sábado, 6 de enero de 2007

V. Sardis (2a. parte)

Capítulo V
S A R D I S
(2a. parte)


Las obras imperfectas de Sardis
"Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios" (v.2).
Los versos 1 y 2 hablan de que el Señor conoce las obras de Sardis y que no las ha hallado perfectas. Innegablemente en Sardis fueron hechas muchas buenas obras, pero el Señor les reprocha el no haberlas continuado, las dejaron a medio hacer, no las perfeccionaron. Las obras de Lutero y los demás reformadores fueron buenas, pero el Señor les dice que no fueron perfectas. Los reformadores restauraron la doctrina de la justificación por la fe, y de hecho los que se salvaron en Sardis tenían la convicción de que no lo hacían por sus propias obras, ni por mediación de los sacerdotes, sino por la obra salvífica de Dios en Cristo, y como un regalo; no obstante, hay que aclarar que la justificación por la fe fue restaurada por Lutero más como una doctrina superficial que perfeccionada como vida en el pueblo de Dios. Pero sobre todo en materia eclesiástica, en vez de desprenderse totalmente de toda la degradación de Tiatira y volver a las fuentes primigenias de la Palabra de Dios, fueron herederos de muchas de las aberraciones que quisieron reformar. Es bueno que ellos hayan desviado su mirada del mundo religioso pagano para posarla en el ideal de vida cristiano, pero les faltó vida, no pasaron de la especulación teórica, su regeneración era auténtica pero no produjo los frutos deseados, se produjo el nuevo nacimiento pero no se desarrolló el nuevo hombre que el Señor quería que se alcanzara, y la auténtica renovación para la restauración de todas las cosas que se habían perdido. No se pudo llegar al estado de la iglesia primitiva. Exteriormente la iglesia protestante aparentaba piedad, pero bien pronto se fue apagando el fuego inicial del avivamiento reformista, la vida espiritual se fue desmejorando. Hay cosas que se habían perdido, y aunque algunas fueron restauradas en la Reforma, por esa falta de vida, estaban a punto de morir, y es por eso que aún se necesita que esas cosas sean revividas y reafirmadas en el protestantismo, porque, como lo venimos desglosando, muchas cosas restauradas y comenzadas en Sardis, no han sido terminadas nunca. Fue necesario que el Señor reaccionara nuevamente para completarlas, y eso lo hizo posteriormente con Filadelfia. En el protestantismo a menudo buscan los frecuentes reavivamientos.
No es verdad que la historia se repita, como lo concebían los griegos, pero sí enseña al que quiera aprender en sus fuentes. Por ejemplo, en su oportunidad Dios hizo innecesarios tanto el templo como los elaborados sacrificios del judaísmo, centro neurálgico de su culto y del cual se ufanaban como definitivamente indestructibles e indefectiblemente únicos dueños del favor de Dios. Y ese disparatado orgullo fue su ruina cuando todo eso fue destruido como trágico desenlace, como Jesús lo había previsto. Los primeros cristianos se encargaron de advertírselo a los dirigentes judíos de ese tiempo, pero ellos despreciaron esa advertencia: "48... si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 49El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? Dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo?" (Hec. 7:48-49).
Hoy sucede algo similar con la estructura eclesiástica de nuestro tiempo. Es peligroso querer ganar el favor de Dios por los medios legalistas, la fuerza, el orgullo organizacional, las cuentas bancarias, los grandes y lujosos templos, el amor a la alabanza humana, los intereses egoístas, el deseo de dominación en la comunidad cristiana y la confianza en sí mismo; tentaciones crónicas en sí mismas. Esto no es nuevo. Se dio en el seno mismo del círculo íntimo de Jesús. También allí hubo brotes de aspiraciones personales por ocupar rangos superiores y ser objetos de reconocimientos, ocasión que aprovechó el Señor para hacer una vez más la diferencia o mostrar el contraste entre las dos clases de grandeza: la babilónica y la de los ciudadanos del reino de Dios. "26Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo" (Mateo 20:26-27). En la Iglesia del Señor se hace grande el que humildemente sirve a los santos incluso en ocupaciones que muchas veces son despreciadas por la sociedad secular y algunas facciones del cristianismo.
Estos caminos se alejan de los fundamentos de la ciudad de Dios. Aunque el fundamento del edificio sea Jesucristo, es posible que se llegue a sobreedificar con materiales diferentes al oro, la plata y las piedras preciosas. Quien se enrumba por el camino y el poder legalista, desecha el auténtico poder desplegado por Dios en la cruz, que es, por lo demás, el único valedero ante el Señor. "23Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios" (1 Co. 1:23-24).

