martes, 2 de enero de 2007

7. Los Vencedores y el Tribunal de Cristo (2a. parte)

Capítulo 7
LOS VENCEDORES Y EL TRIBUNAL DE CRISTO
(2a. parte)

Las tres etapas de nuestra resurrección
Es importante tener siempre en cuenta que nosotros como seres humanos estamos conformados de tres partes: espíritu, alma y cuerpo, y esas tres partes que integran nuestro ser son salvas en tres tiempos diferentes, como lo enseñamos en el primer capítulo. El espíritu es salvo en el acto de la regeneración, cuando creímos en Cristo; el alma es salva en el curso de nuestra vida cristiana, pues tenemos que ocuparnos nosotros mismos de la salvación de nuestra alma con temor y temblor, y eso lo debemos hacer juntamente con la acción en nosotros del Espíritu Santo; debe ser una acción continua de renovación y santificación del alma; y el cuerpo será salvo en el futuro, cuando ocurra la resurrección de la Iglesia. Pero las tres partes deben ser halladas irreprensibles (1 Tesalonicenses 5:23). Y así como las tres partes de nuestro ser son salvas en tres etapas diferentes, también nuestra resurrección ocurre en tres etapas.
De conformidad con la Palabra de Dios, habrá en el futuro dos grandes resurrecciones, y sólo dos: Una, la primera, la de los muertos en Cristo, cuando el Señor regrese, a la final trompeta, antes del reino milenario (1 Tesalonicenses 4:16; 1 Corintios 15:52; Apocalipsis 20:4-6); y la otra resurrección tendrá ocasión después de mil años (Apocalipsis 20:7, 11-15). Pero dentro de los que participen de la primera resurrección, habrá un remanente de vencedores que obtendrán una mejor resurrección, conforme lo leemos en Hebreos 11:35: "Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección".
Al respecto, y para una mejor comprensión de lo que significa esa mejor resurrección, entremos a analizar un poco en Filipenses 3:10-11. En el contexto, desde que se inicia el capítulo 3 de Filipenses, Pablo viene hablando de gozarnos y gloriarnos en el Señor, y no poner nuestra confianza en la fuerza y recursos de la carne y sus intereses, teniendo por basura todo aquello que en nosotros llegó a ocupar un lugar privilegiado, incluyendo todo lo relacionado con nuestra antigua religión, y estimar todo eso como pérdida; luego dice en el versículo 9: "Y ser hallado en él (en Cristo), no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe".
En el curso de nuestra vida cristiana debe llegar el momento en que debemos ser hallados viviendo no en nuestra propia justicia, esa que proviene de nuestros propios esfuerzos por guardar la ley, sino ser hallados en Cristo. ¿Ser hallados por quién? Por los hombres, por los ángeles y por los demonios. Luego en los versículos 10 y 11, dice:
"10A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a él en su muerte, 11si en alguna forma llegase a la resurrección de entre los muertos".
Nuestra justicia debe ser la que procede de Dios; la vida misma de Dios en nosotros, a fin de poder conocerle. Conocer al Señor es experimentarlo; no es meramente leer o escuchar sobre Él. Conocer al Señor es experimentar el poder de la resurrección de Cristo. Nótese que para esto es necesario que participemos de los padecimientos de Cristo, configurándonos a Su muerte. Eso enriquece nuestra vida de resurrección. Esa experiencia de vivir una vida crucificada nos va perfeccionando a Su conocimiento. La revelación es perfeccionada por la experiencia hacia el conocimiento de Cristo; y entonces podemos experimentar el poder de la resurrección de Cristo. La vivencia de esa resurrección nos hace aptos para una super-resurrección, la cual no será alcanzada por muchos. Los muchos no quieren la cruz, sino que anhelan bendiciones materiales y carnales.
En el original griego, la palabra resurrección que aparece en el versículo 10, no es la misma traducida en el versículo 11. En el versículo 10 la palabra traducida resurrección, en griego es anastaseos, pero en el versículo 11 encontramos una palabra algo diferente; allí dice exanastasin, la cual se podría traducir como una super-resurrección o una resurrección sobresaliente, que será un premio para los santos vencedores. Para llegar a esta resurrección sobresaliente, indica que todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, ya haya pasado por un proceso de resurrección desde el momento en que conocemos a Cristo. Es un proceso paulatino, progresivo, continuo, lo cual podemos explicar así:

