lunes, 8 de enero de 2007

III - Pérgamo (1a. parte)

Capítulo III
P É R G A M O
(1a. parte)


SINOPSIS DE PÉRGAMO

Antecedentes de un matrimonio múltiple
Compromiso matrimonial donde mora Satanás- El trono de Satanás - El altar de Pérgamo - Matrimonio de la Iglesia con el mundo y el Estado - La Iglesia morando en la tierra.

Consolidación del matrimonio infiel
Constantino el Grande y el Edicto de Tolerancia - La Doctrina de Balaam: La corrupción del pueblo santo - El camino de Balaam: Amor al premio de la maldad - El error de Balaam: Los falsos profetas que corren tras el lucro.

Frutos del matrimonio
La falsa conversión de Constantino y la perversión de la Iglesia - La doctrina de los nicolaítas y la creación del clero - El cristianismo: religión oficial del Imperio Romano- Las dos capitales del Imperio: Roma y Constantinopla - Reacciones de los santos: el ascetismo de los eremitas.

Exponentes de la patrística en Pérgamo
Eusebio de Cesarea - Atanasio de Alejandría - Basilio el Grande - Gregorio de Niza - Gregorio de Nacianzo - Ambrosio de Milán - Jerónimo - Juan Crisóstomo - Agustín de Hipona.

Algunas herejías en Pérgamo
La reacción cismática donatista - Arrio y la negación de la divinidad de Cristo en el Concilio de Nicea - Apolinar y la negación de las dos naturalezas en Cristo - Pelagio y la negación de la depravación innata en el hombre - Nestorio y su afirmación de que Jesús al nacer sólo era la persona humana, al que más tarde vino el Cristo, el Logos divino.

Los vencedores de Pérgamo
Tercera recompensa: El Señor les dará a comer el maná escondido y una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo, nombre que sólo conoce el vencedor que lo recibe.

LA CARTA A PÉRGAMO
"12Y escribe al ángel de la Iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13Yo conozco tus obras, y donde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14Pero tengo una pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Baalam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe" (Apo. 2:12-17).

El trono de Satanás
La antigua, rica y pintoresca ciudad griega de Pérgamo estaba ubicada en la Misia, a 12 kilómetros al norte de Esmirna y al noroeste de Asia Menor. Desde el siglo tercero antes de Cristo fue una de las ciudades más importantes del mundo helenístico, provista de artísticos monumentos, con una famosa biblioteca, y bajo el reinado de Eumenes II, allí se fabricó por primera vez el pergamino, que tomó el nombre de la ciudad, para sustituir al papiro como medio de escritura. Pérgamo se destacó por ser un gran centro de idolatría, ciudad de templos y altares dedicados a muchos dioses, a los cuales les ofrecían cultos paganos mientras practicaban toda clase de desenfrenos.
No obstante a lo anterior, sus habitantes eran tolerantes hacia otros cultos, y debido a eso, en Pérgamo no hubo persecución hacia los cristianos como en Esmirna. De la época grecorromana se conservan de sus ruinas la Acrópolis, que incluye entre otros el templo dórico de Atenea Polias, un templo corintio llamado Traianeum, y un templo de estilo jónico, dedicado en un principio a Dionisos y posteriormente al emperador romano Caracalla. También tenían el templo a Esculapio, el dios de la medicina, el que es representado por un humano con una serpiente, al cual se le atribuía poder curativo. Era tanta la actividad idolátrica, que hay corrientes exegéticas que conjeturan que el trono de Satanás, el cual se encontraba desde el principio en Babilonia, sede de su dominio desde cuando lo recibió a la caída de Adán, más tarde a la eventual caída y destrucción de Babilonia, ese trono fue trasladado a Pérgamo, conforme lo dice la carta. Y lo curioso es que se registra la existencia en esta ciudad del Altar de Pérgamo, el altar del templo de Zeus, construido bajo el reinado de Eumenes II, y que hoy se conserva en el Pergamon Museum de Berlín. ¿Será mera casualidad? Zeus era el dios supremo del Olimpo de los griegos; el mismo Júpiter de los romanos, llamado el Optimus Maximus; el mismo dios babilónico Marduk, "señor de todos los dioses del cielo y de la tierra", según ellos; lo cual no es otra cosa que una especie de materialización del mismo diablo en procura de la adoración de los hombres.
Al desglosar con más detenimiento la aseveración anterior, debemos trasladarnos a la Biblia para saber el lugar aproximado de la ubicación topográfica del Edén, escenario de la caída de Adán. En Génesis 2:10-11,13-14 dice: "10Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. 11El nombre de uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro. 13El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. 14Y el nombre del tercer río es Hidekel (nombre hebreo del río Tigris); éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates". Lo anterior nos indica que el Edén estuvo ubicado en la antigua Mesopotamia y la región de Shinar, donde fue edificada la ciudad de Babilonia.
De acuerdo con el capítulo 3 de Génesis, allí el hombre fue despojado, por las artimañas del diablo, de su señorío sobre la tierra, y empezó Satanás a ser el príncipe de este mundo. Allí constituyó su trono. Pero el diablo necesitaba un centro de operaciones, y fue así como después del diluvio, bajo su iniciativa los hombres empezaron a construir el primer gran zigurat o torre sagrada para que lo adorasen y consultaran a los astros, el cual se conoce como la torre de Babel; palabra que en la raíz hebrea significa confusión, pero en el idioma acadio quiere decir puerta de Dios. La torre de Babel es un símbolo diciente del orgullo humano. Se nos antoja suponer esa torre como el primer símbolo de Tiatira, la gran organización religiosa que tuvo sus orígenes en Pérgamo. De acuerdo con los descubrimientos de la arqueología, en esta torre se apoyaba el templo dedicado en Babilonia al dios Marduk.
Encontramos en el capítulo 10 de Génesis1 que un nieto de Cam llamado Nimrod fue quien fundó a Babilonia y otras ciudades como Nínive; fue el primer poderoso en la tierra, gran cazador oponente de Dios, quien como líder político y religioso organizó a las multitudes fundando ciudades amuralladas para que se protegieran de las fieras. Ese fue el origen de la religión babilónica y Nimrod fue su primer sumo pontífice, el primer puente, intermediario, ya no entre los hombres y Dios, sino con vínculos directos con Satanás, título que heredaron los subsiguientes gobernantes y reyes babilónicos. El nombre Nimrod significa rebeldía y él mismo guió a la gente a rebelarse contra Dios al coadyuvar la adoración al príncipe de las tinieblas. Es posible que haya tenido gran liderazgo en la construcción de esa primera torre de confusión.
Pero el imperio babilónico tuvo su fin y llegó el día en que Babilonia fue destruida para siempre, conforme lo habían declarado los profetas en la Palabra de Dios2; mas el sistema religioso babilónico no fue destruido y Satanás necesitaba reubicar la sede de su trono, para lo cual escogió trasladarlo a Pérgamo, ciudad de la cual hizo un influyente centro idolátrico. Allí, los reyes de Pérgamo recibieron el trasmisible título babilónico de sumo pontífice. Pero el último rey de Pérgamo, Atalo III, legó sus dominios a Roma en el año 133 a. C., pasando virtualmente el trono de Satanás a Roma, la capital del imperio en que convergen las profecías que se relacionan con la Iglesia, y en donde aún continúa. En Roma, el emperador, además de jefe político, también llegó a ser el sumo pontífice (pontifex máximus) de la religión babilónica, satánica; y recibió ese título del rey de Pérgamo, el cual a su vez ancestralmente lo había recibido de Babilonia. Cuando Juan escribió esta carta en Patmos, ya la histórica ciudad de Babilonia no existía, pero seguía existiendo otra ciudad que era la sede del gran sistema babilónico que ha llenado y sigue llenando de confusión a toda la humanidad hundida en esa corriente.

Matrimonio con el mundo
"Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto" (v.12).
La tercera carta de Apocalipsis está dirigida a la histórica iglesia en la localidad de Pérgamo, cuyas características coinciden con el tercer período profético de la Iglesia, que tiene su comienzo con la publicación del Edicto de Tolerancia religiosa hacia el cristianismo, promulgado por el emperador Constantino en Milán en el año 313, dando los primeros pasos para la aceptación del Cristianismo como la religión del imperio, hasta finales del siglo quinto, por la eventual caída de Roma en 476. Es sumamente importante observar en cada una de las siete localidades geográficas e históricas de las siete iglesias de Apocalipsis una serie de coincidencias entre el trasfondo cultural, religioso e histórico de la ciudad con la condición de su respectiva iglesia local y el período profético correspondiente. Por ejemplo, cuando Juan escribe la carta a la iglesia en Pérgamo, uno puede inferir una triple alusión. Por una parte se refiere a la iglesia en esa localidad; por otra a Pérgamo, la ciudad, sede del gran altar de Zeus, o trono de Satanás, y por la otra a Roma, capital del poderoso imperio cuyo emperador ostentaba el título satánico de sumo pontífice, con el cual la Iglesia se unirá en matrimonio en el período profético de Pérgamo.
La palabra Pérgamo significa muy casado (del prefijo griego per, como en hiper, super, o en los compuestos químicos como permanganato, y la raíz gamo, gameté, esposa, o gamétes, marido, de donde surgen palabras como gameto, poligamia), matrimonio múltiple, compromiso matrimonial, y eso nos indica que el diablo, viendo que por medio de las herejías y las persecuciones no había podido acabar con la Iglesia, le pone fin a las persecuciones y ahora opta por usar otra táctica, la de corromperla, promoviendo la unión en matrimonio de la Iglesia de Jesucristo con el mundo, con su política, su economía y su religión. Durante las épocas de Efeso y Esmirna, Satanás, convertido en un león rugiente, atacaba a la Iglesia por medio del mundo; ahora, vestido como ángel de luz, usa al mundo para darle una calurosa bienvenida a la Iglesia que antes trató de destruir. La Iglesia de Jesucristo sufrió dura y cruel persecución, pero el Señor le había dicho: no temas; pero el peligro para la Iglesia realmente surgió y se acrecentó cuando el estado se alió con el cristianismo. Ese elemento extraño llamado mundo comenzó a mezclarse con la misma naturaleza santa y pura de la Iglesia, y eso nos da la idea de que a la Iglesia se le dio un lugar importante en el estado, dotándola asimismo de los grandes templos paganos; aparentemente empieza a prosperar, y empieza a ser ubicada en una posición alta, pero en el mundo, para recibir la gloria del mundo, no en los lugares celestiales con Cristo Jesús. La Iglesia empieza a recibir fortalecimientos espurios y se ha vuelto mundana, o como se dice, pasó de las garras de los feroces leones, a ocupar un sitial de honor en el trono imperial. La Iglesia debe orar por el gobierno y las autoridades del estado para que no haya anarquía, pero no unirse y mezclarse con el estado.
La Iglesia es la novia de Cristo, casta y pura; ya está desposada con el Señor, y por eso la unión de la Iglesia con el mundo es considerada fornicación espiritual. Debido a eso, el Señor se le presenta como el que tiene la espada aguda de dos filos. ¿Qué simboliza esto? La Palabra misma nos da la respuesta. "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb. 4:12). Por una parte el Señor le dice a la Iglesia que con esa espada inevitablemente va a separar esa unión de Su Iglesia con el mundo, y va a discernir y juzgar esa unión. El Señor tiene toda la autoridad para ejecutar esta sentencia. A través de la historia, el Señor fue dando los pasos necesarios para cumplirlo. La espada también es un instrumento de castigo, y el Señor no está conforme con la iglesia mundana, la cual retiene el nombre del Señor, pero en la práctica lo niega, porque con el tiempo empezó a olvidarse de Su nombre y a negar la auténtica fe.
Hay textos de historia eclesiástica que titulan este período como La Iglesia Imperial, con el sugestivo subtítulo de la victoria del cristianismo. Ambas cosas son muy cuestionables. En primer lugar porque la Palabra de Dios no avala la afirmación de que haya iglesia imperial; la Iglesia de Jesucristo no es imperial, pues una iglesia imperial no es bíblica, y lo que no obedece los principios bíblicos se aparta de la voluntad de Dios. La Iglesia no puede ser imperial y celestial a la vez. No puede al mismo tiempo ocupar los lugares celestiales con Cristo y un sitial prominente entre los grandes de la tierra. Y en cuanto a la "victoria", la consideramos una victoria pírrica, por no decir que una verdadera derrota. Considérese si es victorioso que la Iglesia paulatinamente entre a heredar las costumbres de las observancias, formas y ceremonias paganas, bastando un cambio de nombres y modificaciones en la adoración; e incluso los templos de los dioses del Olimpo sean "consagrados" para adorar al Señor, como actualmente sucede en Italia, que templos católicos de algunas provincias, eran templos donde se rendía culto a la diosa Diana. A estas construcciones con el tiempo se les llamó "iglesias", término impropio para los edificios, pues la Iglesia es la asamblea de los santos; con esto tomaron el continente por el contenido. No puede ser victorioso para la Iglesia de Jesucristo el que una vez llena de poder secular, deje de ser el Cuerpo que exprese al mundo el conocimiento del Dios verdadero y de Su Cristo, para influir en el mundo como vehículo de salvación, sino ver al mundo dominando a la Iglesia.
En la Iglesia la prosperidad secular es inversamente proporcional a la prosperidad espiritual. Por ejemplo, en sus albores la Iglesia se reunía para adorar en casas particulares; después y por causas de las persecuciones, se reunían los hermanos en los cementerios, como las catacumbas romanas, y tras la "conversión" de Constantino empezó la construcción de hermosos templos, y se empezaron a introducir las costumbres y protocolo imperiales, como el uso del incienso, vestimentas ricas de origen judeo pagano a los oficiantes del servicio, procesiones, y desarrollos de coros. Todo eso tuvo como resultado que la congregación, desconocedora de un lenguaje o idioma desueto como el latín, tuviera menos parte activa en el culto o servicio, y su consecuencia fue un desarrollo anormal de la apariencia del reino de Dios en la tierra, porque en la era actual la Iglesia de Jesucristo es la expresión del reino en la tierra. Con el correr de los siglos, esto también se vive en el protestantismo. Ahí tenemos la parábola de la semilla de mostaza.
"31Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; 32el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas" (Mat. 13:31-32).
En esa parábola vemos que desde antes del tiempo de Pérgamo, a partir de su humilde nacimiento, la Iglesia se fue convirtiendo en un gran árbol que empezó a producir alimento espiritual para todas las naciones, con el agravante de que en la apariencia del Cristianismo, ha habido la nefasta influencia de millones de creyentes falsos, incluso de personas con intereses malignos. A partir de Pérgamo, la Iglesia empezó a sufrir una metamorfosis, y en vez de ser peregrina en la tierra, se estableció en este mundo, arraigándose en la tierra, como el árbol de la parábola, y entre sus ramas fueron surgiendo muchos recovecos de organizaciones, proyectos y operaciones terrenales, con una engañosa apariencia del reino de los cielos. Y en tiempos del emperador romano Teodosio el Grande (380), multitudes de incrédulos y paganos fueron bautizados e ingresaron a la "iglesia", ya unida al mundo por medio de sus tentáculos de la política, la economía y la religión babilónica. La esposa el Cordero le había sido infiel al Señor.