Origen de las "iglesias nacionales"
El protestantismo no fue una reacción puramente religiosa. La realidad es que otros intereses convergieron, como el nacionalismo, las aspiraciones de monarcas absolutos, dispuestos a manejar tanto la vida política como la religiosa en sus dominios. El remanente hebreo que volvió a Jerusalén a restaurar la ciudad y reconstruir el templo, lo hizo con la protección de los reyes persas, y la subsiguiente dependencia de Alejandro el Grande y sus sucesores, y posteriormente de los romanos. Así aconteció con el protestantismo al desprenderse del catolicismo; lo hizo bajo la protección y dependencia de los Estados europeos. Con el tiempo en Europa la Reforma religioso política fue degenerando en un cristianismo nominal; una combinación del poder de la iglesia y de las fuerzas políticas que se opusieron a Roma. La cristiandad nominal, tradicional, entendida como conjunto de sistemas religiosos, aunque siempre albergó en su seno auténticos cristianos, sin embargo se llenó de cristianos por herencia, sólo de nombre, habiendo recibido el legado de hacer las cosas siguiendo por inercia la práctica de costumbres ancestrales y ritos vacíos, inmersos en esa abúlica ignorancia religiosa de los verdaderos propósitos de Dios, tan distantes a menudo de los derroteros humanos, o simple y llanamente no conociendo a Dios ni a Su Cristo, adquiriendo fácilmente la tendencia de irse con la corriente, o de donde jamás han salido. El término cristiandad generaliza demasiado, arrastra de por sí un cansancio semántico; que me impulsa a afirmar que conlleva una connotación peyorativa del significado de la verdadera Iglesia de Cristo.
En Europa las dos fuerzas, la religiosa y la política, dieron origen a las "iglesias nacionales": en Inglaterra, la Anglicana; en Alemania, la Luterana; en Escocia, la presbiteriana; en Holanda, la Reformada holandesa, y otras, de tal manera que quien naciera en uno de estos países, por el solo hecho de nacer por ejemplo en Inglaterra, inmediatamente era bautizado como anglicano, sin más consideraciones bíblicas, exactamente como ocurre en los países llamados católicos, como en España e Italia, donde la Reforma fue abatida cruelmente. Eso indica que la iglesia se confundía con la sociedad secular y eran, en la práctica, iguales en cuanto a su membresía. Eso aún ocurre hoy día; paganos bautizados dentro de un sistema cristiano.
¿Por qué ocurrió todo esto? Porque para la construcción de la casa de Dios, los cristianos aceptaron la ayuda de personas del mundo, y de los poderes políticos, y eso los llevó a imitar al mismo sistema religioso del cual habían salido, y las iglesias protestantes acabaron constituyéndose en una mezcla de política y religión. ¿Permitirá Dios que alguien fuera de Él, el Estado por ejemplo, reine sobre las almas de sus escogidos? Si Tiatira se casó con el mundo, Sardis se unió a diferentes naciones. En esa forma se crearon las extrabíblicas iglesias nacionales. Por ejemplo, ya independientes de Roma, todos los ingleses quedaron incluidos en la Iglesia Anglicana, y todos los alemanes en la Iglesia Luterana Alemana. Eso significa que se confundieron los términos Alemania con Iglesia Alemana, y todos los nativos del país pueden bautizarse en la respectiva "iglesia nacional", y el Señor les dice que tienen el nombre de que viven, pero están muertos. ¿Hay allí auténtico pueblo de Dios? Sí lo hay, pero mezclado con infieles, como ocurre con el sistema católico romano. Desde Alemania, el luteranismo se extendió hacia otros países europeos como Escandinavia, Islandia y Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega, en donde los católicos romanos desparecieron casi por completo. En la actualidad, incluso en los círculos jerárquicos del catolicismo, se sabe que las iglesias protestantes, sobre todo las catalogadas como nacionales como la anglicana o la presbiteriana, son estructuralmente lo mismo que el catolicismo romano, y no son temidas por Roma por cuanto las consideran serias, estructuradas y que no hacen un proselitismo agresivo, en contraste con los grupos más recientes de tipo evangélico como los Pentecostales o Asambleas de Dios.