1. Resurrección del espíritu. La condición nuestra antes de conocer a Cristo era de muerte. Eso lo explica vivamente la Palabra en Efesios 2:1-4:
"1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó..."
Antes de conocer al Señor nuestro espíritu estaba muerto, pero el Señor lo resucita a la vida eterna. Lo leemos en Efesios 2:5-6, donde los verbos están en tiempo pasado:
"5Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús".
El espíritu no vuelve a resucitar debido a que jamás vuelve a morir. En la resurrección del cuerpo, el espíritu sólo hace es reunirse con el cuerpo glorioso para reunirse con Jesús. De conformidad con Romanos 6:3-11, el bautismo tiene un aspecto resucitador; es decir, al ser bautizados en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12), participamos de todos los aspectos y experiencias de Cristo, incluida la resurrección, de manera que fuimos resucitados juntamente con Cristo "y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Col. 3:3). Esa es una constante en todo el Nuevo Testamento. En nuestra vida de resurrección no debemos practicar las cosas de nuestra vieja naturaleza, las terrenales.
"Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados (tiempo pasado) juntamente con él, mediante la fe de la operación de Dios, quien le levantó de los muertos" (Col.2:12). "Si, pues, fuisteis resucitados juntamente con Cristo (tiempo pasado), buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios" (Col. 3:1).

2. Resurrección del alma. Una vez hayamos experimentado la resurrección del espíritu, el Señor pasa a trabajar para resucitar nuestra alma; pero el alma, para que pueda resucitar, debe morir antes. Un creyente nuevo aún es carnal, su alma no ha sido renovada, de manera que tenemos que pasar por un proceso de crecimiento espiritual, pruebas y negación del yo, hasta que nuestra alma llegue a ser renovada, y tengamos un alma espiritual, con una mente renovada, que podamos pensar como Cristo, al ser conformados, no a nuestra pasada manera de pensar, sino a la mente de Cristo. Una alma totalmente renovada es una alma resucitada a una nueva vida.
Dice Romanos 8:6: "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del espíritu es vida y paz". Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo,*(1) pero debemos tomar nuestra cruz cada día,*(2) a fin de que esa muerte (del alma carnal) sea una realidad presente en cada uno de nosotros. Mientras nos ocupemos (nuestra alma) de la carne, no hay muerte en nuestro yo; pero al participar en la muerte de Cristo, nuestra alma tiene vida y verdaderamente somos trasladados de la vieja creación, del viejo hombre, a la nueva criatura, al nuevo hombre, que es Cristo en nosotros. El proceso de esta resurrección es un asunto presente. Esa resurrección especial es la meta de nuestra vida cristiana.
*(1) Cfr. Romanos 6:6
*(2) Cfr. Lucas 9:23

3. Resurrección del cuerpo. Nuestro cuerpo será resucitado en el futuro, a la final trompeta; y en esa resurrección se le unirán el espíritu y el alma. Romanos 8:10,11 dice:
"10Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros".
Dios quiere que todo nuestro ser (1 Tes. 5:23) sea hallado irreprensible cuando venga el Señor, y todo nuestro ser completamente resucitado, sea en forma integral liberado del viejo hombre que tenía Satanás esclavizado. Que obre, pues, en nosotros el poder de resurrección que obró en Cristo Jesús. De esto sacamos en conclusión que habrá creyentes no vencedores, que sus almas no habrán experimentado la respectiva resurrección, de manera que no experimentarán esa resurrección especial en el día postrero. Nótese que Pablo lo advierte en Filipenses 3:11, cuando dice: "11si en alguna forma llegase a la resurrección de entre los muertos". Es bien claro que no se está refiriendo a la resurrección general de la Iglesia sino a esa resurrección especial, pues Pablo estaba seguro que participaría de la resurrección general.

Los vencedores y el traslado de la Iglesia
Las Escrituras dan fe de que la Iglesia será levantada por el Señor en Su venida, evento en el cual ocurrirá la resurrección de los justos y la transformación de los que permanecieren vivos hasta el glorioso regreso de Cristo. Veamos acerca de ese hecho en cuanto al conocimiento de tal evento por parte de los creyentes y en cuanto a la participación en el mismo.