La Iglesia morando en la tierra
"Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás" (v.13)
Es curioso y asombroso cuando la Palabra de Dios nos revela la cara oculta de las cosas y acontecimientos históricos. Por ejemplo, no es una coincidencia que en la localidad de Pérgamo, a la par de existir el famoso altar de Zeus, se levantaran asimismo sendos templos a Roma y a Augusto, que son vivos y dicientes ejemplos del culto imperial. Indudablemente que cuando la Biblia dice que allí está el trono de Satanás, se refiere al altar del dios Zeus en asocio al lugar de adoración al emperador. Eso también aclara que el trono de Satanás está en el mundo, y por eso la Palabra de Dios dice que la iglesia mundana mora donde mora Satanás. Eso significa que la iglesia mundana se ha unido al mundo y guarda estrecha relación con Satanás hasta el día de hoy.
En todas y cada una de las siete cartas hay una constante: el Señor le dice a cada iglesia, "Yo conozco tus obras". ¿Qué hace la Iglesia en esta época? Excepto un pequeño remanente, una ola de orgullo, ambición, arrogancia y mundanalidad fue sustituyendo la santidad y la humildad de los cristianos primitivos. La verdadera posición de la Iglesia es con Cristo en lugares celestiales; no es una asamblea terrenal como el pueblo hebreo, sino peregrina en la tierra. La Iglesia no debe enredarse en los negocios de este mundo, pues nuestro verdadero hogar está con el Señor en los cielos. El Señor mismo nos dio ejemplo en esto; en este sentido El jamás se preocupó sino por ser un transeúnte, un residente temporal en este mundo, a tal punto que llegó a decirle a alguien que se brindó a seguirle, que El no tenía ni una piedra donde recostar su cabeza. Pero llega el momento en que la Iglesia desprecia el oro fino y legítimo, dejándose deslumbrar por el brillo del oropel, y en vez de seguir de peregrina en esta tierra, prefiere morar en ella, donde tiene su trono Satanás.
Satanás tiene su trono en esta tierra; él es el príncipe de este mundo, y la ciudad geográfica donde está ubicado ese trono no es otra que Roma, la capital del imperio dominante en el tiempo de escribir Juan esa carta a Pérgamo. En Roma también tiene su centro de gobierno el sumo pontífice satánico, el emperador mismo. Allí empezó a "prosperar" la Iglesia. ¿Será esta la clase de prosperidad que el Señor quiere para Su Iglesia? ¿Quiere el Señor que Su Iglesia santa escale posiciones terrenales, influencia mundana y gloria de los hombres? ¿Quiere el Señor que Su Iglesia sin mancha ni arrugas se siente a gobernar con el mundo? ¿No será que la pretendida "victoria" en los tiempos del emperador Constantino fue una salvaje oleada de derrota y corrupción para la Iglesia de Jesucristo?
El Señor aborrece que Su amada habite donde su enemigo tiene el trono. El Señor aborrece que Su Iglesia, para las reuniones, en vez de las casas de los hermanos, o modestos salones, empiece a imitar al mundo construyendo magníficos palacios con la forma y el nombre de la basílica romana o salón de la corte. El Señor aborrece que mucha gente se apresuró a hacerse miembro de la Iglesia, en procura de ganancia personal. Satanás no pudo acabar con la Iglesia por medio de las persecuciones, entonces decide darle la bienvenida, acogerla para volverla mundana, para corromperla.
Se menciona a un mártir llamado Antipas, testigo fiel del Señor, y que fue muerto entre los hermanos en Pérgamo, y repite, "donde mora Satanás". Antipas en griego significa contra todo. Nada más se sabe de este importante mártir cristiano que murió por mantenerse fiel al Señor, por no querer contaminarse y negar al Señor, por estar contra todo lo que la iglesia mundana introdujo en la vida de la Iglesia. Hay afirmaciones en el sentido de que los historiadores Bolandistas o Bolandos (pertenecientes a una sociedad fundada en el siglo XVII por el jesuita Jan van Boland, encargada de realizar un estudio crítico de las biografías del santoral católico), expurgaron de leyendas las Actas de los Mártires, y dicen ellos que Antipas fue martirizado en Pérgamo en tiempos del emperador Domiciano, y quemado dentro de un buey de bronce. Tertuliano también da testimonio de que Antipas fue obispo de esa iglesia, y de que al no obedecer los decretos del emperador en el sentido de tomar parte en la adoración y sacrificios a Esculapio, entonces fue sacrificado, en el mismo tiempo cuando el apóstol Juan fue deportado a la isla de Patmos.
Antipas es el arquetipo de los cristianos fieles al Señor hasta el martirio. Mientras esos hermanos fieles vivieron, la Iglesia se mantuvo firme, y morían durante las persecuciones por no negar su fe; los santos preferían morir antes que negar la fe y el nombre del Señor. Pérgamo, a pesar de morar en la ciudad que más se dedicaba a la idolatría en todo el Asia, con todo eso, permaneció fiel al nombre del Señor. Los paganos gritaban: "César es el señor", pero había muchos creyentes que, como Antipas, confesaban: "Jesús es el Señor". Aunque es de entender que la época profética de Pérgamo se fue desarrollando mediante un proceso, no es menos cierto que una vez muertos los hermanos de la época de Esmirna, los mártires, sobrevino no ya un desliz, sino un derrumbe estrepitoso en la Iglesia del Señor. Vivimos tiempos en que es necesario tener el espíritu de mártir, si queremos testificar contra la iglesia mundana.
Terminó un período en que nadie se unía a la Iglesia buscando ganancia mundana, o en procura de celebridad; se había ido la época en la cual sólo permanecían los que estaban dispuestos a ser fieles hasta la muerte, y solamente esa clase de siervos era de los que se hacían abiertamente seguidores de Cristo. Sin embargo, y a pesar de empezar a serle infiel al Señor, casándose con el mundo, la Iglesia continuó reteniendo el nombre del Señor por algún tiempo; siguió sin asumir nombre alguno de organización de origen humano; porque el nombre denota la realidad de la persona del Señor. A pesar de que la Iglesia estaba experimentando un proceso de alejamiento aun mayor que el nivel original donde el Señor la había colocado al principio, abandonando el consejo de Dios, descuidando el depósito del Señor y los principios bíblicos, notamos que aún había quienes se preocupaban por no negar su fe en el Señor.

El edicto de tolerancia
¿Qué ocurrió para que la Iglesia decidiera morar en el mundo? El Señor había bendecido de tal manera a la Iglesia, que algunos opinan que la mitad de la población del Imperio Romano ya era cristiana a comienzos del siglo cuarto de nuestra era. Eso era percibido por los gobernantes imperiales, y estaban convencidos de que la Iglesia era inexpugnable e indestructible, y lo habían comprobado con la persecución de Diocleciano (303-304), por medio de la cual el paganismo intentó, con una fiereza sin parangón en el pasado, aniquilar la Iglesia de Cristo. Surge Constantino en la escena política del Imperio y decide "aceptar" al cristianismo; al parecer no hubo en él verdadera conversión a Cristo, y aunque sus motivos fueron más bien políticos, ese evento significó una decisión transcendental. En el año 313, Constantino y Licinio, con quien hasta esa época compartía el poder sobre el Imperio, reunidos en Milán, publican el llamado Edicto de Milán, el cual consigna la libertad religiosa y la igualdad de derechos para los cristianos, la devolución de los bienes expropiados a los cristianos y la aparente abolición del culto estatal. Posteriormente, mediante el Edicto de Tesalónica, del año 380, el cristianismo fue establecido como la religión oficial del Imperio. (Ver en el apéndice de este capítulo el texto de los edictos).

La doctrina de Balaam
"Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación" (v.14).
¿Qué es la doctrina de Balaam? ¿Por qué dice el Señor que algunos la estaban reteniendo en esa época? Balaam fue un codicioso profeta de los gentiles, quien conocía al verdadero Dios, y que aparece como protagonista en el libro de Números, durante el paso del pueblo hebreo por las tierras de Moab, en su peregrinaje por el desierto hacia la tierra prometida. El nombre Balaam significa desviador del pueblo, y a ese fin encaminó su ministerio. Al principio Balaam pudo haber sido un profeta de Dios, pero por ganancia deshonesta y por congraciarse, se convirtió en mercenario y desvió el camino de la verdad. Balac, a la sazón rey de Moab, le ofreció dinero a Balaam para que maldijera al pueblo hebreo, pues temía que el eventual cruce del pueblo de Dios por sus tierras le ocasionara perjuicios, como le había sucedido con el amorreo. Dice la Palabra de Dios que cuando llegaron los emisarios del rey con la paga para que Balaam fuera a realizar su nefasto trabajo, Dios le dijo con mucha claridad a Balaam: "No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es" (Núm. 22:12). Pero Balaam le insistió y el Señor le permitió ir, pero con la condición de que hiciese lo que Él le dijere, constituyendo éste uno de los ejemplos bíblicos más exponentes de la voluntad permisiva de Dios. Balaam sabía muy bien que no era la voluntad perfecta de Dios que acudiera a ese llamado. El Señor no iba a permitir que nadie maldijera a su pueblo.
Instigado por el rey Balac y por sus reiterados ofrecimientos de paga, por mucho que lo intentó, Balaam jamás pudo maldecir al pueblo de Dios, pues Dios iba frustrando los esfuerzos de Balac para lograr su perverso cometido. Entonces ocurrió lo que la Palabra de Dios llama la doctrina de Balaam; es decir, el profeta usa una astuta estrategia para hacer caer en pecado al pueblo hebreo delante de Dios, pues le aconsejó a Balac quien, siguiendo esas instrucciones, corrompió al pueblo de Israel procurando unirlo con las mujeres gentiles por la atracción del desenfreno sexual y luego la adoración de imágenes. "1Y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. 3Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel" (Núm. 25:1-3). Como consecuencia hubo una gran mortandad entre los varones del pueblo de Israel y matanza de los madianitas, incluido el propio Balaam, y los israelitas "8mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada. 15Y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? 16He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová" (31:8,15,16).
Satanás no había podido acabar con la Iglesia. Así como Balac tuvo temor de este pueblo numeroso que se le había metido dentro de sus dominios, Constantino propicia una fusión, un matrimonio de la Iglesia con la religión babilónica, invitando a lo que la Palabra de Dios llama "comer de cosas sacrificadas a los ídolos", y que a la postre se degenera en una confusión entre la sociedad política y religiosa, que, por los conflictos del perverso corazón humano, lleva implícito el problema del poder, y no cualquier poder, sino aquel en que los emperadores se reservan los "divinos" derechos, y que se destaca a su debido tiempo y se conoce históricamente como el cesaropapismo.
No se llega aun a comprender la razón por la cual ha existido la opinión de que la incursión y ejecutoria de Constantino en la vida de la Iglesia de Jesús, constituyó para ella una gran victoria, alegando para ello haber decretado poner fin a las persecuciones a los santos y haberla llenado de prebendas, libertades y encumbramientos, y se habla incluso de que la Iglesia ha entrado en crisis en nuestros días debido en parte a que recientemente hemos llegado al fin de la era constantiniana. Constantino abrió las puertas a los cristianos para acceder a los más altos cargos de la administración imperial, como el de consulado, prefectura de Roma y prefectura del Pretorio. Asimismo concede al cristianismo un estatuto jurídico especial, por medio del cual los dirigentes eclesiásticos entran a gozar de privilegios, equiparándose a los funcionarios civiles. Constantino fue el principal instrumento inicial de Satanás para introducir en el cristianismo todos los misterios de la religión antigua babilónica, la que se inició con Nimrod cerca de la época del diluvio y la edificación del zigurat llamado Torre de Babel, que luego se consolidó en Tiatira con la Iglesia Católica Romana, dando solidez y continuación al misterio de iniquidad3 con el papado, que con sus argucias y su astucia ha llegado a consolidar el culto a la antigua reina del cielo babilónica, con todo su séquito de abominaciones.
¿Tiene la doctrina de Balaam sus incidencias hoy? Objetivamente las pomposas enseñanzas religiosas, en el nombre de enseñanzas terrenales, han opacado la santidad y menguado el testimonio fiel en el seno de la Iglesia, no mirando con buenos ojos que los hijos de Dios practiquen la apropiada fe cristiana, alejándose de lo mundano, no participando de sus no limpias empresas ni asociándose a sus organizaciones; y en la "iglesia" mundana algunos comenzaron a enseñar muchos de esos desvíos, hasta que el pueblo llegó a la ejecutoria plena de la idolatría. Si no se retiene el nombre del Señor, el resultado final es la idolatría y la fornicación.
Esa doctrina o enseñanza distrajo a los creyentes, y como consecuencia cayeron en la idolatría, apartándose de la persona de Cristo, de Su adoración y pleno goce. Incitar a comer de lo sacrificado a los ídolos y a la fornicación, se relaciona con lo que entre los paganos era llamado "sagrada prostitución", ya que la practicaban en sus propios templos en honor de sus dioses. Aquí la fornicación tiene la connotación de apostasía4. Tanto la doctrina de los nicolaítas como la de Balaam encierran falsedad, seducción, tentación e inducción a la apostasía. La mezcla de las enseñanzas y ritos paganos con las doctrinas cristianas se llama sincretismo.
Comer de lo sacrificado a los ídolos es también volverse a las meras doctrinas, las cuales conducen a la fornicación y a la idolatría. Nuestro alimento verdadero es Cristo. No se nos olvide que hoy abundan los predicadores por contrato, asalariados, no llamados por Dios. Las multitudes en el cristianismo de hoy corren tras esa clase de predicadores, y por eso son desorientados. Eso se consigue mediante la doctrina de Balaam; se desvía a los creyentes de la persona de Cristo hacia la idolatría; cualquier clase de idolatría.