En Alemania. Al regresar a Wittenberg, en marzo de 1522, Lutero, con el apoyo del elector, se ocupa de la organización de una iglesia reformada en Sajonia, con base fundamental en la justificación por la fe, pero dejando algunas prácticas tradicionales en la iglesia que a su juicio no se oponen abiertamente a las Escrituras. Prepara guías escritas para el orden del culto, la celebración de la Santa Cena y el bautismo. Por regla general los protestantes conservaron, por causes de herencia natural, la jerarquía sin el papa, lo mismo que los credos apostólicos y el Credo Niceno. Las leyes de la genética enseñan que las hijas heredan los caracteres de las madres, y la Palabra de Dios dice que el sistema de la gran ramera es madre de otras rameras, otros sistemas infieles, que por mucho que se hayan acercado al Señor, siguen involucrando en sus enseñanzas y prácticas de principios no bíblicos, mezclándolos con los verdaderos, pero el resultado carece de la pureza que Dios demanda.
Por ejemplo, a medida que la Reforma tomaba fuerza y se extendía, necesitaron mayor organización administrativa para el engranaje eclesial, contando Lutero a su vez con el respaldo de la autoridad secular. No importa que Lutero esté convencido de la conveniencia de la independencia de la iglesia frente al Estado, el hecho es que acepta ese apoyo del mundo, y hasta el presente esa relación estrecha perdura en las naciones luteranas. Al irse extendiendo la Reforma, la estructura eclesiástica se iba diversificando y deshaciéndose el patrón ideado por Lutero, de tal manera que éste, a fin de resolver las divergencias y tratando de recuperar el orden, acudió a los príncipes laicos, como el elector de Sajonia y de otros Estados protestantes alemanes, quienes se encargaron de nombrar sobreveedores regionales y visitadores que informaran sobre el estado de las parroquias.
Surgieron serios problemas, como el de ciertos nobles que quisieron aprovechar el momento coyuntural para sublevarse y apoderarse de tierras episcopales, y el de ciertos antiguos colaboradores de Lutero, empeñados en organizar una comunidad eclesial más rígida compuesta de auténticos protestantes. Por otro lado el movimiento nacionalista en un principio vio en Lutero un gran protagonista para esas aspiraciones del pueblo alemán. Pero a pesar de ello, el número de seguidores se multiplicaba enormemente; incluso monjes y monjas por centenares se salían de los conventos a fin de vivir una forma de vida cristiana más acorde con las Escrituras. Para 1530, el norte de Alemania había sido ganada para la Reforma; es decir, se iba consolidando la formación de una "iglesia nacional" alemana, la luterana. Fue en la Dieta de Espira en 1529, en que los príncipes luteranos, los del norte, protestaron ante los príncipes católicos, los del sur, por cuanto el representante del emperador anunció que Carlos V abolía la cláusula que en la Dieta anterior ordenaba que cada estado era libre de elegir su forma de religión, conociéndoseles desde ese tiempo como protestantes.
Antes y después de la muerte de Lutero, ocurrida en 1546, hubo guerra entre los príncipes luteranos y los católicos incluido el emperador, y no fue sino hasta 1555 en que el luteranismo consiguió el reconocimiento legal en el Imperio, con ocasión de la Dieta de Augsburgo, reunida por Fernando, hermano de Carlos V, pero sólo para los que se guiasen por la Confesión de Augsburgo, como un primer paso hacia la libertad religiosa, y en donde fue incorporado el principio del cujus regio, ejus religio (de tal país, de tal religión), de donde se desprende que el credo religioso de las personas dependía del país en donde naciese y no por su fe subjetiva, como lo hemos comentado; asunto que determinaban los gobernantes, más por sus intereses políticos que por sus principios religiosos. Además de Alemania, también en los países escandinavos (Suecia, Dinamarca y Noruega) se organizaron "iglesias nacionales" luteranas.

En Suiza. En Suiza la Reforma se desarrolló simultáneamente con la alemana, pero más bien independiente de ésta; de manera que, como en otras partes de Europa, la Reforma en Suiza no se identifica como luterana, y en verdad los líderes que siguen después de Lutero, aunque de indiscutible primer orden, ya no se les tiene como pioneros, sino seguidores. Allí Ulrico Zwinglio en 1517, más radical aun que Lutero, se enfrentó a los abusos eclesiásticos y a la "remisión de pecados" que ofrecían por medio de peregrinaciones a un santuario de la virgen de Einsieldn. Al igual que Lutero, Zwinglio había cultivado su educación humanística en los medios universitarios, profundizó en su estudio del Nuevo Testamento y también fue ordenado sacerdote al servicio del papado (1506), y en esas condiciones recibió las 95 tesis de Lutero, en un momento en que también se predicaban las indulgencias en Zurich. Zwinglio rompió definitivamente con Roma en 1522, fecha en la cual se unió en matrimonio con Ana Reinhard.
Hay que tener en cuenta que la situación de la iglesia en Suiza era diferente a la de Alemania. Allí la iglesia dependía más del Estado, en tal forma que los concejos municipales tenían autoridad para intervenir en los asuntos eclesiásticos, fruto del espíritu de la época y de las grandes lagunas de la teología escolástica imperante. Zwinglio se opuso a esta teología y a todas las mentiras romano papistas como las indulgencias, purgatorio, reliquias, imágenes, intercesión de los santos, la transubstanciación escolástica, los ayunos cuaresmales, el celibato, las tradiciones humanas, la riqueza de la iglesia, la distinción entre clero y laicos, el poder secular de la iglesia, el sacramento de la penitencia, como prácticas extrañas a la Biblia. Desde el comienzo Zwinglio contó con la simpatía del concejo de Zürich, lo cual aceleró y legalizó la reforma en el cantón y se fue extendiendo por otros cantones con la ayuda de otros predicadores del evangelio. Muere Zwinglio peleando en disputa con las provincias católicas, en la batalla de Cappel en 1531.