En cuanto al conocimiento del tiempo del traslado. De conformidad con Hechos 1:9-11 y otros muchos textos bíblicos, el Señor vendrá otra vez. "9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo". De acuerdo con ciertas señales dadas en la Biblia, sabemos que Su venida no demora, porque nadie sabe ni el día ni la hora, pero sí podemos saber el tiempo en que ese evento ha de ocurrir. ¿Quiénes sabrán el tiempo en que el Señor ha de regresar? Habrá hermanos que, o por no amar la venida del Señor o por andar preocupados en sus deseos carnales y vida del mundo, viven desapercibidos y ese hecho los sorprenderá como ladrón en la noche, y a otros, que estarán velando, no.
Por ejemplo, a los hermanos de Sardis, los que están enmarcados dentro del protestantismo denominacional, los que tienen nombre de que viven, y están muertos, el Señor les dice (Ap. 3:3): "Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti". Lo curioso es que eso mismo dice el Señor al mundo con respecto de Su venida. Lo registramos en el texto de 1 Tesalonicenses 5:2-3: "2Porque vosotros (los santos) sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; 3que cuando (en el mundo) digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos (los impíos) destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán". Una cosa es el mundo y el creyente descuidado, y otra el que vela y ama la venida del Señor. Transcribimos a continuación los versículos siguientes (4-10): "4Mas vosotros, (los que velan) hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. 5Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. 6Por tanto, no durmamos (no nos descuidemos en el mundo) como los demás, sino velemos y seamos sobrios. 7Pues los que duermen, de noche duermen (en las tinieblas del mundo), y los que se embriagan, de noche se embriagan. 8Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. 9Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 10quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él". Este texto habla por sí solo.

En cuanto al tiempo del traslado y a la participación en el mismo. La ortodoxia doctrinal bíblica enseña que habrá dos resurrecciones: Una, la primera, la de los santos en la venida del Señor, después de la gran tribulación, y la segunda, la de los impíos, al finalizar el milenio. Sobre este punto crucial de la Escatología, a través de la historia se fueron desarrollando los puntos de vista de varias escuelas de interpretación, de los cuales destacamos los siguientes.
1. Postribulacionismo. La sana enseñanza bíblica es que toda la Iglesia del Señor será arrebatada por el Señor y trasladada a los aires, en donde nos encontraremos con el Señor. ¿Cuándo ocurrirá ese evento? A la final trompeta. "51He aquí os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados" (1 Corintios 15:51-52). "16Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tesalonicenses 4:16-17). Al ser levantada la Iglesia al toque de la séptima trompeta, significa que la Iglesia estará acá en la tierra durante los siete años del gobierno del anticristo, porque al toque de la final trompeta es cuando ocurrirá la gloriosa venida del Señor y el comienzo de Su reino milenario; y eso no ocurrirá sino al finalizar los siete años del gobierno de la bestia. Veamos lo que dice Apocalipsis sobre eso.
"15El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra" (Apocalipsis 11:15,18). Este punto de vista era el sostenido por la iglesia primitiva, pues es el que aparece en los documentos del primer siglo, como la Didaké; luego fue el punto de vista interpretativo de los llamados padres de la iglesia, y de los escolásticos; también fue el punto de vista de los reformadores; por último fue sostenido por varias de las grandes denominaciones de la línea reformada y otras; son postribulacionistas incluso algunas corrientes presbiterianas y bautistas. También fueron postribulacionistas los hermanos Benjamín Newton y George Mueller, dentro de la línea de los Hermanos o Brethren, quien se le opuso a Darby.
Apocalipsis habla de los santos salidos de la gran tribulación. "9Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; 10y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 13Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 14Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16Y no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apocalipsis 7:9-17). El postribulacionismo es lo que se llama como la teología del pacto. ¿Pero qué sucedió?
2. Pretribulacionismo. No obstante que la iglesia primitiva y la patrística sostenían la interpretación del Nuevo Testamento en el sentido de que la Iglesia sería arrebatada después de la gran tribulación, sin embargo, en el año 374, Efraín el Sirio, sin demostrarlo profundamente, por primera vez en la historia lanza la idea de un rapto antes de la gran tribulación; pero no hizo mucho eco, pues hasta 1754 es cuando retoma este punto de vista un pastor bautista llamado John Gill; posteriormente retomaron sus banderas los siguientes: en 1810 un jesuita chileno de apellido Lacunsa; en 1812, un hermano inglés llamado Edward Irving; también enseñó el pretribulacionismo en 1816 una mujer, al parecer mística, llamada Margaret McDonald. Pero el que le dio el espaldarazo final fue el hermano John Nélson Darby en 1820, quien lo había escuchado de Eduard Irving. El hermano Darby fue de la línea de los Brethren, también conocidos en la historia como los hermanos de Plymouth, íntimamente relacionados con la restauración de la iglesia bíblica y la unidad del Cuerpo de Cristo. Darby había sido un arzobispo anglicano, de donde salió para unirse a los Hermanos en Plymouth. Darby profundizó y sistematizó el pretribulacionismo y el dispensacionalismo. Pero quien le dio amplia difusión al pretribulacionismo y al dispensacionalismo fue el Dr. Scofield con sus famosas anotaciones a la Biblia, y por ese medio esa corriente de enseñanza tuvo fácil entrada en muchas denominaciones. A la muerte de Scofield, quien retomó las banderas del pretribulacionismo fue Lewis Sperry Shaffer, fundador del Seminario Fundamentalista de Dallas, Texas, donde se han formado muchos pastores denominacionales, y autor de una famosa teología sistemática; de manera que han sido medios poderosos para que se difunda el pretribulacionalismo. Otros influyentes pretribulacionista han sido Charles Ryrie, John F. Walvoord, de las Asambleas de Dios, y J. Dwight Pentecost, autor de la conocida obra dispensacionalista "Eventos del Porvenir", que tanta influencia ha proyectado en el denominacionalismo.
Los hermanos que han enseñado y difundido el pretibulacionalismo merecen todo el respeto, pero debo aclarar lo que dice la Biblia, que si a los creyentes se les enseña que la Iglesia del Señor será trasladada antes de la aparición del anticristo en la esfera política mundial, se les está engañando. "1Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 5¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? 6Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. 7Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. 8Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida" (2 Tesalonicenses 2:1-8).
Los pretribulacionista interpretan el versículo 7 en el sentido de que es el Espíritu Santo quien impide la manifestación del anticristo, y que el Espíritu Santo será quitado de la tierra al ser arrebatada la Iglesia. Pero tengamos en cuenta que el Espíritu Santo está en todas partes, incluso en el Hades. "7¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? 8Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás" (Salmos 139:7-8). Eso significa que el Espíritu seguirá estando en la tierra después que la Iglesia sea arrebatada al cielo; incluso estará en los dos testigos de Dios cuyo ministerio se desarrollará en Jerusalén durante la gran tribulación.*(3) El Espíritu no es quien ha detenido la manifestación de los grandes imperios mundiales. Dios tiene trazado un plan en la historia de los hombres. Medite bien el lector en la estatua del sueño de Nabucodonosor de Daniel 2; ahí aparece la sucesión de los imperios mundiales hasta la venida del Señor. Las piernas de la estatua corresponden al imperio romano; luego viene una explicación más detallada de esto mismo en las bestias de Daniel 7. Note que la estatua termina en diez dedos, y la cuarta bestia (Roma) aparece con diez cuernos, de los cuales se levantará otro, la bestia, que se encargará de quebrantar a los santos del Señor (Daniel 7:14-25; Apocalipsis 13:5,7; Apocalipsis 17:12-13). La Escritura se interpreta ella misma; de manera que lo impide la manifestación del anticristo es el imperio romano; al ser quitado el poder de Roma, aparecerá el anticristo.
*(3) Apocalipsis 11_1-12

Acordémonos que para que en la historia se manifestara el Imperio Romano fue necesario que fuese quitado de en medio el imperio griego, y que para que antes se hubiese manifestado Grecia, había sido necesario que se quitara Medo-Persia, etc. Muchos ignoran que el Imperio Romano continuó gobernando en forma latente. Los bárbaros han podido haberle asestado un golpe mortal a la Roma imperial, pero ese mismo espíritu continúa al surgir la Roma papal, la cual heredó los poderes imperiales sobre toda Europa y sus colonias, poder que se encargó de revivir el imperio romano con el Sacro Imperio Romano Germánico con Carlomagno y sus sucesores en Europa. De manera, pues, que estamos viendo un resurgir del Imperio Romano en el antiguo territorio europeo del imperio, sus antiguas provincias, los países que hoy forman la Comunidad Europea. De ahí saldrá el anticristo, pero será un imperio diferente, pues el anticristo "será diferente de los primeros... y pensará en cambiar los tiempos y la ley" (Da. 7:24,25).
3. Los dos raptos. Al analizar los dos anteriores puntos de vista, y tal vez viendo en ambos alguna razón, surgió una tercera escuela de interpretación con los hermanos Robert Govett, G. H. Pember, D. M. Panton, pioneros de la restauración de la iglesia bíblica, y últimamente con el hermano Lang, con la convicción de que el arrebatamiento de la Iglesia tiene dos etapas o dos raptos, uno antes de la tribulación para las primicias, los vencedores, y otro después de la tribulación para la cosecha, o sea, el resto de los cristianos salvos. Para ello toman textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Este fue el punto de vista que siguieron y enseñaron los hermanos Watchman Nee y Witness Lee, apóstoles de la restauración en China. Pero debemos tener en cuenta que sólo hay dos resurrecciones: Una al comienzo del milenio para la iglesia, y otra al final del reino milenario, para los impíos. También la Escritura habla de primicias de la resurrección, pero dice que las primicias es Cristo. "20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicia de los que durmieron es hecho. 21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida" (1 Corintios 15:20-23). De manera que Cristo es las primicias de la primera resurrección; la iglesia es la cosecha.

No hay comentarios: