientos de liberalismo teológico, concebidos como secuela de pensadores de la línea del Francés Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), de los alemanes Emmanuel Kant (1724-1804) y Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831), del escocés David Hume (1711-1776), entre otros, como un reverdecimiento del racionalismo de la centuria precedente; y esa teología liberal relacionada con la alta crítica, provocó una profunda crisis espiritual incluso en círculos bautistas ingleses, con sus repercusiones por muchos países del mundo. Para hacerle frente a esa situación, el Señor levanta un gran predicador bautista de la línea teológica calvinista, el pastor Carlos H. Spurgeon (1834-1892), apodado el "príncipe de los predicadores". Inusitadamente en la época, logró atraer al evangelio ortodoxo las masas obreras, endurecidas y decepcionadas del elitista anglicanismo.

Cuáqueros. En tiempos del gobierno de Oliverio Cromwell en Inglaterra (1649-1660), surgen los cuáqueros, como uno de los grupos radicales asociados con el puritanismo inglés. El nombre oficial del movimiento era la Sociedad de los Amigos, fundado por Jorge Fox (1624-1691), hombre de origen humilde, con la sola cultura que un amplio conocimiento de las Escrituras. De formación puritana, Fox, a edad temprana se horrorizaba del contraste entre la profesión del cristiano nominal y su vida práctica, sufriendo durante cuatro años una severa depresión espiritual, anhelando tener un acceso libre y directo a Dios. No encontrando ayuda eficaz entre los sacerdotes y predicadores, llegó a tener un desdén por ellos, llegando asimismo al convencimiento de que la verdad salvífica no se encontraba necesariamente en las elaboradas confesiones de fe. En el año 1647 su vida dio un vuelco cuando pudo sentir la realidad de Cristo en su vida, y esa Luz Interior le impulsó a ser un hombre nuevo, renunciando a la práctica de la hipocresía y el formalismo religioso; insistiendo en la sencillez en el vestir, en el comer, en el hablar; demandó un trato justo para los desprotegidos, como los indios americanos, los presos en las cárceles; se pronunció en favor de la tolerancia religiosa universal; en la sociedad cuáquera enseñaban que el cuerpo de creyentes no debía tener sacerdote ni ministro con salario, y otras muchas facetas que le valieron la cárcel muchas veces. Viajó predicando por Inglaterra, Gales, otros países europeos y América, donde se multiplicaron sus seguidores. El nombre del movimiento, cuáquero (quaker), se deriva del hecho de que Fox conminaba a sus jueces a temblar (quake) ante Dios. Muchos de ellos fueron perseguidos y hasta ejecutados aun en tierras americanas.
Un famoso dirigente y distinguido teorizante del movimiento cuáquero en la segunda mitad del siglo XVII fue Guillermo Penn, hijo de un almirante inglés en tiempos de Carlos II, quien definitivamente se estableció en las colonias inglesas de Norte América, en donde fundó una prominente comunidad cuáquera.

Presbiterianos. El origen del movimiento presbiteriano se relaciona con Juan Knox en Escocia e Irlanda. En los Estados Unidos está relacionado con la predicación de Jonatán Edwards (1703-1748) y el gran despertar. Jonatán se graduó en la universidad de Yale y sucedió a su abuelo materno Salomón Stoddard como ministro en la iglesia congregacional de Northampton; solía combinar el calvinismo con el neoplatonismo. El presbiterianismo tiene también raíces puritanas inglesas, pero se le introdujeron aires de teología liberal en el siglo XIX. Su nombre se deriva debido a que sus congregaciones se gobiernan por el sistema de un consejo de ancianos (presbúteros), con un pastor con determinadas funciones pero de igual autoridad. Sus características son muy parecidas a los Congregacionalistas, también de convicciones calvinistas al menos en sus orígenes, pero el Consejo Nacional de Iglesias Congregacionalistas no ha podido evitar la introducción en sus filas de la teología liberal, la alta crítica alemana y el pragmatismo.
En los Estados Unidos en 1789, después de la guerra de independencia, los presbiterianos, al igual que otras confesiones protestantes, formaron una Asamblea General autónoma de tipo nacional e independiente de la matriz europea, aunque no de carácter "oficial", pues desde sus comienzos en Estados Unidos ha habido total libertad religiosa. Los presbiterianos se han dividido en varias ramas denominacionales, de las cuales sólo en los Estados Unidos hay más de diez.