Juan Calvino. La reforma suiza siguió su desarrollo con figuras de primer orden como Guillermo Farel y Juan Calvino, considerado el más grande y controversial teólogo de la Iglesia después de Agustín de Hipona, por ser su teología la más bíblica de toda la Reforma. Nació Calvino el 10 de julio de 1509, en Noyón de Picardía, Francia, de una familia de antepasados humildes, pero de padres medianamente acomodados. Adelantó estudios de teología en la Universidad de París, los que más tarde abandonó por los de jurisprudencia y humanidades. Escribía a la perfección en latín, y adquirió conocimientos del griego y del hebreo, y fue atraído profundamente por las ideas luteranas. En 1535 huyó de Paris a Basilea y Ginebra acusado de herejía, en donde publicó su famosa obra conocida como la Institución de la Religión Cristiana, la más sistemática, coherente, ordenada y clara presentación de la teología dogmática protestante. Está compuesta esta obra de cuatro libros y dividida en ochenta capítulos, y es considerada la suma del sistema teológico calvinista. Hay que tener en cuenta que el propósito fundamental de la teología es el de guiar a los creyentes en la búsqueda de Cristo en las Escrituras.
Gran estudioso de la teología de Agustín, y tratando de exponer lo que era el cristianismo verdadero, la teología calvinista desglosa temas como el del Padre como el Dios soberano sobre Su creación, que gobierna, sustenta y preserva el universo con amor y justicia al mismo tiempo; la naturaleza del hombre, la inmortalidad, el pecado, la redención obrada por Dios en Cristo; sobre el Espíritu Santo; la Iglesia y su relación con las autoridades civiles; las consecuencias de la caída. Calvino niega la libertad del ser humano en el sentido pelagiano: primero, de acuerdo con la doctrina paulina, es esclavo del pecado, esclavitud de la cual somos redimidos por el Señor por medio de la fe; pero como la fe es un don de Dios, es evidente que Dios elige, y venimos luego a ser siervos del Señor. Hay bíblicamente una elección y predestinación para salvación. Calvino establece la necesidad de las Escrituras para el conocimiento de Dios, dado que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y Cristo es el centro de la Biblia. (Se pueden leer en el Excursus II de este capítulo los cinco puntos de la doctrina calvinista de la gracia).
En cuanto a la Iglesia, en la Institución o Institutos, Calvino enseña que la Iglesia universal no es idéntica a ninguna institución visible; que no puede ser dividida, porque eso significaría que Cristo está dividido; la Cabeza de la Iglesia es Cristo, y los creyentes juntos forman un Cuerpo; que la Iglesia visible está compuesta de iglesias de diferentes ciudades y aldeas.
Calvino reconocía dos sacramentos, el bautismo y la cena del Señor. Enseñaba también que los términos obispos, ancianos, pastores y ministros, tienen el mismo significado, pero su punto de vista era que, además de la vocación interior de Dios, los ministros han de ser elegidos con el consentimiento y la aprobación del pueblo mediante elecciones. Se inclinaba hacia una aristocracia electiva. La teología calvinista tuvo tanta importancia, que irradió su influencia por otros países europeos como Holanda, Escocia, Hungría, Francia, Inglaterra, y más tarde en América del Norte. Las teologías, tanto de Lutero como de Calvino, fueron las de mayor influencia en los movimientos protestantes que surgieron de la Reforma.
En Ginebra hubo discrepancias de tipo religioso con los gobernantes civiles, y debido a ello Calvino y Farel se retiraron a Estrasburgo, pero siendo llamados de nuevo, Calvino consiguió que adoptaran sus Ordenanzas Eclesiásticas, una constitución de la iglesia, para restablecer por medio de ellas el orden, aunque, al no haber una política clara de independencia de la iglesia y el Estado, el poder civil continuó con sus pretensiones de ser también el representante supremo del poder eclesiástico.
Por ejemplo, la confesión de fe se hace obligatoria para todos los habitantes de la ciudad. Los magistrados civiles intervienen en la nominación de candidatos al ministerio, y los consistorios eclesiásticos eran integrados por ministros de la iglesia y miembros de los concejos municipales. Debido a esa siniestra herencia, a ese criterio dualista, a esa persistente unión de la iglesia con el Estado, desafortunadamente Calvino fue uno de los jueces inquisitoriales que condenó a muerte en la hoguera al célebre reformador radical, médico, humanista y científico español Miguel Servet, por sus errores antitrinitarios y en contra de la predestinación y el bautismo infantil, pues la herejía era un delito civil bajo el Código Justiniano, aunque Calvino trató con empeño que se retractara. Servet había sido médico del arzobispo de Vienne en Francia, y había sido juzgado por hereje en el sistema católico romano, y huyendo a Suiza, fue reconocido y arrestado a instancias de Calvino. Servet fue quemado en la hoguera el 27 de octubre de 1557, y mientras las llamas lo consumían clamaba, diciendo: "Oh Jesús, Hijo del eterno Dios, ten piedad de mí". Aunque Calvino no era siempre el agente principal de las actividades del consistorio, es lamentable registrar el exagerado celo por guardar la moral pública y las prácticas cultuales, que las disciplinas y las censuras llegaron a un grado sofocante y exagerado de ridiculez de tipo inquisitorial.

En Francia. En contraste con Alemania y Suiza, en Francia los protestantes formaban una minoría, sobre todo si se tiene en cuenta que los reyes franceses, nominalmente católicos, según intereses solían ponerse alternativamente de parte de los protestantes o de los católicos. Se destaca la figura del profesor humanista, teólogo y traductor de la Biblia, Jacobo Lefèvre d’Etaples, quien desde 1512 escribió y predicó sobre la justificación por la fe, la ausencia de méritos en las obras humanas y el carácter extrabíblico de la doctrina escolástica de la transubstanciación. En Francia el protestantismo tuvo una historia tempestuosa y se vio envuelto el país en prolongadas e intermitentes guerras religioso políticas entre 1562 y 1594.
La Universidad La Sorbona, fundada en el siglo XIII por Roberto de Sorbón, se encargó de publicar una declaración de las doctrinas de la iglesia católica, refutando los Institutos de Calvino y prohibiendo los libros de los reformadores, incluyendo las obras de Lutero, Calvino, Felipe Melachthon y Clemente Marot. La mayoría de las aldeas valdenses en los valles de Provenza fueron destruidas y algunos hermanos quemados en la hoguera. Un hecho digno de destacarse es el que la historia registra la matanza de la noche de San Bartolomé, en agosto 24 de 1572, en que por orden de Catalina de Médicis, de la familia real, fueron vilmente asesinados unos 70.000 hugonotes, nombre dado a los protestantes en Francia, incluyendo a casi todos sus dirigentes, entre ellos el almirante Gaspar de Coligny, el cual fue atravesado por una pica en su lecho y arrojado al balcón, por obra de uno de los Guisa, de la nobleza francesa. Es lamentable registrar que cuando la noticia llegó hasta Roma, se celebraron fiestas especiales, el papado dio la orden jubilosa de que se repicasen todas las campanas de la ciudad y se acuñó una medalla para conmemorar la fecha.
En 1598, mediante el Edicto de Nantes les fue garantizado a los hugonotes la libertad de culto público en muchas ciudades especificadas de Francia, entre las cuales no se incluía París. Las muchas persecuciones en Francia, contribuyeron a la unión entre los protestantes, lo que los llevó a organizarse en iglesias con sus pastores, diáconos, etcétera, llegando incluso a redactar una Confesión de Fe y un Libro de Disciplina. Sin embargo, en el vaivén de los intereses políticos, a los protestantes se les aseguraron los plenos derechos cívicos; y al clero protestante se le concedió las mismas exenciones del servicio militar y de otros cargos de que el clero católico gozaba.
Cuando Napoleón Bonaparte ascendió al poder en 1799, una de sus preocupaciones fue la de controlar la vida religiosa de Francia. Las dos principales confesiones protestantes, Reformados y Luteranos, fueron reconocidas oficialmente, y al igual que el clero católico romano, sus pastores fueron considerados funcionarios del Estado, con derecho a percibir salario del fisco (1802).

En Escocia. Antes que se difundieran las ideas luteranas, en Escocia ya existían pequeños grupos wycleffitas y hussitas, pero fue en el siglo XVI cuando fue introducida la Reforma, la cual llegaría a ser acogida por la gran mayoría de la población, de manera que el protestantismo llegó a ser la religión oficial del Estado. Es importante saber que la forma del protestantismo que prevaleció en Escocia fue la presbiteriana, en donde los términos pastor, obispo y ministro se empleaban para determinar el mismo puesto. Los presbiterianos, fieles seguidores de las ideas calvinistas, a diferencia de los anglicanos, no estuvieron de acuerdo con que el rey, además de jefe político fuese el jefe de la iglesia. El protestantismo tuvo un gran desarrollo en Escocia debido mayormente a la anarquía predominante entre la nobleza, la cual, como se sabe, monopolizaba muchos puestos eclesiásticos, que eran ocupados por los hijos de los nobles que gozaban de las rentas; pero lo peor del caso es que eran ausentes, es decir, que usufructuaban las rentas sin cumplir las funciones correspondientes. Surgen algunos precursores de la venidera revolución religiosa; los escritos de Lutero se difundieron y se conocen insignes varones de Dios como Patricio Hamilton, quien, acusado de herejía, fue quemado vivo en 1528 en San Andrés, la capital eclesiástica del país; pero este martirio, lejos de apagar el fuego de la reforma, lo avivó.
El más destacado adalid de la reforma escocesa fue indiscutiblemente Juan Knox, quien nació en Haddington en 1515, y después de haber cursado estudios universitarios, fue ordenado al sacerdocio en 1540. Knox escuchó las prédicas de Jorge Wishart, mártir y compañero de Patricio, convirtiéndose en uno de los más estrictos y severos teólogos de todo el siglo XVI, y con algunos compañeros se dispuso a predicar las doctrinas protestantes en el castillo de San Andrés. Habiendo sido capturado y llevado a Francia, permaneció de galeote durante diecinueve meses, hasta que por intervención del gobierno inglés, fue liberado en 1549. Una vez liberado fue a Inglaterra, en donde la reforma estaba en su punto culminante, y fue uno de los capellanes del rey Eduardo VI. Más tarde en Ginebra fue discípulo de Calvino. Escocia adhirió oficialmente a la reforma en 1561, después de una guerra civil, cuando el parlamento escocés adoptó una confesión de fe más calvinista que luterana, que Knox y otros reformadores habían redactado, la Confesión de Fe Profesada y Creída por los Protestantes del Reino de Escocia. Prohibieron la misa y declararon nula la jurisdicción papal en Escocia. También redactaron el documento conocido como el Primer libro de Disciplina, en el cual se establecía el régimen presbiteriano, y el Libro de Orden Común, una especie de liturgia de Knox.. Como se ve, tal como lo hicieron Lutero, Calvino, Zwinglio y otros reformadores, también Knox se valió de las autoridades civiles para efectuar las reformas, aunque hubo sectores minoritarios del protestantismo, que eran menos insistentes en la perpetuación de ese statu quo, lo mismo que del ritual y organización heredados de la gran madre.

En Inglaterra. Enrique VIII no fue necesariamente el iniciador de la reforma en Inglaterra. Ya desde los tiempos del prerreformador Wycliffe, existía en Inglaterra el movimiento de los lolardos, que buscaban volver a la práctica del cristianismo primitivo. Además de los lolardos, los protagonistas de la verdadera reforma inglesa son el humanista John Colet y su discípulo Guillermo Tyndale, destacado humanista cristiano, sacerdote, mártir, traductor de la Biblia al inglés partiendo de los originales hebreo y griego, y se ayudó con la Septuaginta y la Biblia de Lutero, pero usando poco la traducción de Wycliffe, quien había usado la Vulgata. Además de esto, muchos de los escritos de Lutero se habían difundido por todo el país, hallando un terreno abonado, y de gran influencia incluso en las universidades de Oxford y Cambridge. En principio, Enrique VIII se mostró contrario a la reforma luterana, por considerarla hereje. Lo curioso es que Enrique VIII, después que en 1521 recibió del papa León X el título de Defensor de la Fe, tiempos en que en Inglaterra los estudiantes de teología debían renunciar bajo juramento a las doctrinas de Wycliffe, Juan Huss y Lutero, ese mismo monarca en 1534, por conveniencias particulares, rompe oficialmente con el papado, y establece la Iglesia Católica de Inglaterra, declarándose él mismo como cabeza de la misma, respaldado por un vigoroso nacionalismo que incitaba a la oposición a la intervención de un papa extranjero en los asuntos eclesiásticos y a la manera en que los representantes papales derrochaban las rentas del país en los lujosos palacios de Roma y Aviñón. De todo esto se aprovechó el cuasi absolutista Enrique VIII.
Enrique VIII (1491-1547), se casó por conveniencias políticas con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos de España, Fernando e Isabel, y a la sazón viuda de su hermano Arturo. Este matrimonio no era permitido por las leyes canónicas de la época, pero obtuvo la autorización del papa Julio II. Ellos tuvieron varios hijos, pero sólo sobrevivió María. Enrique anhelaba apasionadamente un heredero masculino, y empezó a cuestionarse si no fuese castigo de parte de Dios por haberse casado con la viuda de su hermano, dudas que aumentaron cuando fue objeto de atracciones mutuas con Ana Bolena, con la cual se casó secretamente, solicitando la anulación de su matrimonio anterior. Tengamos en cuenta que los nobles ingleses en su mayoría eran opuestos a la curia romana, y Tomás Cranmer, arzobispo de Canterbury y quien puso el fundamento para la teología de la iglesia Anglicana, simpatizaba con las doctrinas luteranas. Los grandes canonistas de las principales universidades europeas, consultados para el caso por consejo de Cranmer, consideraron nulo el matrimonio de Enrique y Catalina, pero el papa se negó a anularlo por el hecho de que Catalina era tía del Emperador Carlos V, quien era más poderoso que el monarca inglés.
La ruptura con Roma no se hizo esperar. El parlamento inglés en 1534 aprobó ciertas leyes que protocolizaban la ruptura y nombraban a Enrique VIII cabeza suprema de la iglesia en Inglaterra. Fue la época cuando fueron decapitados el humanista, pensador y buen cristiano Sir Tomás More y otros, por no estar de acuerdo con los sucesos. Lógicamente que el papa excomulgó al rey. En el año 1535, Enrique se pronunció a sí mismo como "in terra supremum caput Anglacanæ ecclesiæ" ("la suprema cabeza de la Iglesia Anglicana"), y acto seguido el nombre del papa fue borrado de todos los libros cultuales, quedando así amo tanto del Estado como de la iglesia.
No es nuestra intención a lo largo del libro ahondar en detalles, pero es necesario dejar registrado que durante el resto del reinado de Enrique VIII, la historia registra sus muchas vacilaciones en asuntos doctrinarios, su no aceptación a las fundamentales doctrinas de la Reforma, las múltiples ejecuciones a quienes no estuvieren de acuerdo con su proceder, prohibición de la lectura de la Biblia, sus posteriores divorcios y recasamientos, decepcionando a todas las corrientes doctrinarias de la época.
La Reforma en Inglaterra se estableció definitivamente durante el reinado de su hija Isabel I, en cuyo reinado las prisiones fueron abiertas, revocados los exilios, honrada la lectura de la Biblia, la época más gloriosa de la historia inglesa. A partir de esa época la Iglesia Anglicana tomó la forma que ha permanecido hasta hoy, con una feligresía real de tan sólo el 6% de la población; de la nominal no tenemos conocimientos. Es importante registrar que el tormentoso y hasta sangriento desarrollo de la Reforma en Inglaterra, dio origen a muchos grupos minoritarios de radicales, que posteriormente fueron las raíces de movimientos separatistas y la formación de grandes denominaciones, como lo veremos luego.
Las misiones anglicanas establecidas en territorio norteamericano, después de la guerra de independencia sufrieron una transformación, pues en 1789 los anglicanos de los Estados Unidos se organizaron en una denominación independiente, la Iglesia Protestante Episcopal.