El camino de Balaam
Además de la doctrina de Balaam, la Palabra de Dios registra el camino de Balaam. ¿Cuál es ese camino de Balaam? Nos lo responde Pedro, cuando dice: "15Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, 16y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta" (2 Pe. 2:15-16). En el contexto Pedro está describiendo el carácter y conducta de los líderes y profetas engañadores, como consecuencia directa de la doctrina; es decir, quienes como Balaam, desprecian el señorío y la voluntad de Dios por andar por el camino de las componendas y usando el don profético y el llamado de Dios para el propio medro y ganancia personal. Se fue introduciendo en la Iglesia un tipo de siervos proclives tal vez a servir simultáneamente a Dios y a sus propios intereses, dentro de ese espíritu de casamiento con el mundo de Pérgamo, y tarde o temprano enfrentándose inevitablemente a la desaprobación y condenación del Señor. Aún está en boga en estos tiempos contemporáneos el predicar por amor al dinero, el buscar la congregación de mayores ingresos, el introducir en la asamblea de los santos los métodos y modo de actuar del mundo, tales como la psicología de masas, manejo de luces, control emocional mediante la música, etcétera, que acondicionan emocionalmente al alma.
Téngase en cuenta que en Mesopotamia y región de Babilonia, antigua tierra habitada por los sumerios y acadios, en donde originalmente estaba el trono de Satanás, cada ciudad estaba bajo la protección de un dios específico, al cual, junto con su numeroso séquito de dioses menores, le habían construido un magnífico templo. Los sacerdotes que servían allí cumplían asimismo una función financiera, debido a que las riquezas del templo incluían gran parte de las tierras y ganado de la ciudad. Se dice que el complejo religioso dominaba la ciudad económica y socialmente. Sus salas de culto a menudo estaban elevadas sobre una plataforma ubicada por encima de las viviendas del resto del pueblo. ¿Será todo esto mera casualidad frente a lo que sucedió con la Iglesia desde los tiempos de Constantino? Muchas de las capillas, templos o santuarios del paganismo pre-cristiano fueron transferidos para el servicio cristiano, junto con sus dotaciones monetarias. Pero lo curioso y lamentable es el hecho de que muchos de sus sacerdotes paganos y aun sus hijos, como algo hereditario, pasaron directamente al cuerpo del clero cristiano, y algunos fueron hechos obispos.
Constantino proporcionó a la Iglesia exactamente lo mismo que Balac había hecho con Israel. Con el enriquecimiento material, la condujo al adulterio espiritual y a la idolatría. Después de Constantino, las iglesias empezaron a recibir subsidios oficiales, por lo menos en las grandes ciudades. Es más, se creó un patrimonio eclesiástico, gracias a las oblaciones y ofrendas de los fieles y el favor económico de los emperadores, y tal patrimonio es administrado con completa autonomía por el obispo, quien al tiempo disfruta de exención fiscal, asunto este que se ha perpetuado a través de los siglos. A los eclesiásticos el Imperio les concedió un estatuto privilegiado, consistente en libertad para disponer del patrimonio, inmunidad fiscal, o sea, que jamás han pagado impuestos, dispensa de cargos curiales, etcétera. Pero esa iglesia mundana se empobreció espiritualmente, y empezaron a recibir oleadas de gente sin conversión y llegaron a la práctica del bautismo infantil.