Metodistas. En la primera mitad del siglo XVIII, debido sobre todo a la tolerancia y libertad religiosa, los círculos eclesiásticos ingleses sufrieron un decaimiento espiritual, pero en medio de aquel aburguesado clero anglicano surge un gran despertamiento, preferencialmente porque el Señor levantó hombres de fe de la talla de Juan y Carlos Wesley y Jorge Whitefield, ardientes propagadores de la fe, de los cuales Whitefield era el más destacado y elocuente predicador. Carlos compuso centenares de himnos. Jorge Whitefield (1714-1770) nació en Gloucester (Inglaterra) en una familia pobre. Estudiando en la universidad de Oxford en 1733, su vida se asoció estrechamente con los hermanos Wesley, con quienes el Señor restauró otros aspectos en Su Iglesia, como aquello de destemplizarla. Whitefield, anglicano como los hermanos Wesley, viajó predicando por el territorio de las Trece Colonias americanas, llegando incluso a conmover al ultra práctico y tan poco ortodoxo en materia religiosa, Benjamín Franklin; tuvo muchos seguidores principalmente entre los presbiterianos y congregacionales. Cuando Whitefield se separó de los Wesley, levantó una agrupación llamada los Metodistas Calvinistas Galeses. Nótese que cada avivamiento surgido provocaba nuevas divisiones en los diferentes movimientos protestantes. Es una constante; los que se apoyan en el statu quo de actitud fría y racional terminan por no entenderse con los verdaderamente involucrados en un avivamiento espiritual, o simplemente porque no estaban de acuerdo con ciertas manifestaciones y excesos emocionales.
El de los Metodistas en Inglaterra y Norte América fue de los grandes movimientos surgidos de la Reforma, en el cual representaron un papel muy importante Jorge Whitefield y Juan Wesley (1703-1791), nacido en Epwort en una familia ancestralmente pastoral. Juan y Carlos eran hijos del clérigo anglicano Samuel Wesley (1662-1735), hijo a su vez de un clérigo disidente. Juan estudió teología y literatura en Oxford, y se destacó por ser el dirigente y estadista del movimiento metodista. Su talento peculiar era la organización y la administración. Fue ordenado sacerdote de la iglesia anglicana en 1728, y como clérigo anglicano venía sintiendo un gran vacío espiritual, no obstante que en Oxford había fundado con su hermano Carlos y Jorge Whitefield, un Club Santo, o reuniones para fomentar la santidad, sin que faltaran las intenciones de dar un buen testimonio al resto de estudiantes; el vacío seguía manifestándose. En 1735 fue decisivo para él tener su primer contacto con los hermanos moravos relacionados con el conde Zinzendorf; y de quienes obtuvo el conocimiento experimental de la vida en el Espíritu, tal suceso ocurrido en el buque durante el viaje misionero que hizo con su hermano Carlos a Georgia, llegando a conocer y relacionarse con Spangenberg, uno de sus dirigentes. Una vez de regreso en Londres, experimentó su repentina conversión, gracias a la intervención del pastor moravo Böhler, iniciándose un período de avivamiento espiritual y se interesaron por evangelizar a los pobres, analfabetas y marginados.
Juan y muchos miembros del movimiento recibieron también impresión profunda de William Law (1686-1761), místico notoriamente influido por Jacob Boheme, y autor de Un Tratado Sobre la Perfección Cristiana y Un llamado Serio a una Vida Santa y Consagrada. El movimiento no dejó de tener sus inconvenientes para mantener la unidad. Surgieron discrepancias con los moravos, y entre Whitefield y Wesley. Se debe tener en cuenta que Whitefield era calvinista convencido, con la doctrina de la predestinación a bordo, mientras que Juan Wesley había sido cultivado en la teología de la línea arminiana. No obstante, que Wesley quiso siempre mantener a los metodistas dentro del sistema anglicano, no considerándola como una denominación separada, el rompimiento se dio, pues las autoridades anglicanas miraban con recelo ese mover pietista dentro de sus propias toldas. Por sus costumbres disciplinadas, a su movimiento le fue dado el apodo de Metodista, más tarde título oficial de un movimiento mundial. De acuerdo con la costumbre morava, Wesley introdujo en su movimiento los ágapes (fiestas de amor). Él organizó y multiplicó las sociedades dentro del movimiento, pero las entretejió en una organización inclusiva. Recorría las sociedades a lomo de caballo, predicando hasta quince sermones por semana, sin que necesariamente lo hiciese dentro de los recintos de los templos, y eso escandalizó los círculos clericales de su tiempo. Por el estudio de la Palabra, Wesley se convenció que en el Nuevo Testamento los presbíteros y los obispos eran de la misma orden. Al morir, Wesley había convocado un cuerpo de unos 540 predicadores para una población de más de 120.000 adeptos metodistas. En Estados Unidos fueron organizados los metodistas por Wesley después de la guerra de independencia en 1784. A la muerte de Wesley en 1791, fue formalmente constituida la Iglesia Metodista Wesleyana, totalmente desvinculada de la anglicana, que se extendió por muchos países de todos los continentes, y de donde posteriormente, como de todas las grandes denominaciones, se desprendieron ramas disidentes que adoptaron nuevos nombres. El gobierno eclesiástico del movimiento metodista en algunos casos es episcopal y en otros presbiteriano, pero en todos los casos de autoridad jerarquizada.

David Livingstone (1813-1873). Este pionero de las misiones protestantes en el África, nació en Blantyre, Escocia, procedente de una familia humilde y muy religiosa. Al comienzo se preparó suficientemente en teología y medicina para embarcarse como médico misionero en la China, lo cual no fue posible debido a una guerra entre Gran Bretaña y China, yéndose en cambio a Sud África. Por su carácter no denominacional solicitó integrarse a la Sociedad Misionera de Londres. Viajero incansable, en el África negra se interesó por el gravísimo problema de la caza y venta de negros como esclavos, denunciando estos hechos ante las autoridades británicas. Son dignos de mencionar asimismo los hermanos Carlos Grandinson Finney (1792-1875), evangelista y predicador americano en las Islas Británicas; escritor. Es famosa su obra Conferencias sobre Avivamientos de Religión. Dwight Lyman Moody (1837-1899), famoso predicador y compositor de himnos.

Ecumenismo
Por ecumenismo se entiende la unión de las diferentes corrientes, organizaciones, denominaciones, movimientos, misiones del cristianismo nominal, más a nivel institucional que en el marco de la comunión espiritual corporativa. En el siglo XIX, surge dentro del protestantismo el Movimiento Ecuménico, que se extendió a algunos de los cuerpos eclesiásticos orientales y a ciertos individuos que aún militaban dentro del catolicismo romano. Este surgimiento se asocia más tarde con destacados líderes protestantes, como el norteamericano Juan R. Mott (1865-1955), del movimiento de Estudiantes Voluntarios para las Misiones Extranjeras. Se inició este movimiento por una relativa unidad de las diferentes ramas del cristianismo protestante, sobre todo en torno a la cooperación en hacer los planes y acciones a través de las líneas denominacionales, pero sin la participación de los cuerpos eclesiásticos. Los trabajos se inician más a nivel individual o grupal. Al comienzo fueron organizadas muchas asociaciones parciales como las Asociaciones Cristianas de Jóvenes, en 1844; la Alianza Mundial de Asociaciones Cristianas de Jóvenes, en 1855; la Asociación Cristiana Mundial de Señoritas, en 1894; la Unión Mundial de Esfuerzo Cristiano y la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos, en 1895; la Asociación Mundial de Escuelas Dominicales, en 1907. Los movimientos, grupos y personas comprometidas en estas diferentes asociaciones, nunca dejaban de ser leales a sus respectivas congregaciones y denominaciones.
A través de los años hubo muchos intentos de unidad y cooperación entre las distintas corrientes, movimientos, misiones y denominaciones cristianas, y una de las más importantes fue la Alianza Evangélica, iniciada en Londres en 1846, con más de ochocientos delegados de muchos países. Pero por muchos esfuerzos encaminados hacia la unidad, las divisiones crónicas la impedían de tal manera que surgían nuevas divisiones. De las tantas conferencias interdenominacionales mundiales o regionales que se siguieron, es importante mencionar la Conferencia Misionera Mundial, celebrada en Edimburgo en 1910, que vino a ser un hito en la historia del Movimiento Ecuménico, y en donde tuvo parte activa Juan R. Mott, quien la presidió. Esta asamblea fue la autora de dos organizaciones, la Conferencia Mundial sobre Fe y Orden y el Consejo Cristiano Universal por Vida y Obra. Estos dos cuerpos eclesiales, después de 1914, se unieron para formar el Concilio Mundial de Iglesias, conocido como CMI, constituido oficialmente en Amsterdam en 1948, año en que fue constituido el moderno estado de Israel, dándole inicio a las profecías de los últimos tiempos. Se inició con una agrupación de más de cien diferentes denominaciones, incluyendo a varias de las iglesias católicas ortodoxas, asociaciones de jóvenes cristianos católicos de Polonia y la Iglesia Ortodoxa Griega. Las denominaciones bautistas y metodistas son tal vez los más avanzados en materia de ecumenismo. El CMI adoptó el Credo de Nicea a fin de dejar abierta la puerta a todas las confesiones religiosas que estén de acuerdo con sus postulados. Aun dentro del protestantismo, el CMI ha sido criticado por sus implicaciones políticas, por su intenso contacto con el Vaticano, y por los que proclaman un cristianismo basado en la conversión a Cristo mediante un nuevo nacimiento y no a través de educación y tradición.
Respecto del ecumenismo dice Olabarrieta: "Los protestantes aspiran a formar una gran institución universal centralizada parecida a la católica, lo que les descalifica automáticamente para poder ser el pequeño rebaño del Señor. Y además, salta a la vista sin duda alguna que el protestantismo futuro, potenciado por los símbolos y sacramentos a los que apunta Tillich tan claramente, se acerca sobremanera al tronco católico del que salió. Movidos por estas aspiraciones y ambiciones de super-iglesia, han conseguido fundar el Consejo Ecuménico de Ginebra, que alberga a casi todos los protestantes del mundo, desde los presbiterianos de los Estados Unidos hasta los bautistas de Birmania. También han logrado formar la ‘Federación Luterana Mundial’, la ‘Alianza Reformada Mundial’ y el ‘Consejo Metodista Mundial’, cuyas directivas se han ubicado en el mismo edificio que el Consejo Ecuménico de Ginebra". (Santos Olabarrieta. "Cristo y Su Iglesia". Fort Lauderdale, Fl. USA. Pág. 28-29)
El ecumenismo está íntimamente relacionado con la apostasía, relacionada a su vez en primera instancia con la disolución de la legítima expresión de la unión del Cuerpo de Cristo y la dogmatización de errores que se contraponen a verdades fundamentales de las Escrituras que tienen que ver con la vida misma de la Iglesia del Señor. La unión del Cuerpo de Cristo no se consigue con el hecho de que las diferentes vertientes del cristianismo nominal se reúnan y se pongan de acuerdo en muchos aspectos. Como lo dice el teólogo K. Barth: "Toda división, como tal, es un profundo enigma, un escándalo". En la localidad de Corinto, por sus contiendas carnales, ya en sus corazones egoístas los hermanos empezaron a decir: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. Cuando Pablo les escribe por el Espíritu Santo condenando esa actitud, ya estaban a las puertas de protocolizar la división. Si eso se hubiera llevado a cabo, las rivalidades de carácter personal y confesional hubiesen seguido; entonces se habrían levantado algunas voces sensatas y les hubieran propuesto organizar un consejo que se reuniese anualmente con delegados de las cuatro facciones, para tener cierta clase de acercamiento ecuménico. ¿Esto habría resuelto el problema? ¿Se lo habría aprobado el Señor por medio de Pablo? La Biblia dice que no.

Vestiduras sin manchas
"4Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas".
No obstante ser considerado Sardis en su condición global como muerta, hay personas fieles al Señor, líderes que no han manchado sus vestiduras con la muerte, espiritualmente vivos y usados por Dios. Las vestiduras reflejan las obras en fe de los santos, y más que eso, la vida y la acción del Espíritu Santo en el espíritu y en el corazón de la persona, es el andar del creyente y lo que realmente es en su vivir. Ese revestimiento es Cristo mismo reflejado en cada persona. Si la persona tiene manchado su vestido es porque hay contaminación de muerte; no necesariamente por el pecado, porque la naturaleza de la muerte es más contaminante que el pecado.2 En cambio las vestiduras blancas reflejan la pureza, la vida de Dios, la aptitud para andar con el Señor. El Señor tiene muy en cuenta también nuestros nombres como personas individuales, no necesariamente en el sentido corporativo, y en el curso de la historia ha levantado siervos a quienes ha santificado y les ha revelado su voluntad para esa coyuntura histórica en la vida de la Iglesia. Estos gigantes puede que hayan recibido cierta orientación profética o hayan hecho énfasis en alguna verdad o doctrina en particular, y son los instrumentos para eventuales y grandes avivamientos, que las siguientes generaciones no saben conservar, y el Señor se ve precisado a buscar otra persona para darle una nueva gracia, revelación y bendición, con el resultado de un nuevo avivamiento y de una nueva separación, porque los guiados por el Señor son objeto de la oposición de los que no ven el propósito de Dios en las cosas. En la práctica, en todo avivamiento hay separaciones, no causadas necesariamente por la persona escogida por Dios. Lutero no se quería separar, pero el sistema religioso imperante lo separó.

Los vencedores de Sardis
"5El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (vv.5, 6).
¿De qué han de salir victoriosos los vencedores en Sardis? De la muerte que prevalece dentro del sistema del protestantismo. En otras partes de la presente obra hemos explicado que las promesas que aparecen en las siete cartas para los vencedores, son premios que han de tener cumplimiento en el reino milenario del Señor Jesucristo. De acuerdo con el andar en esta era de la gracia, así será la retribución en la era del reino, sin que esto tenga que ver con la salvación, que es un regalo de Dios. Aquí aparecen tres recompensas para los vencedores de Sardis: Vestiduras blancas, no serán borrados sus nombres del libro de la vida y serán confesados sus nombres delante del Padre celestial y Sus ángeles.
De acuerdo con los versos 4 y 5, vemos que el creyente cristiano necesita dos vestiduras. La vestidura del verso 4, representa al Cristo que recibimos y que viene a nosotros dándonos la vida de Dios, siendo hecho para nosotros justificación, redención y salvación en forma objetiva. "Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies" (Lc. 15:22). "Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Co. 1:30). La del versículo 5 representa al Cristo que mora en nosotros, que vivimos en nuestro andar, nuestra justicia subjetiva, por la cual podamos decir como Pablo: "21Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 9Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe" (Fil. 1:21; 3:9).
El nombre del vencedor no será borrado del libro de la vida. Para entender esto es necesario saber que existe un libro en los cielos en donde han sido escritos los nombres de todos los santos escogidos por Dios y predestinados para participar de las bendiciones que Dios ha preparado para ellos, las cuales son dadas en la era de la Iglesia, durante el milenio después que el Señor regrese y por último en la eternidad. "Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Lc. 10:20b). ¿Estás tú seguro de tu salvación? "27Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10:27,28). Si tu nombre está escrito en el libro de la vida ahora mismo estás recibiendo algunas bendiciones tales como la redención, el perdón de los pecados, la vida eterna, la regeneración, la naturaleza de Dios, la santificación, la renovación, la justificación y otras. Si durante este tiempo tú maduras en tu vida espiritual y llegas a ser un vencedor, el Señor no borrará tu nombre durante el milenio, sino que como premio el Señor te permitirá participar con Él en el reino milenial, incluyendo las bendiciones de Su gozo y reposo. "Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor" (Mt. 25:21).
En esta era de la Iglesia, uno como humano necesita de ciertos incentivos para poder cooperar con la gracia de Dios y hacer la correcta y verdadera obra del Señor en la construcción de la Iglesia, pero si tú no avanzas con Él, si te contentas de pronto con ser un creyente más del montón, un niño espiritualmente, no te interesa vencer sobre el statu quo reinante, entonces tu nombre es borrado del libro de la vida durante la dispensación del reino y no tendrás participación con el Señor en él, ni recibirás las bendiciones para ese tiempo. ¿Significa eso que pierden la salvación? De ninguna manera; sino que durante ese tiempo los no vencedores son disciplinados como el siervo malo que fue lanzado a las tinieblas de afuera hasta alcanzar la madurez necesaria para participar de las bendiciones que Dios ha prometido para la eternidad en la Nueva Jerusalén cuando sus nombres serán escritos nuevamente en el libro de la vida. ¿Cuáles son esas bendiciones eternas? El reinado eterno con Dios en la Nueva Jerusalén, el sacerdocio eterno, el árbol de vida, el agua de vida. "3Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. 14Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 17Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" (Ap. 22:3-5,14,17).
Los nombres de los vencedores también serán confesados por el Señor delante del Padre y de Sus ángeles en la era del reino milenial en la tierra. Incluso aquí en este tiempo de vida humana, a las personas les agrada que sus nombres sean confesados delante de altas personalidades y figuras de cierto prestigio. ¿Eso tiene algo que ver con el período de Sardis? Desde sus raíces la historia del protestantismo se ha visto relacionada con la vinculación de altos personajes, emperadores, reyes, príncipes, electores, dignatarios políticos y religiosos, abriéndose paso por medio de la política y la espada. Pero la casa construida por los hombres será dejada desierta (cfr. Marco 23:38).

Pietismo
A lo largo del comentario de Sardis se han destacado algunos hermanos dignos de tenerse por vencedores, y que junto con miles de hermanos la mayoría desconocidos han derramado su sangre en su afán de ser fieles al Señor, buscando acercarse al ideal bíblico de la Iglesia. Asociados con ciertas corrientes anabaptistas, surgen los huteritas, o Hermanos Huterianos, por su líder Jacob Hutter, torturado y quemado en 1536, que practicaron por muchas generaciones la comunidad de bienes, de los cuales se destacaron los de Moravia, y que sufrieron severamente en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Otro grupo de principios anabaptistas fue la Iglesia de los Hermanos, o Taufers, cuyo fundador, Alejandro Mack, con ocho hermanos más, en 1708, movidos por el movimiento pietista, tomaron la decisión de tener a la Biblia como su única regla y guía, y se bautizaron por inmersión en el río Eder. Inicialmente sus centros fueron Schwarzenau, el Palatinado y Marienbborn.
El pietismo fue un despertar a la vida espiritual más profunda, que surgió después de la Guerra de los Treinta Años, cuyas raíces y contribuciones las encontramos en el misticismo alemán prerreformista, en el puritanismo inglés y en los anabaptistas. En el siglo XVII aparece El Verdadero Cristiano, obra del luterano Juan Arndt, que originó el despertar de Felipe Jacobo Spener (1635-1705), considerado como el origen inmediato del pietismo. Cuando el movimiento se extendió, los grupos llegaron a llamarse collegia pietatis, de donde deriva su nombre. Ellos se ocuparon en pro de una reforma moral y espiritual, pues eran testigos de la inmoralidad de muchos clérigos, y el culto tendía a la formalidad y la esterilidad. Era necesario que el Estado interviniera menos en los asuntos de la Iglesia, recalcando, además, la conversión genuina y el cultivo de la vida cristiana. Spéner fue acusado de salirse de los esquemas doctrinales luteranos, pero él creía firmemente que si la persona no estaba auténticamente convertida, viviendo en una rectitud de corazón, las diferencias doctrinales tenían relativamente poca importancia. Los ortodoxos luteranos llegaron a acusar a Spener de 283 herejías. Registramos que eminentes músicos de la talla de Juan Sebastián Bach y Jorge Federico Hændel, extraordinarios compositores de la mejor música religiosa de todos los tiempos, relacionen su educación en el seno de familias luteranas y pietistas, respectivamente.
También el pietismo ejerció fuerte influencia en la Iglesia Reformada Holandesa a través del escocés Andrés Murray, quien ejerció también como misionero en Suráfrica. Sus hijos Juan y Andrés estuvieron en íntimo contacto con un movimiento de avivamiento en Escocia, donde se graduaron. En Utrecht lideraban un pequeño círculo que reaccionaba contra el racionalismo del siglo dieciocho. En Suráfrica se hicieron ministros de la Iglesia Reformada Holandesa. Andrés Murray (hijo) (1828-1917), se destacó como pastor y escritor de libros de amplia circulación dentro de la línea protestante mundial inclinada a los avivamientos y al llamado cristianismo de tipo evangélico.

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