La Paz de Westfalia
Después de los movimientos reformistas dentro de las toldas católicas, la Iglesia Católica Romana se puso en marcha para reclamar los territorios europeos que había perdido en favor del protestantismo. Un siglo después de institucionalizada la Reforma protestante, en 1618, y por defender intereses, ambiciones y rivalidades más políticos que religiosos de los reyes, generales y aventureros, lo mismo que los impulsos del naciente nacionalismo, se desata en Alemania y luego en otros países europeos una guerra conocida históricamente como la Guerra de los Treinta Años
El catolicismo romano recupera algunos territorios que había perdido, así como parroquias, monasterios y obispados, pero no pudo acabar con el protestantismo. Finalmente, mediante el tratado de Westfalia de 1648 se firma la paz, y se fijan los linderos tanto de los estados católico romanos como protestantes, y se les concedió a las naciones europeas el derecho a elegir religión. Se registran muchos cambios y se frustran muchas aspiraciones habidas en la Europa medieval.
Recuérdese que, como lo hemos mencionado en el capítulo de Tiatira, los idealistas del sistema romano habían dado por sentado que el papado estaba llamado a dar cumplimiento al reino milenial y fundaron sus esperanzas en la formación de un Estado universal con dos cabezas, el papa romano y el Santo Imperio Romano, confundiendo así prácticamente la iglesia con el mundo; secularizando la iglesia, o "cristianizando" al mundo. ¿Será el cumplimiento de esto el frustrado milenio que inaugurarán las dos bestias de Apocalipsis 13? Pero al surgir la reforma protestante, y empezar a pasar el viejo orden que había estado asociado con el cristianismo apóstata, muchos despiertan del ilusorio sueño a la objetiva realidad de que el mundo no se puede "cristianizar", y de que la iglesia secularizada no puede reemplazar ni a la legítima Iglesia de Jesucristo, en su manifestación verdadera, ni al escatológico reino milenario del Señor. ¿Podrá el mundo ser "cristiano" en ciertas épocas más que en otras?
Es peligroso confundir el mundo y el Estado con la Iglesia. Sabemos que Dios saca a Su Iglesia del mundo; hace un exagorazo*(1), para que no se siga ni confundiendo con el mundo, ni siga de esclava de esa corriente mundana. Es verdad que la Iglesia ha influido en el mundo, porque es la luz del mundo, la sal de la tierra; pero es difícil determinar hasta qué medida el mundo se conforma a las normas cristianas.
*(1) Cristo al redimirnos, nos ha sacado de la plaza de mercado (en griego, agora) de esclavos. El mundo es la plaza de mercado de donde nos ha sacado el Señor.

Como ladrón en la noche
"Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo. Y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (v.3).
La iglesia protestante reformada se caracteriza por recibir enseñanza en insignes centros educativos, grandes seminarios e incontables institutos teológicos, pero más en teoría y en la letra que en el espíritu; letra sin vida, conocimientos en la mente, donde esos viejos odres no pudieron contener el nuevo vino. Pero, ¿esas enseñanzas serían las auténticas de Cristo? Tengamos en cuenta que Tiatira se inventó su propia enseñanza, y mucha de esa enseñanza pasó a Sardis. ¿Qué hacía la iglesia primitiva? "Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hch. 2:42). Pero llegó el momento histórico en que la Iglesia se olvidó de la doctrina de los apóstoles, y se perdió la comunión de Cristo, pero Sardis no la restauró completa; se siguió inventando cosas.
Con la Reforma se inició un reavivamiento, pero sus características fueron más exteriores que una vida espiritual auténtica. A este remanente de escapados de Tiatira se les encomia haber aceptado esas revolucionarias enseñanzas, pero por cuanto esos conocimientos no fueron fuente de vida espiritual, aquella buena obra quedó sólo a medias, no completaron el propósito que el Señor tenía de recuperar y restaurar por completo Su Iglesia. La reacción de Dios a ese statu quo no fue respaldada enteramente por los hombres. Recibieron muchas enseñanzas en sus intelectos, pero no llegaron a sus corazones; entonces se consideraba viva, pero estaba muerta. "Has recibido todo el depósito, con todas sus exigencias y privilegios, pero lo tienes agonizante". Dice el hermano Rick Joyner: «No procures enseñar a otros a hacer lo que tú, por ti mismo, no estás logrando. La reforma no es tan sólo una doctrina. La verdadera reforma viene de la unión con el Salvador. Cuando estás en yugo con Cristo, llevando la carga que Él te ha dado, Él estará contigo y la llevará por ti. Tan sólo podrás hacer su trabajo cuando lo estés realizando con Él, no sólo para Él. Solamente el Espíritu puede engendrar aquello que es Espíritu. Si estás en yugo con Él no harás nada a favor de la política ni de la historia. Todo lo que hagas por motivos de presión política u oportunidades te conducirá al fin de tu propio ministerio. Las cosas que se hacen en un esfuerzo por hacer la historia, serán la mejor restricción de tus aportes a la historia y fracasarás en tu intento de impactar a la eternidad. Si no vives lo que predicas a otros, te descalificas a ti mismo del sumo llamado de Dios». (Rick Joyner. La Búsqueda Final. Whitaker House. U.S.A. 1997)
En Sardis fueron restauradas algunas cosas, pero nada en materia eclesiológica, y la vida del Cuerpo. No hay auténtica vida espiritual cuando no se vive corporativamente, pues Lutero pudo haber definido a la Iglesia como la comunión de los santos, pero en el fondo hubo confusión, y se siguió pensando en un edificio, en una institución. Recuérdese que para Lutero, el gobierno y la organización externa de la iglesia eran relativos, adaptables al tiempo y a las circunstancias; en cambio Calvino y Bucero (o Bucer) pensaban que la organización de la iglesia debía sujetarse a los dictados de la Biblia, lo cual tiene una validez permanente.
La Reforma fue fundamentada más por "teologías" y "doctrinas", que por la Palabra de Dios. El teólogo con relativa facilidad puede inclinarse hacia ciertas corrientes doctrinales, debido a que con seguridad ha sido formado de acuerdo con los criterios dominantes de algunas escuelas de pensamiento, a menudo cerradas a distintas otras tendencias y consideraciones teológicas, dificultando así el correcto y verdadero enfoque de la sana exégesis de la palabra profética. Hoy se tienen miles de escuelas para pastores y hasta para profetas, pero eso no garantiza que hayan sido escogidos por Dios para ponerlos como pastores y profetas, ni un grado autoriza a nadie a ordenar a otro de pastor o profeta.
Antes que para que lo represente, el Señor vino a edificar una Iglesia para que lo contenga, para que sea Su morada, Su templo. A menudo, las eventuales representaciones han sido formales y protocolarias, tanto que han desvirtuado la verdadera orientación histórica que el Señor se propuso darle a Su única y amada Iglesia. Es apenas comprensible que quien no contenga al Señor, en primera instancia a nivel individual y luego corporativamente, no lo puede representar correcta y proféticamente.
Si el Espíritu Santo no vive en el espíritu del hombre y Cristo no habita en su corazón, es muy difícil la edificación de la Iglesia bajo los parámetros y requerimientos de la Palabra de Dios. Cuando en Efesios 3:17 dice, "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones", el verbo habitar, en griego katoikeo, conlleva la idea de "sentirse en casa" o "posesionarse de". La Iglesia es la santa casa de Cristo, es Su hogar donde Él, como Cabeza, es quien manda. Pero a través de la historia las cosas tomaron un rumbo diferente, y los hombres empezaron a desconocer la Cabeza, el Jefe de la casa.
El nivel de la Iglesia empezó a deslizarse a la muerte de los apóstoles; el método divino se fue perdiendo, hasta que ocurrió el matrimonio con el sistema político religioso del mundo; y por centurias la cristiandad ha estado tratando de servir a Dios usando métodos artificiales, meramente religiosos y de humana inventiva, introduciendo y adoptando fuego extraño, tomando prestadas liturgias e hierourgias del antiguo judaísmo mezcladas con los rituales de origen pagano de herencias babilónicas, egipcias, griegas y romanas, cristalizadas primero en el sistema católico romano y traspasadas a su vez, con algunos atenuantes, a las iglesias cristianas nacionales europeas, y posteriormente, con ciertos ropajes de ortodoxia bíblica, a las grandes denominaciones protestantes; más tarde se vislumbran algunos vestigios de esa nefasta herencia en los sistemas congregacionales, tales como su clericalismo, sus templos, altares, economía.
¿Qué sucederá con las iglesias reformadas protestantes? Continuarán existiendo hasta la eventual venida del Señor, pero a nivel organizacional están muertas, y si no velan, vendrá el Señor en el momento en que menos lo esperan; individualmente los hermanos de Sardis no tienen la suficiente claridad sobre el tiempo de la venida del Señor, quien los sorprenderá como ladrón, cuando Él eventualmente se esté manifestando a los que le buscan, a los vencedores. En comparación con Filadelfia, para Sardis la venida del Señor será tan repentina y en una hora en que nadie en Sardis lo sabrá, y será tan dramático, que el Señor les dice que los sorprenderá como ladrón en la noche. Para Sardis la venida del Señor los tomará por sorpresa, así como fue tomada por sorpresa la ciudad en dos ocasiones: primero por Ciro el Grande, el persa, el año 549 a. de C., y después por Antíoco III el Grande en 218 a. de C., a pesar de que estaban confiados, no estaban en vela, porque Sardis estaba construida sobre una colina cuyos lados caían perpendicularmente sobre la llanura; y por último fue destruida por un terremoto en el año 17 d. de C., aunque fue reconstruida en el 273. Pero lo curioso es que el mismo anuncio lo tiene el Señor para el mundo que no le conoce. Sardis, si no se arrepiente, es reducida a la condición del mundo. Meditemos en el siguiente texto de 1 Tesalonicenses 5:1-6:
"1Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. 2Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; 3que cuando digan (el mundo): Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos (sobre el mundo impío) destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. 4Mas vosotros (la Iglesia viva que le espera), hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. 5Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. 6Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios".
¿Qué significa lo anterior? Que necesitas estar totalmente preparado antes de que llegue ese acontecimiento. Es necesario que seas un vencedor, que conozcan qué días vives, el tiempo profético del Señor, para que aquel día no te sorprenda como ladrón. Puedes leer la carta a Filadelfia con atención y verás que en la adecuada restauración del Señor las cosas son diferentes.

1 comentario:

Unknown dijo...

Vivo en Pereira, Colombia. Conciente de la realidad histórica de La Iglesia y la falsedad que impera en los sistemas religiosos y jerárquicos del catolicismo y protestantismo, ¿podría recomendarme una Iglesia Local en esta ciudad donde pueda servir al Señor Jesucristo como en La Iglesia Primitiva?