El error de Balaam
El camino de Balaam está íntimamente asociado con el error de Balaam descrito en Judas 11. Allí el apóstol también describe las características de los falsos maestros y el destino que les espera, trayendo a colación el asunto que casi siempre registra el falso maestro, la ambición y el deseo de ganancia personal. Allí dice: "¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré".
Las cosas que narra el Antiguo Testamento son también arquetipos de los eventos cumplidos en el Nuevo y lo relacionado con la Iglesia. Lastimosamente vemos que la Iglesia fue institucionalizada e integrada al sistema político de Roma, de tal manera que aquel aspecto de comunidad espiritual de fieles (Ecclesia) desafortunadamente pasó a un segundo plano. Bajo esa amenaza decretada por medio de los edictos, las "conversiones" de la población se efectuaban en masa, sin el debido arrepentimiento, cuántas veces sin conocer quién era el Señor y su obra expiatoria. Empezó a experimentarse un marcado desnivel entre la moral cristiana del tiempo de las persecuciones y la de este período de Pérgamo; muchos cronistas atestiguan que hombres ambiciosos e inescrupulosos procuraban puestos en la Iglesia para obtener ganancias económicas e influencia social y política. Ese es el camino de Balaam. Muchos de los cristianos nominales ofrecían sólo adoración externa, de labios, pues seguían siendo paganos de corazón. En esas conversiones en masa, odres viejos entraron a recibir un vino nuevo y ¿cuál fue el resultado? Los odres se rompieron y en muchas de esas vidas se perdió el vino.

No hay comentarios: